Los errores son naturales en un matrimonio. No existe perfección. Pero hay ciertos errores que una vez cometidos no tienen botón de deshacer. La mejor opción es trabajar en dirección a un mejor resultado de la próxima vez. Si no hay ninguna intención de corregir los errores, el matrimonio empezará a sufrir. Mi matrimonio me enseñó muchas cosas. Entre ellas, aprendí que la única manera de cometer el mismo error dos veces es reconocer que lo cometí y entender por qué fue error. Y no hacerlo de nuevo. Muchos de nosotros cometemos el mismo error, varias veces, por razones que conocemos solo nosotros. Pero lo que no logramos ver es que cuando cometemos el mismo error, estamos hiriendo a nuestros cónyuges e hijos. Si estás cometiendo los siguientes errores, retrocede y reflexiona tus errores, posiblemente, están creando un ambiente negativo en tu matrimonio y con tus hijos.
1. Mentir
“Solo digo una mentirita blanca. Ella no la va a descubrir nunca.” Esta afirmación no es necesariamente verdadera. Hay circunstancias en las que piensas que es conveniente decirle una mentirita blanca para librarte. Muchas veces, la verdad prevalecerá. Y cuando eso pasa, tu cónyuge se va a sentir engañado/a y pensará que pudiste haberle mentido sobre otras cosas a lo largo del matrimonio. Creas espacio para dudas.
Además, dependiendo de la edad, los hijos van a observar lo que sucede en la vida de sus padres. Pueden ver y sentir las inseguridades y preocupaciones. Al final son influenciados por el comportamiento negativo pensando que la mentira es la manera correcta de lidiar con los problemas.
2. Hacer suposiciones
No pienses que uno de los cónyuges es responsable por todo. Una vez que ustedes están en un matrimonio (y tienen hijos) ambas partes deben compartir las responsabilidades. En algunos casos, uno de los cónyuges lidia un poco más con su parte que el otro, pero debe ser a criterio de la pareja. No obstante, no es razonable si uno de los cónyuges espera que el otro haga todo. Si fuera así ¿Por qué ser una pareja?
Por ejemplo, cuando hay hijos, los padres deben estar involucrados en sus vidas, compartir sus actividades, ayudarles con las tareas de casa y ser un amigo. Si uno de los padres supone que el otro progenitor tiene que cuidar de las necesidades de sus hijos, eso afectará su propia relación con los niños. Tus hijos no se sentirán cómodos acercándose a un padre o madre que no está disponible en la mayoría de las veces. Recuerde, el grupo familiar no debe ser solamente de una madre o de un padre.
3. Falta de respeto
Es común entre las parejas ponerse nervioso uno del otro e irritarse mutuamente. No obstante, la clave es nunca perder el respeto uno por el otro. Cuando los empiecen no hay como volver atrás. No encares el pasado de tu cónyuge. No se juzguen uno al otro. Si tuvieras dudas sobre alguna cosa, no busques tus respuestas a través de las cosas personales del otro. Yo me siento culpable por eso, y cuando sucedió conmigo me sentí invadida. Si tuvieras dudas no te dejes intimidar, conversa de tus preocupaciones con tu cónyuge. Respeten el espacio, las opiniones y las creencias de cada uno.
Una vez más, los errores son normales. Si no los comentemos, ¿Cómo vamos a aprender y crecer como pareja? Por eso, la lección a aprender es que cuando cometas el error debes reconocerlo y no repetirlo. En un matrimonio no hay espacio para cometer el mismo error dos veces.