Una investigación acerca del Juicio previo al advenimiento.
«Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Dan. 7:9, 10).
Los adventistas no fueron los primeros, pero hoy son los únicos que enseñan un Juicio previo a la Segunda Venida. A comienzos de la década de 1840, Josías Litch, un teólogo metodista y el millerita más influyente, enseñó que “el acto divino de resucitar a algunas personas a la vida y de enviar a otros a la muerte en la segunda venida constituye un ‘juicio ejecutivo’ que debe haber sido necesariamente por una ‘investigación judicial’ ”.[1] Él vinculó esta investigación judicial con la escena de juicio de Daniel 7, sugiriendo que había comenzado en 1798, al final de los 1.260 días/años. Hacia 1844, muchos milleritas creían que el Juicio ya había comenzado.
Otros comentadores del pasado han reconocido que el juicio de Daniel 7 no representa el Juicio final. El autor cató- lico Friedrich Düsterwald, por ejemplo, escribió: “Sin lugar a dudas, el profeta Daniel describe aquí el juicio de Dios concerniente a los poderes hostiles. El juicio termina con la condenación total de los imperios mundiales y el triunfo de la causa de Dios. Sin embargo, lo que se describe aquí no es el juicio de Dios aquí sobre la tierra, tal como muchos antiguos intérpretes (Teodoro y otros) han asumido. Más bien, el lugar del juicio es el cielo. El contexto indica que es un juicio preliminar, que posteriormente es confirmado en el juicio al mundo”.[2]
El intérprete protestante Thomas Robinson señala el momento de este juicio en el siglo XIX, cuando escribió su comentario acerca de Daniel. Creía que el juicio de Daniel 7 “no es el juicio general al final del Reino de Cristo sobre la tierra o, como la frase es generalmente entendida, en el fin del mundo. Más bien, parece ser un juicio invisible que se lleva a cabo dentro del velo y revelado por sus efectos y la ejecución de su sentencia. Dado que es originado por las grandes palabras del cuerno pequeño y seguido por la supresión de su domino, se podría decir que ya se ha llevado a cabo. Sin embargo, dado que la sentencia en ninguna manera se ha ejecutado completamente todavía, se podría estar llevando a cabo ahora”.[3]
Estos comentadores consideraron el Juicio como un juicio del cuerno peque- ño, no de los santos, como los adventistas lo toman.
El concepto de juicio investigador en las Escrituras
Los críticos sostienen que el Juicio preadvenimiento, simplemente, fue una estratagema para salvar las apariencias después del gran chasco de 1844.[4] Sin embargo, el concepto de una investigación anterior al pronunciamiento de una sentencia judicial se puede encontrar a lo largo de las Escrituras. Muy al comienzo del trato de Dios hacia los pecadores, en Génesis 3, emerge un patrón de procedimiento judicial. Primero, la investigación: ¿Dónde estás tú? ¿Quién te lo dijo? ¿Has comido del árbol? (ver Gén. 3:9-13). Luego de la investigación, Dios anuncia el veredicto en los versículos 14 al 19.
Encontramos una situación similar en el trato de Dios hacia Caín (Gén. 4:9, 10) y su abordaje respecto de Sodoma y Gomorra. Gran parte de Génesis 18 y 19 describe las investigaciones y las deliberaciones de Dios antes de su acto punitivo. Es significativo que el Nuevo Testamento proyecta el juicio sobre Sodoma y Gomorra como un ejemplo, o tipo, del Juicio de Dios en el tiempo del fin (2 Ped. 2:6; Jud. 7).
En los escritos proféticos del Antiguo Testamento, Israel o las naciones comparecen ante el Trono de juicio de Dios, se hace una investigación, se declaran los hechos, se llama a los testigos y, finalmente, se pronuncia el veredicto (ver Isa. 5:1-7; 43:8-13, 22-28). La secuencia siempre es la misma: pecado, investigación y juicio.[5]
El concepto de un juicio investigativo previo al advenimiento aparece también en el Nuevo Testamento. La parábola de la fiesta de bodas (Mat. 22) es un ejemplo supremo: “Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda” (Mat. 22:11). La inspección que el rey hace de los invitados representa un proceso de investigación. El resultado de esta investigación determina cuáles invitados podrán permanecer y cuáles no. En este sentido, esto revela una imagen del Juicio Investigador preadvenimiento que se está llevando a cabo en el cielo.
Otros textos del Nuevo Testamento que presuponen un Juicio Investigador previo a la segunda venida son Juan 5:28 y 29, y Apocalipsis 20:4 al 6. El pasaje de los evangelios menciona una resurrección a la vida y una resurrección para condenación. Muchos exégetas bíblicos concuerdan en que Apocalipsis 20 enseña dos resurrecciones literales de los muertos, separadas por mil años. Ya que solo los “bienaventurados y santos” vuelven a la vida en la primera resurrección, debió de haberse llevado a cabo un juicio previo para determinar quién tomará parte en la primera resurrección.
El teólogo luterano Joseph A. Seiss reconoció esto, en su libro acerca del Apocalipsis: “La resurrección y la transformación que sucede ‘en un abrir y cerrar de ojos’ en los vivos son, en sí mismas, fruto y materialización de un juicio previo. Son la consecuencia de la sentencia ya pronunciada. Estrictamente hablando, los hombres no resucitan ni son trasladados para poder ser juzgados. La resurrección y la traslación son producto del juicio previo, llevado a cabo sobre los muertos como muertos, y sobre los vivos como vivos. ‘Los muertos en Cristo resucitarán primero’ porque ya se ha declarado que están en Cristo; y los santos vivos son trasladados con ellos a las nubes porque ya se ha declarado que son santos y, por lo tanto, merecedores de alcanzar ese mundo”.[6]
En Apocalipsis 14, la siega de la tierra (vers. 14-20) es precedida por el mensaje del primer ángel: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado” (vers. 7). La secuencia de eventos presentada en este capítulo indica claramente que el juicio mencionado en el versículo 7 precede a la ejecución del juicio en la segunda venida de Cristo, en los versículos 14 al 20.[7]
Así, a lo largo de las Escrituras encontramos el concepto de un Juicio Investigador.
El juicio en Daniel 7
Daniel 7 consiste esencialmente en una visión, la interpretación y la reacción del profeta ante la visión, enmarcada por un prólogo (vers. 1, 2a) y un epílogo (vers. 28). La visión (vers. 2-14) presenta cuatro bestias, y se concentra en la cuarta bestia que tiene diez cuernos, de los que surge el cuerno pequeño.
Este cuerno pequeño se convierte en el mayor antagonista del “Altísimo” y de sus santos, en el resto del capítulo. Mientras las actividades del cuerno pequeño continúan aquí, en la Tierra, se llama la atención de Daniel a una escena de juicio celestial (vers. 9-14) que encuentra culpable y condena al cuerno pequeño, los santos son vindicados y el domino, la gloria y el reino son dados a “uno como un hijo de hombre”.[8]
Debemos reconocer la importancia del hecho de que este juicio se está llevando a cabo mientras el cuerno pequeño permanece activo sobre la Tierra. Al final del versículo 8, Daniel escucha las pomposas palabras del cuerno pequeño, y luego su atención es desviada hacia la escena del juicio celestial (vers. 9, 10). Pero, después de describir la escena de juicio, la atención de Daniel nuevamente es cautivada por las grandes palabras que emite el cuerno (vers. 11). En otros términos, mientras él estaba contemplando la sesión judicial celestial, el cuerno pequeño está hablando “grandes cosas”.
El tiempo del juicio
Hay tres pasajes de Daniel 7 que refieren específicamente al juicio:
1. Daniel 7:10: “El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”.
2. Daniel 7:22: “Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo”.
3. Daniel 7:26: “Pero se sentará el Juez”. (Xanax)
Para saber cuándo se realizará este juicio, tenemos que prestar atención a la secuencia histórica de poderes simbolizados por los cuatro animales.
En el centro de la visión se encuentra el cuerno pequeño; 7 de 28 versículos se refieren al cuerno pequeño. El contexto indica que el cuerno pequeño es un poder religioso:
* Daniel 7:24: “El cual será diferente de los primeros”.
* Daniel 7:25: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley”.
Si bien este poder es religioso se ha desviado mucho de la verdad de Dios y es el cumplimiento histórico de nuestra tendencia humana pecaminosa a apartarnos de Dios. Pablo predijo una desviación de la fe: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hech. 20:29, 30).
Comenzando en el primer siglo, encontramos que la iglesia tuvo que batallar contra hombres así. En siglo IV, cuando la iglesia cristiana se convirtió en la iglesia oficial del Estado, la apostasía se instaló rápidamente. Se aceptaron costumbres paganas, como la observancia del domingo; y para el siglo VI la iglesia estatal se había convertido en el cuerno pequeño de la profecía.
Desde el siglo VI hasta el fin del siglo XVIII, por más de 12 siglos (1.260 años, de acuerdo con Daniel 7:25), la iglesia dominó la vida y el pensamiento de las personas. Ningún otro poder en la historia encaja con esta descripción del cuerno pequeño, excepto el papado. En Daniel 7:25 y 26, se nos dice: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin”.
Daniel 2 nos brinda una visión general; Daniel 7 proporciona más detalles, al introducir el cuerno pequeño. Dado que los reinos están en secuencia (uno sigue al otro), el juicio mencionado en los versículos 9, 10, 22 y 26 debe proseguir al período del cuerno pequeño, que siempre aparece en los textos antes de los pasajes de juicio de los versículos 8, 21 y 25.
Los poderes terrenales se presentan en orden histórico; por lo tanto, el juicio también debe formar parte de esta secuencia histórica.
¿Quién es juzgado?
En esta escena de juicio, se abren los libros y son estudiados (vers. 10). En el Antiguo Testamento, encontramos referencias al “libro de los vivientes” (Sal. 69:28); el “libro de memoria” (Mal. 3:16); y el “libro” de Dios (Éxo. 32:32; Sal. 56:8). El mismo pensamiento aparece en la literatura del judaísmo tardío y del Nuevo Testamento (por ejemplo, 1 Enoc 47:3; Fil. 4:3; Apoc. 3:5; 20:12; 21:27). La pregunta importante es: ¿Quién está siendo juzgado en esos libros? A partir del contexto, concluimos que este juicio incluye:
1. El pueblo de Dios. Porque “se dio el juicio a los santos del Altísimo” (Dan. 7:22), ellos deben estar, de alguna manera, sujetos a este juicio. Este hecho no es oficialmente reconocido fuera de la Iglesia Adventista, aunque no debería sorprendernos. Dado que la mayor parte de los cristianos cree en la inmortalidad del alma, ellos concluyen que el estado futuro de una persona se decide en el momento en que muere. Por lo tanto, un juicio previo al advenimiento, en el que se toma una decisión final con respecto a si una persona será salva o no, no tiene sentido para ellos. Ellos consideran que los muertos ya están en el cielo o en el infierno (o en el purgatorio, en el caso de la Iglesia Católica). Por lo tanto, los cristianos, en su mayoría, no tienen lugar para un juicio preadvenimiento; si bien el contexto de Daniel 7 lo demanda claramente.
2. El cuerno pequeño. El contexto de la escena de juicio se refiere repetidamente al cuerno pequeño (vers. 8, 11); el juicio, por lo tanto, de alguna manera está relacionado con el cuerno pequeño. “Las evidencias contextuales internas sugieren que los santos y el cuerno pequeño comparten igualmente el veredicto del Juicio preadvenimiento”.[9] Los santos reciben el Reino (vers. 27), y se le quita el dominio al cuerno pequeño. Así, la vindicación de los santos (vers. 22) implica la condenación del cuerno pequeño.
El propósito del Juicio preadvenimiento
El juicio preadvenimiento es en verdad el primero de cuatro juicios cósmicos en las Escrituras:
1. El Juicio Investigador, o preadvenimiento (1844 hasta la segunda venida).
2. El Juicio Ejecutivo en la segunda venida de Cristo (Mat. 25).
3. El Juicio Investigador de los malvados durante el milenio (Apoc. 20:4-6).
4. El Juicio Ejecutivo después del milenio ante el gran trono blanco (Apoc. 20:11-15).
Las diferentes escenas de juicio pueden ser pensadas como las diferentes fases del juicio de Dios en el tiempo del fin. Con la última de estas fases, el plan de salvación llegará a su fin. Cada una de estas fases del juicio tiene su propio foco especial:
1. El Juicio Investigador: Dios muestra por qué los justos serán salvos.
2. Primer Juicio Ejecutivo: los justos muertos y los santos vivos son salvos.
3. El Juicio durante el milenio: Dios muestra por qué los malvados se perderán.
4. Segundo Juicio Ejecutivo: los malvados y Satanás son destruidos.
El propósito primario del Juicio preadvenimiento investigativo es la confirmación final de la salvación y la vindicación del pueblo de Dios (7:22). “De tiempo en tiempo, algunos de estos santos habían sido encontrados culpables por los tribunales terrenales, cuando ellos en verdad estaban sirviendo fielmente a Dios y al hombre. En el juicio preadvenimiento, estas sentencias injustas de las cortes terrenales serán revertidas por las cortes celestiales. De esta manera, Dios vindicará a sus santos”.[10]
Más allá de la vindicación de los santos y la condenación del cuerno peque- ño, el Juicio previo a la segunda venida también vindica la justicia de Dios en su trato con el ser humano. Cuando los seres no caídos del universo examinen los registros de los santos durante el Juicio Investigador, llegarán a la conclusión de que Dios en verdad ha sido justo y misericordioso en casa caso. De esta manera, el carácter de Dios, que ha sido el centro de la controversia entre Cristo y Satanás, será vindicado.[11]
¿Qué es lo que sucede en el Juicio investigador?
Se puede obtener una idea de los que sucede en el Juicio previo al advenimiento de una escena que presenta el profeta Zacarías. La escena sucede en las cortes celestiales. Josué, el sumo sacerdote, estaba “delante del ángel de Jehová, mientras el Satán estaba a su mano derecha para acusarlo. Entonces dijo Jehová al Satán: ‘¡Jehová te reprenda, Satán! ¡Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda! ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?’ Josué, que estaba cubierto de vestiduras viles, permanecía en pie delante del ángel. Habló el ángel y ordenó a los que estaban delante de él: ‘Quitadle esas vestiduras viles’. Y a él dijo: ‘Mira que he quitado de ti tu pecado y te he hecho vestir de ropas de gala’. Después dijo: ‘Pongan un turbante limpio sobre su cabeza’. Pusieron un turbante limpio sobre su cabeza y lo vistieron de gala. Y el ángel de Jehová seguía en pie” (Zac. 3:1-5).
De esta descripción, trataremos de obtener una idea de lo que sucede en el Juicio Investigador. Satanás permanece ante el Trono de Dios y lanza su acusación: “El hermano X es un gran pecador, no puedes aceptarlo”. Satanás muestra una larga lista de los pecados de X. Jesús responde: “Sé que él es un gran pecador, pero lo he perdonado. Borré sus pecados. Morí por él; le he puesto nuevas vestiduras”. Así, el veredicto es dado a favor de X.
Esto es lo que Jesús hace por todos aquelos que ponen su confianza en él, todo los que lo aceptan como su Salvador personal. Si lo aceptamos como nuestro Salvador personal, entonces el Juicio significa buenas nuevas para nosotros, porque “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom. 8:1).
Referencias
1 Josiah Litch, Prophetic Expositions (Boston, MA: Joshua V. Himes, 1842), t. 1, p. 49.
2 Friedrich Düsterwald, Die Weltreiche und das Gottesreich (Freiburg: Herdersche Verlagsbuchhandlung, 1890), p. 177; traducción propia.
3 Thomas Robinson, Daniel, Homiletical Commentary (New York: Funk and Wagnalls, 1892), t. 19, p. 139. De forma similar, Samuel P. Tregelles, Remarks on the Prophetic Visions in the Book of Daniel, octava edición (Chelmsford: Sovereign Grace Advent Testimony, n.d.), pp. 36-38.
4 Walter Martin, The Kingdom of the Cults (Minneapolis, MN: Bethany House, 1985), p. 479.
5 Para ejemplos de juicios investigadores en el Antiguo Testamento, ver William H. Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, edición revisada, Daniel and Revelation Committee Series (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 1-29; Eric Livingston, “Investigative Judgment: A Scriptural Concept”, Ministry (abril de 1992), pp. 12-14.
6 Joseph A. Seiss, The Apocalypse (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1973), p. 136.
7 Otros ejemplos se encuentran en Samuel Bacchiocchi, “The Pre-Advent Judgment in the New Testament”, Adventists Affirm (Otoño de 1994), pp. 37-44.
8 Acerca de la identidad del Hijo del hombre, ver Arthur J. Ferch, The Son of Man in Daniel Seven, Andrews University Seminary Doctoral Dissertation Series, tomo 7 (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1979).
9 Norman Gulley, Christ Is Coming! (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1998), p. 413. Ver también Arthur J. Ferch, “The Pre-Advent Judgment: Is It Scriptural?” Australasian Record (28 de agosto de 1982), pp. 5-7.
10 William H. Shea, “Theological Importance of the Preadvent Judgment”, in 70 Weeks, Leviticus, Nature of Prophecy, ed. Frank B. Holbrook (Washington, DC: Biblical Research Institute, 1986), p. 328.
11 Por causa de los desafíos a la doctrina del Santuario en la década de 1980, la Asociación General estableció un comité compuesto por nuestros mejores eruditos para estudiar el tema del Juicio Investigador (o preadvenimiento) y nuestras interpretaciones de la profecía apocalíptica. El Comité de Daniel y Apocalipsis, como es conocido, estudió estos temas durante diez años, y entre 1982 y 1992 produjo siete tomos que abordan las preguntas que lanzaron los críticos