¿Enseña la Biblia que el diluvio del Génesis fue universal?

¿Enseña la Biblia que el diluvio del Génesis fue universal?

Una lectura imparcial de Génesis 6-8 demuestra incuestionablemente que el diluvio del Génesis fue universal. Las razones de esta negación se encuentran en fuentes ajenas a las Escrituras, como lo son los argumentos científicos y la mitología del Antiguo Cercano Oriente. El catastrofismo universal ya no puede ser ignorado. Por ejemplo, los que sostienen que la temperatura del planeta está en aumento saben bien que este fenómeno puede producir catástrofes de naturaleza global. Acaso no podamos probar plenamente que el diluvio fue universal, pero claramente podemos afirmar que eso es lo que enseña la Biblia. A continuación resumiremos lo que encontramos en las Escrituras.

1. Universalidad del pecado: Los primeros dos capítulos del Génesis se dedican principalmente a la creación de nuestro planeta y todas las formas de vida en él. La mirada es claramente universal. Aunque la caída en pecado se produce en el Edén, el pecado en sí llega a ser un fenómeno universal (Rom. 5:12). Para el tiempo de Noé el corazón humano se había corrompido de tal manera que «todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal» (Gén. 6:5).1 «La tierra estaba corrompida y llena de violencia» (vers. 11). Los seres humanos habían corrompido sus caminos y, para corregir la situación, el Señor dispuso «destruir a la gente junto con la tierra» (vers. 13). Este énfasis en la universalidad del problema señala la universalidad del método que usó Dios para enfrentar la situación.

2. Todos los seres humanos: El lenguaje usado para referirse a los humanos también es universal y abarca a todos: «No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne»; Dios se arrepintió «de haber hecho al hombre en la tierra» (vers. 3, 6, NRV95). Es obvio que la frase «de haber hecho» se refiere a la creación de Génesis 1:26-28. En otras palabras, Dios está poniendo fin a la vida humana, no a ciertos grupos étnicos, sino a toda la raza humana que había creado originalmente. La preservación de Noé y su familia demuestra que el resto de la humanidad pereció en el diluvio: «Solamente quedó Noé» (Gén. 7:23, NRV95).

3. Todo ser viviente: El lenguaje usado para referirse a los animales también es universal. Dios está poniendo fin a «a todos los seres vivientes bajo el cielo». Dice Dios: «Todo lo que existe en la tierra morirá» (Gén. 6:17; Gén. 7:22). El lenguaje utilizado aquí retorna al relato de la creación (Gén. 1:30). En otros pasajes leemos: «Así murió todo ser viviente que se movía sobre la tierra: las aves, los animales salvajes y domésticos, todo tipo de animal que se arrastraba por el suelo» (Gén. 7:21). El Señor habría de borrar «de la faz de la tierra a todo ser viviente» que había creado (vers. 4). Una vez más, el lenguaje utilizado señala a la creación (Gén. 2:6; 1:25). Este es «el fin», la terminación escatológica de esa generación. Durante el diluvio Dios juzgó a la raza humana: El Señor dio a los seres humanos un tiempo de gracia (Gén. 6:3), investigó las evidencias (vers. 5: «Vio Jehová» [NRV95]), concluyó que la tierra estaba llena de violencia (vers. 13), pronunció una sentencia (vers. 7) y ejecutó el juicio contra su creación (Gén. 7:11-24).

4. Todas las aguas: La palabra hebrea mabbul es usada exclusivamente para referirse al diluvio de Noé y no a diluvios regionales. Sus aguas destruyeron todos los seres vivientes,2 incluidos los seres humanos (Gén. 6:17), y cubrieron las montañas más altas de la tierra (Gén. 7:20). La lluvia torrencial y la ruptura de las fuentes de las aguas de la tierra duraron cuarenta días (vers. 17). Noé tuvo que esperar dentro del arca un año y diez días (vers. 11; Gén. 8:13, 14). 

El diluvio fue un acto divino que acaso jamás podamos explicar mediante el estudio del mundo natural. Fue un acto divino de «descreación», que casi regresó a la tierra a su condición original, y estuvo seguido del acto divino de recreación por medio de un pacto eterno con los seres humanos y la naturaleza. Cuando el pecado había conquistado aparentemente el mundo, Dios se preservó para sí un remanente fiel mediante el cual habría de cumplir su plan para la raza humana. Este juicio universal contra el pecado humano llegó a ser un tipo del juicio universal al momento del regreso de Cristo (Mat. 24:38, 39). En ese momento, el Señor preservará a su pueblo remanente del tiempo del fin.1 A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas pertenecen a La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional.