Deuteronomio 21:18-21
Tengo la impresión de que el castigo que aplicaban a los hijos (Deut. 21:18-21), era demasiado severo. ¿Podría hacer el favor de comentar los textos indicados?
Hay ciertas formas de castigo que en la actualidad ya no están más en vigencia.

 La interpretación de cualquier asunto legal exige un estudio cuidadoso de la respectiva ley y de sus reales propósitos. Las leyes sirven para proteger los privilegios y derechos de las personas en su relación con los demás. De este modo, no sólo es importante acertar con relación al propósito de la legislación; también es fundamental determinar los antecedentes sociales que determinaban la importancia que las leyes tenían para la sociedad israelita.

También necesitamos mencionar un par de principios que podrán ayudarnos a comprender las determinaciones de Dios. En primer lugar, debemos reconocer que en el diálogo del Creador con los seres humanos, Dios se pone a nuestro nivel con la intención de elevarnos al suyo a un paso que nosotros podamos seguir.

Segundo, necesitamos tener presente que el sistema teocrático de gobierno del Antiguo Testamento, hace tiempo ya no está vigente para el pueblo de Dios. A su debido tiempo él se encargará de darle su merecido a los violadores de su ley.

Volvamos al asunto específico de la ley para el hijo rebelde. Un análisis de la legislación revela el propósito, los antecedentes y la misión que ella cumplía.

1. Se basa en el quinto mandamiento. El mandamiento de honrar a los padres no especifica el castigo que debe administrársele a los infractores. Se trata de una ordenanza expresada en forma positiva e incluye la promesa de larga vida para los que la obedecen (Éxo. 20:12). El mandamiento y la legislación correspondiente tienen el propósito de mantener el orden social como resultado de promover el debido respeto a la autoridad. Legisla con relación a lo que debe ocurrir en el seno del hogar, donde dicho respeto debe ser inculcado a los integrantes menores de la sociedad.

2. Reconoce el derecho de los afectados. La legislación referente al hijo rebelde reconoce el privilegio y la responsabilidad de la familia cuando a ella le corresponde hacer frente a una crisis legal muy seria.

3. Protege los derechos de los padres. Ellos son los responsables por la crianza y la disciplina de sus hijos mientras los enseñan y capacitan. Si un hijo desarrolla la tendencia a una conducta rebelde e irrespetuosa, esta ley garantiza el derecho que tienen los padres de solicitar el apoyo de la comunidad.

4. Protege el derecho de los hijos. Los padres no tienen por qué complacer a un hijo que no tiene el mínimo respeto por ellos. Esta ley constituía una protección legal muy importante en un mundo en el cual muchas veces los padres consideran a los hijos como un objeto de su propiedad. La vida de los hijos estaba en manos de la ley y de las cortes, y no solamente en la de sus padres, quienes, por causa de una frustración o de una rabia, hasta podrían abrigar la tentación de matarlo.

5. Protege el derecho de la madre. La decisión de enjuiciar a un hijo no dependía exclusivamente del padre, aunque en ciertos casos parece que él tenía potestad incluso sobre la vida de los hijos (véase Gén. 42:37). Sin embargo, esta ley elimina esa facultad al requerir que la madre participe en la decisión de llevar al hijo a juicio con el propósito de que la decisión final quede en manos de la corte. La legislación parece haber constituido un avance significativo con relación a las prácticas existentes en aquel tiempo.

6. En aras de la justicia. Los padres debían presentar a la corte evidencias significativas de que el comportamiento del hijo rebelde no era un asunto aislado, sino fruto de una persistente actitud criminal. La legislación no estaba direccionada a ocuparse de niños inmaduros, si no de personas capaces de distinguir entre el bien y el mal, como es el caso de los delincuentes juveniles que constituyen una amenaza para la sociedad. Los ancianos de la ciudad, actuando como jueces, tenían la misión de estudiar bien cada caso antes de hacer una decisión. Si el veredicto incluía la pena capital, la ejecución de la sentencia quedaba en manos de los hombres de la ciudad. Los padres no participaban en la acción.

Siendo que la violación de esta ley era considerada muy seriamente, constituía una medida disuasiva para la delincuencia juvenil y también para que los padres no llevaran a juicio a sus hijos por asuntos sin importancia como una rabia o cualquier otra reacción emocional. Esta ley ilustra el tema del valor que Dios le atribuye a la familia y el papel formador que ella cumple. También subraya la gran responsabilidad que tienen los padres y la sociedad con relación a la buena crianza de los niños.