Un Concilio de Varios Hombres, No de Uno Solo. «Se hizo necesario organizar a las asociaciones en uniones, para que la Asociación General no ejerciera atribuciones dictatoriales sobre ellas separadamente. El poder conferido a la asociación no se debe concentrar en un hombre, en dos hombres o en seis hombres; debe haber un concilio de hombres a cargo de las diversas divisiones.
Lo demostrado por los dirigentes de la asociación en el pasado, no está de acuerdo con lo ordenado por Dios. Se ha realizado una obra de un carácter que no ha sido aprobado por Dios. El resultado lo tenemos delante de nosotros, en las ruinas donde una vez había una gran imprenta, (la oficina de la Review & Herald en Battle Creek) con sus facilidades costosas …
En la obra de Dios ni un ser humano solo, ni dos, ni tres deben ejercer autoridad monárquica. Los representantes de la asociación, en la forma como han ejercido autoridad durante los últimos veinte años, ya no estarán justificados para decir: ‘El templo del Señor, el templo del Señor somos nosotros’. Los hombres que ocupan cargos de confianza no han estado manejando la obra sabiamente.
El Señor pide hombres sabios que presidan su obra y sean pastores fieles de su rebaño» Manuscrito 26, 1903 ( Abril 3, 1903 Re: La Obra de la Asociación General).
Una «Llave Inglesa Entre las Ruedas, «El capítulo seis de Isaías encierra una lección profunda e importante para todos los obreros de Dios. Estudiadlo con humildad y oración ferviente. También los capítulos uno y dos de Ezequiel debieran ser estudiados cuidadosamente. Las ruedas dentro de ruedas presentadas en este símbolo significaban confusión para el ojo finito. Pero una mano de sabiduría infinita se revela en medio de las ruedas. De la confusión surge un orden perfecto. Cada rueda actúa en el lugar correcto y en perfecta armonía con cada una de las otras partes de la maquinaria.
Se me ha mostrado que los seres humanos desean demasiado poder. Ellos quieren controlar, y el Señor Dios, el Poderoso Obrero es dejado fuera de su obra. Los obreros se creen calificados para ocupar el puesto más alto. Que ningún hombre intente manejar la obra que debería ser dejada en las manos del gran YO SOY, y quien planea la forma en que debe hacerse la obra. Sabed que Dios es el instructor de sus siervos, y él obrará por medio de quien el quiera» Manuscrito 143, 1899.
El Uso Correcto de la Autoridad. «Deseo hablar a mis hermanos que ocupan cargos de confianza. Como coadjutores de Dios estáis investidos con la responsabilidad de actuar en lugar de él, como su mano ayudadora. Los que han sido colocados en cargos de confianza tienen que tener autoridad para actuar, pero nunca deben emplear esa autoridad como medio para negar ayuda a los necesitados y desamparados. Nunca debe ser ejercida para desanimar o deprimir un alma que está luchando. Que aquellos que han sido colocados en puestos de confianza recuerden siempre que Dios desea que ellos ejecuten los pensamientos de Cristo,, quien por creación y redención, es el dueño de todos los hombres” Carta 7, 1901 (Enero 17, 1901-A los Hermanos que ocupan cargos de confianza).
Tratando con Hombres Iguales a Nosotros. «Recordemos que no estamos lidiando con prototipos, sino con hombres de carne y hueso elegidos por Dios, hombres exactamente iguales a nosotros, hombres que cometen los mismos errores que nosotros, hombres que tienen las mismas ambiciones y flaquezas. Ningún hombre ha sido constituido amo para gobernar la mente y conciencia de su semejante. Seamos muy cuidadosos en nuestra manera de tratar la heredad de Dios comprada con su sangre.
A ningún hombre se le ha asignado la tarea de gobernar a sus semejantes. Cada hombre debe su propia carga. El puede hablar palabras de aliento, fe y esperanza a sus compañeros; puede ayudarles a llevar sus cargas especiales sugiriéndoles mejores métodos de trabajo; pero en ningún caso debe desanimarlos y debilitarlos, no sea que el enemigo obtenga ventaja sobre sus mentes, – ventajas que con el tiempo reaccionarían contra él mismo-» Manuscrito 20, 1907, pág 9, 10 (Responsabilidad Individual y Unidad Cristiana, Enero 1907).
No Censuréis Ni Condenéis «Usted ni siquiera debe tomarse la libertad de tener desprovistos de bondad acerca de ellos, mucho menos de sentarse en la silla de] juez para censurar o condenar a sus hermanos, cuando en muchos sentidos usted mismo puede ser más merecedor de censura que ellos. Su obra está bajo la inspección de Dios» Carta 21, 1888 págs. lo, 11 (Octubre 14, 1888 al Hno. ButIer).
El Espíritu de Autoridad. «En nuestras diversas ocupaciones debe haber dependencia y ayuda mutua del uno para con el otro. Ni aún el presidente de la asociación debe ejercer un espíritu autoridad, porque el puesto no transforma al hombre en una criatura que no puede errar. Todo obrero a quien se le ha confiado el manejo de una asociación debe trabajar como Cristo trabajó, llevando su yugo y aprendiendo de él, su humildad y mansedumbre.
El espíritu y el proceder de un presidente de asociación, ya sea en hechos o en palabras, revela él se da cuenta de sus debilidades y pone su confianza en Dios, o si piensa que su posición influencia le ha dado sabiduría superior. Si ama y teme a Dios, si se da cuenta del valor de almas, si aprecia cada pizca de ayuda que por la gracia de Dios le brinde un hermano entonces podrá ligar los corazones por medio del amor que Cristo reveló durante su ministerio. no cultiva maneras dominantes, sino tiene presente que Uno es el Maestro, es decir Cristo, entonces podrá aconsejar a los inexpertos, animándolos que sean la mano ayudadora de Dios» Carta 10, 1903 págs. 3, 4 (Enero 8, 1903 a E R Palmer y A G Daniells).
La Personalidad que Dios ha Concedido al Hombre. «El poder gobernante humano que ha estado penetrando en nuestras filas no tiene sanción en la palabra. Satanás se ha introducido para llevar a los hombres a depender de hombres, y a hacer de la carne su brazo. Se me ha instruido que diga, Romped todo yugo que la invenci6n humana ha fabricado, y prestad atención a la voz de Cristo: ‘Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréi descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga’.
El hombre que por ser presidente de una asociación se atreve a asumir la responsabilidad de decir a sus colaboradores cuál es su deber, está desarrollando una experiencia equivocada. La influencia será destruir la personalidad dada al hombre por Dios, y poniéndolo bajo jurisdicción humana. Esta clase de manejo equivale a poner las bases para la incredulidad. Los hombres que instruyen a sus semejantes a buscar dirección humana, están en realidad enseñándoles que cuando vayan al Señor en busca de consejos y la dirección de su Espíritu con respecto a sus deberes, no deben seguir ese consejo sin ir primero donde ciertos hombres para averiguar si eso es lo que deben hacer. En esta forma se desarrolla cierta esclavitud que producirá solamente debilidad e ineficiencia en la iglesia de Dios.
Aquellos que introducen esta condición lamentable en la experiencia de nuestra obra y que voluntariamente aceptan la idea de que les ha sido concedido el dominio de la conciencia de otras personas, necesitan comprender que han cometido un grave error. Nunca fue la intención que sus cargos les confirieran la responsabilidad que ellos llegaron a pensar que les habla sido dada. La señal de peligro ha sido levantada ahora contra este mal. Nunca jamás se debe consentir que hombres se coloquen en una posición que solamente Dios debe ocupar» Carta 344, 1907 (Oct. 1, 1907, a A.G. Daniells, G. A. Gravin y W. W. Prescott).
Esta Clase de Administración Tiene que Cambiar. «¿Le aconsejó el Señor inventar las diversas maneras de trabajar y controlar mentes humanas? No, yo le digo que no. El caso del pastor Littlejohn ha sido extrañamente mal manejado. El apeló a mí para que yo corrigiera las cosas, pero yo no he hecho nada acerca del caso; no era tiempo de hacerlo. Su procedimiento al tratarlo a él fue del todo equivocado. Lleva la firma del adversario de las al mas. El trato que usted dio a Frank Belden en su trabajo no fue correcto; es fuego extraño, no fuego encendido por Dios. Esta clase de administraci6n tiene que terminarse, de otra manera Dios obrará de un modo que no agradará a los que han hecho este trabajo. Estos hombres no estaban en lo correcto, ellos necesitaban una dirección juiciosa, pero los que trataron de dirigirlos necesitaban ser dirigidos ellos mismos.
¿Recibió vuestro proyecto en cuanto a Gospel Primer la aprobación de Dios? No; el principio sobre el cual actuaron era equivocado. Se debe rendir servicio individual a Dios y no debe ser controlado por un hombre o por un grupo de hombres. Se han hecho movimientos cuyos resultados significan mucho. Hombres que están sirviendo donde no deberían estar han dado un ejemplo que está viciando a todas vuestras asociaciones. Los presidentes de asociaciones están siendo instruidos con el espíritu de querer gobernar y requerir de los hombres que se inclinan ante su juicio; si alguno no rehúsa, el curso que se sigue respecto a ellos es tal que llena el cielo de indignación.
¿Cómo puede Dios inducir a las iglesias a que contribuyan sus medios duramente ganados para ser manejados por hombres con suficiencia propia, egoístas y tan arrogantes y dominantes que el desagrado de Dios está sobre ellos? Nuestras instituciones necesitan ser purificadas como lo fue el templo cuando Cristo estuvo en la tierra. El hombre se enseñorea sobre las conciencias de los hombres, el hombre dicta a sus semejantes como si fuera Dios. Por todas partes en todo el campo este espíritu está leudando los corazones con los mismos propósitos estrechos y egoístas. Tiene que venir entonces una reacción, ¿y quién pondrá las cosas en orden? Jesús dice: ‘Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz cada día y sígame» Carta 65, págs. 7,8 (Jun.19,1895).
El Presidente Da el Ejemplo. «Usted se refiere a su cargo como Presidente de la Asociación General, como si esto justificara su curso de acción que usted considera totalmente correcto, pero que, según la luz que al Señor plugo darme, yo considero equivocado en algunos aspectos. El mismo hecho de que usted ocupa una posíci6n de responsabilidad es la razón porque yo lo insto a mostrar un espíritu indulgente, cortés y semejante a Cristo, en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia. Sus hermanos en el ministerio que respetan a usted y su cargo, serán muy aptos de seguir su ejemplo al tratar tales cosas. Usted debe ser un ejemplo para sus hermanos, que merezca ser imitado. Sus palabras, su espíritu, su comportamiento, y también la manera en que usted trata a sus hermanos, están sembrando semillas para bien o para mal. Es tanto su privilegio como su responsabilidad, especialmente en la posición de confianza que ocupa, de pensar como Dios, entonces usted será fuerte en su fortaleza y manso y humilde como un niñito.
Aférrece estrechamente a su Biblia, porque sus verdades sagradas pueden purificar, ennoblecer y santificar el alma. Usted debe sostener la verdad y enseñar tal cual es en Jesús, de otra manera no tiene valor para usted. Ante la luz de la verdad de Dios, deje que las opiniones e ideas humanas, y también la sabiduría humana aparezcan como son a los ojos de Dios—como necedad. Que ningún hombre sienta que su posición como Presidente de la Asociación General o de una asociación, lo reviste de poder sobre las conciencias de otros y que sea opresiva en el menor grado , porque Dios no sanciona nada de esto. El debe respetar los derechos de todos, y tanto más porque él está en una posición en la cual otros tratarán de imitarlo.
Su posición lo pone bajo la más sagrada obligación de ser muy cuidadoso en cuanto a la clase de espíritu que usted abriga hacia sus hermanos. Ellos están realizando una parte en la causa de Dios lo mismo que usted. ¿No les enseñará y guiará Dios lo mismo que a usted? Usted no debe permitirse ni siquiera pensar de ellos sin bondad, y mucho menos erigirse como juez para censurar y condenar a sus hermanos, cuando quizá usted mismo, en muchos aspectos, puede ser más mercedor de censura que ellos. Su obra está bajo la inspección de Dios» Boletín 21, 1888, págs. 10, 11 (Octubre 14, 1888 al Hermano Butler).