Compartir la Responsabilidad

Comparta la Responsabilidad. «Los hombres dirigentes deben colocar responsabilidades sobre otros, y permitirles pensar e idear medios y ponerlos en ejecución, de manera que puedan obtener experiencia. Dadles una palabra de consejo cuando sea necesario, pero no les quitéis el trabajo porque pensáis que los hermanos están cometiendo errores. Dios se compadezca de su causa cuando la mente de un solo hombre y el plan de un solo hombre son seguidos sin ninguna pregunta. Dios no seria honrado si existiera un estado de cosas tal. Todos nuestros obreros deben tener oportunidad de ejercitar su propio juicio y discreción. Dios ha dado a los hombres talentos que él se propone que usen. El les ha dado una mente, y quiere que lleguen a ser pensadores, y tengan sus propios pensamientos y su propio planeamiento, más bien que depender de otros para que piensen por ellos.

Creo que he presentado este asunto muchas veces delante de vosotros, pero no veo cambio en vuestro comportamiento. Queremos que todos nuestros hombres responsables deleguen responsabilidades sobre otros. Asignad a otros trabajo que requiera de ellos planear y usar juicio. No los eduquéis para que dependan de vuestro juicio. Los jóvenes deben ser adiestrados para ser pensadores. Hermanos míos, no penséis ni por un momento que vuestra forma de obrar es la perfección, y que los que están relacionados con vosotros deben ser vuestra sombra, y el eco de vuestras palabras, y que deben repetir vuestras ideas y ejecutar vuestros planes» (Testimonios para los Ministros, pág. 307).

Mirad a Dios no al Hombre. «Tuve una larga conversación con el hermano Bell. Le dije muchas cosas. Traté de explicarle en que nuestros dirigentes se habían equivocado y obstaculizado la obra que estaban tan ansiosos de hacer progresar. Cada uno pensó que él era la persona que tenla que asumir todas las responsabilidades; se extendieron sobre demasiado terreno y fallaron en educar a otros a pensar, a actuar, a ser custodios y aligerar cargas, porque no les dieron oportunidad de hacerlo.

Yo le dije que no era el plan de Dios hacer las cosas así. El había actuado así y había acumulado sobre si mismo tantas cargas que no tenía fuerzas para llevarlas y no podía hacer justicia en nada. Dios le dio a cada hombre su trabajo de acuerdo con la habilidad de cada uno Y, cuando el hombre albergó la idea que debía asumir toda la responsabilidad porque creía que podía hacer las cosas en forma un poco más perfecta que otros, cometió pecado contra sí mismo y contra sus hermanos. El estaba educando a la gente a que mirara hacia él, a que esperara todo mediante él y no fueron educados a mirar hacia Dios y esperar que Dios hiciera grandes cosas para ellos. Ellos dependían de otros y confiaban en otros en vez de confiar en el Dios viviente, por eso muchos no tienen la experiencia que deberían tener y que los convertiría en obreros eficientes» W-24-83, págs. 1 , 2 (Agosto 23, 1883, a Willie y Mary White)

Que Otros Aprendan a Llevar Responsabilidades. «Estoy hondamente preocupada por sus constantes trabajos agotadores. Por favor, hagan trabajar a otros y trabajen ustedes mucho menos. Dios no quiere que usted y el pastor Haskell sean sacrificados. El desea que ustedes dejen de lado el trabajo y sean más bien planeadores y administradores. Vendrán tiempos cuando vuestros trabajos especiales serán una necesidad positiva, pero yo protesto contra el hecho de que ustedes tomen sobre sí tanto trabajo. Dios no lo requiere de ustedes y ustedes no deben hacerlo. ¿Aceptarán el consejo? ¿Permitirán que otros aprendan a llevar responsabilidades aunque cometan errores mientras ustedes sigan viviendo y puedan enseñarles a trabajar?

Se me ha mostrado que usted y el pastor Haskell, a la edad que tienen, deben poner cargas sobre otros. Asistan a menos congresos, hablen y trabajen menos en los congresos a los cuales asisten, esto forzará a otros a ponerse al frente para obtener una experiencia que es esencial para ellos. Para lograrlo deben hacer menos y otros deben trabajar más. Me ha sido mostrado que la obra está llegando1 a ser más importante. Queremos a estos hombres de experiencia como consejeros. No podemos prescindir de ellos. Esta no es la voz de la hermana White, sino el mensaje de Dios para ustedes. ¿Harán caso, ustedes dos? ¿Serán prudentes? ¿Están dispuestos a ser administradores y a trabajar menos?» B-117, 1886, pág. 6 (Junio 25, 1886 al hermano Butler).

El Peligro de la Exaltación Propia. «Ahora, mi hermano, yo siento por usted el más profundo interés, si no fuera así yo no le escribiría en la forma que lo hice. Pero en cuanto a mí, yo tengo que ser fiel. Yo digo las cosas tal como son, y si bien yo quisiera que todos en el sanatorio estuviesen unidos por lazos de perfecta unión, no quisiera sin embargo esa clase y calidad de unión de la cual usted es cerebro y juicio para cada uno de ellos, y que ellos consideren cada proposición y plan, cada palabra y acción, como libre de error o falta. En la multitud de consejeros hay seguridad. Dios no quiere que muchas mentes sean solamente la sombra de la mente de un hombre. Dios ha dado a los hombres cerebros para que los usen, intelectos para que los cultiven, y sean empleados para su gloria.

El es quien debe amoldar, controlar y formar las mentes según su propio diseño. Los hombres son nada más que hombres, cualquiera que sea su trabajo. Mientras mayor sea la responsabilidad de una posición, más importante es que la persona que ocupa esa posición no reciba más honores o ensalzamiento de lo que sea para su bien. El hecho es que, las personas son arruinadas por las alabanzas y honores que se les otorgan como si fuesen infalibles. Si bien se debe respetar como corresponde a los que Dios ha confiado talentos más que comunes, el hombre así dotado necesita andar más humildemente y más estrechamente con Dios mientras progresa. Toda la influencia que estas aptitudes le confieren, lo harán un hombre mejor, más santo, más manso y humilde, o lo llevarán a pensar lo que otros han pensado, ‘no soy un hombre común, y puedo hacer cosas que otros no pueden hacer, y no será pecado’. Esto es un error común, pero es también un error destructivo. Tal hombre necesita aprender diariamente importantes lecciones del más grande Maestro que el mundo jamás ha conocido. Cristo tiene que morar en el corazón de ese hombre, lo mismo como la sangre tiene que estar en el cuerpo, circulando como un poder vivificante. No puedo ser más apremiante en cuanto a este asunto. No puedo recalcar con toda la fuerza que quisiera que usted no debe confiar demasiado en sí mismo» Carta 7, 1886 (Abril 26, 1886 a J. H. Kellog).

El Deber de Entrenar a Otros. «Aunque le parezca difícil desentenderse de responsabilidades que otros no pueden asumir, sin embargo es su deber entrenar a otros para ocupar posiciones de responsabilidad, para que cuando usted necesite el cambio y el descanso, que realmente debe tener, usted pueda tomarlo. Yo creo que usted y su esposa deberían visitar a California. De nuevo usted ha trabajado intensamente bajo una fuerte presión. Dios le ha conservado la vida, pero usted no es inmortal, y usted puede morir lo mismo como han muerto otros antes que usted, al tratar de vivir dos años en uno.

Por años, cuando los asuntos del sanatorio fueron desplegados delante de mí, me fue mostrado que usted estaba recargándose hasta el punto de perjudicarse, y al hacerlo estaba privando a otros de una experiencia. Los que están conectados tan estrechamente con usted en el sanatorio están listos para asentir con cada movimiento que usted hace, y a decir ‘sí’ a cada propuesta, pero sin usar su juicio individual, y sin exigir a sus mentes esfuerzo alguno a fin de tener opiniones sanas e ideas claras, no prestadas, sino propias. Hombres en puestos de responsabilidad se han calificado a sí mismos en esta dirección por el mismo proceso al cual usted y otros han tenido que someterse para estar calificados para esta clase de trabajo. Ahora bien, si usted releva a esas personas de esta parte responsable del trabajo, entonces se convierten en autómatas. Su cabeza planea, proyecta, da vuelta a la manivela, les da cuerda, para aflojar otra vez y dar cuerda nuevamente. Esta es una de las razones por las cuales tenemos tan pocos obreros hoy día que usan su cerebro; y esta es la razón por la cual los hombres que usan su cerebro, están bajando a la tumba, porque han sido cerebro para otros. Yo le diré con claridad, como una madre le diría a su hijo, usted ha tenido un decidido fracaso en esto. No puedo en este momento intentar especificar todos esos errores, pero hay en usted un amor por la supremacía, se dé cuenta o no, que si usted no lo hubiera acariciado tendría ahora a su lado a hombres que se hubieran desarrollado como médicos útiles; hombres que estarían desarrollándose constantemente, y de los cuales usted podría haber dependido. Pero usted no les dio todas las ventajas que usted mismo hubiera reclamado si hubiera estado en su lugar. Ellos necesitaban, y el caso lo requería, que usted hiciera más por ellos de lo que usted les dio cuando llegaron a cierto punto a fin de perfeccionarlos en el trabajo. Lo haya planeado o no, lo haya sabido o no, usted permitió que llegaran hasta ese punto y no más lejos. Esto no es justicia para ellos ni para usted ‘ ni es justo que el sanatorio dependa tanto de un hombre. las cosas no deberían ser así en ninguna de nuestras instituciones, porque estos no son los métodos de Dios» Carta 7, 1886 (Abril 26, 1886 a J. H. Kellog).

La Sabiduría de Dios Tiene que Ser Entretejida en la Experiencia Diaria. Con la gracia de Cristo en el alma, usted puede ser poderoso por medio de Dios, haciendo retroceder los poderes de las tinieblas. Solamente el poder de la verdad lo mantendrá firme, teniendo en vista la gloria de Dios. Los que están estrechamente relacionados con usted tienen solemnes responsabilidades. Usted deposita confianza en ellos, y es su deber aferrarse a Dios, y buscar su gloría, apoyándose firmemente en el brazo de la Omnipotencia, no confiando o apoyándose en algún brazo humano. Ellos deberían utilizar hasta el máximo las actitudes que Dios les ha dado, porque tendrán que dar cuenta de ellas a Dios. Deberían estar creciendo constantemente; nunca deben cesar en su progreso. Pero debe conseguir toda la ayuda que se les pueda dar como soldados de Jesucristo en esta santa guerra. Todo el conocimiento que el apóstol reconoce como verdadera ciencia, debe ser adquirido hasta donde sea posible. Todo lo que puede fortalecer o expandir la mente, debería ser cultivado hasta el máximo de las facultades individuales. Aunque es privilegio de aquellos que están conectados con usted de adquirir todo esto, solamente pocos están alcanzando la norma, y existe el peligro de que ellos sean engañados en cuanto a sus propias adquisiciones. Si no progresan, van a retroceder, y usted mismo estará bajo un engaño a menos que la sabiduría que procede de Dios sea entretejida en la experiencia diaria de usted como en la de ellos.

Yo he pensado en las razones que usted tiene para no confiar responsabilidades a sus obreros; pero usted no ha sido tan chasqueado y afligido como nuestro Redentor lo ha sido por nuestro trabajo chapucero. Hemos demostrado demasiado poca fidelidad hacia Aquel que nos compró con su propia sangre. Yo estoy contenta con cada poquito de interés que usted muestra en asuntos religiosos. La manera de llegar a ser grande y noble es ser como Jesús, puro, santo, incontaminado. Tal como veo las cosas, los honores que usted pueda recibir de médicos y de grandes hombres no son de mucho valor, pero el honor que puede recibir del Señor es del más alto valor. Yo quiero que usted no llegue a ser casi vencedor, sino completamente vencedor, y más que vencedor por medio de Aquel que lo amó y entregó su propia vida para salvarlo de la ruina. Usted necesita cada día más y mayor confianza en Dios. Yo quiero que usted sea el hombre más feliz que llegue al cielo. Yo deseo que usted esté en paz con Dios aquí, y que pueda estar en el cielo después. Usted tiene que pelear la batalla de la fe para vencer el escepticismo y la infidelidad» Carta 7, 1886 (Abril 26, 1886 a J. H. Kellog)

Consejo a un Dirigente Egoísta «Mientras usted tiene demasiado que hacer, otros no tienen suficiente. Usted no concede a otros la oportunidad de mejorar su eficiencia por medio de la experiencia práctica.

Usted consiente en ser ayudado y asesorado si sus ayudantes dejan que la responsabilidad principal descanse en usted. Especialmente entre sus compatriotas usted desea ser colocado sobre todos los demás.

Pareciera que usted no tiene la habilidad de educar a hombres jóvenes y de darles la oportunidad de hacer aquello para lo cual tienen talentos si se les diera la oportunidad de aprender. Esta es la obra que debiera haber sido hecha, pero que usted dejó sin hacer. Si usted fuera desinteresado, si tuviera la mansedumbre y la humildad de Cristo, aprendería a entrenar a los jóvenes para el servicio útil …

Usted no trata con paciencia de familiarizar a otros con todos los aspectos de la obra. Esto es porque usted desea ser el primero, y no quiere que otros lleguen a conocer los detalles de la obra, ni que lleguen a ser tan eficientes como usted. Usted tiene demasiado confianza en sí mismo, una estimación demasiado alta de su propia habilidad. Usted debiera tener hoy a su lado un gran número de obreros inteligentes a quienes debería haber entrenado. Pero usted ha amoldado las cosas de acuerdo con sus propios preceptos estrechos, y por eso todavía está casi solo…

Es su deber cambiar su modo de actuar, aprender a ver y reconocer habilidad y talento en otros y no solamente en usted. Por amor a Cristo, no trate de señorear sobre su heredad, sino sea un ejemplo para la grey. Dé a otros el beneficio de todo el conocimiento que el Señor le ha dado a usted.

El le ha dado a usted este conocimiento para que lo imparta. Enseñe a otros todo lo que usted sabe, no de una manera arbitraria burlándose de sus errores y ridiculizando su ignorancia; sino con un espíritu bondadoso, sentándose usted mismo a los pies de Jesús como un aprendiz. Lleve jóvenes a la casa de la misión y sea su instructor, enseñándoles como si enseñara a estudiantes en una escuela» Carta 10, 1894 (Octubre 27, 1894 a J. 0. Corliss).

En la actualidad, al Señor le agradaría que los que están ocupados en cualquier parte de su obra, se cuidaran de la tendencia de asumir responsabilidades que no han sido llamados a llevar. Algunos de sus siervos deben dirigir los asuntos administrativos con relación a su obra en la tierra; otros deben atender los asuntos espirituales. Cada obrero debe tratar de hacer bien su parte, dejando a otros los deberes que les fueron confiados» Review and Herald, Octubre 5, 1905.

Coloque Responsabilidades Sobre Otros. «Creo que he presentado este asunto muchas veces delante de vosotros, pero no veo cambio en vuestro comportamiento. Queremos que todos nuestros hombres responsables deleguen responsabilidades sobre otros. Asignad a otros trabajo que requiera de ellos planear y usar su juicio. Los jóvenes deben ser adiestrados para ser pensadores. Hermanos míos, no penséis ni por un momento que vuestra forma de obrar es la perfección, y que los que están relacionados con vosotros deben ser vuestra sombra, y el eco de vuestras palabras, y que deben repetir vuestras ideas y ejecutar vuestros planes» (Testimonios para los Ministros, pág. 307).

No Hay Realeza en la Iglesia Adventista. «Dios no ha establecido realeza alguna en la iglesia adventista del séptimo día para controlar algún ramo de su obra . ‘No ha dispuesto que la carga de la dirección descanse sobre unos pocos hombres. Las responsabilidades están distribuidas entre un gran número de hombres competentes» (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 240).