Atrapadas en la red


Tentaciones virtuales, consecuencias reales

Cintia estaba saturada de su matrimonio. Con el nacimiento de los hijos y el trabajo, cada vez más absorbente, de su esposo, la intimidad de la pareja terminó perjudicada. Ya no conversaban como cuando estaban de novios o recién casados. Los compromisos y las responsabilidades parecían disputar el tiempo que antes era dedicado al diálogo “cara a cara”, al cariño y al romance. Hasta parecía que estaba casada con otro hombre, y que ella se había convertido en otra mujer. Pero Cintia no tenía tiempo ni siquiera para pensar en esto de con tranquilidad. Sencillamente, fueron dejando que la “vida los llevara”, consolándose en silencio, pensando que todos los matrimonios pasan por lo mismo.

Cierto día, en una de esas raras veces que ella se daba el lujo de pasar momentos desligada del cotidiano vivir, se conectó a Facebook y, para su sorpresa, un ex novio de sus tiempos de la universidad le había enviado un mensaje. Al comienzo, fue solo un “Hola, ¿cómo va todo?” Pero, con el tiempo, el diálogo fue “evolucionando” y comenzaron a compartir confidencias. ¿Por qué fue que ella había terminado con ese noviazgo? El muchacho de aquellos tiempos era ahora un empresario exitoso, divorciado y de “buena labia” (hablar convincente). Aparentemente, la vida le había enseñado a ser comunicativo y seductor. Parecía entender los pensamientos de ella. Se despertaron sentimientos indebidos en el corazón de Cintia. Y, para acortar esta historia con final previsible y triste, aquello que antes era solo conversaciones virtuales terminó transformándose en conversaciones reales encubiertas y, finalmente, en compromiso físico. Cintia cambió un matrimonio de diez años por una aventura amorosa. Pero, lo peor vino después de la separación: ella descubrió que su antiguo novio tenía defectos semejantes a los de su ex esposo; y otros, hasta peores. Pero ya era demasiado tarde para advertir que todo hombre (y toda mujer) tiene sus defectos (generalmente percibidos solo con la convivencia y después de un tiempo), y que prácticamente todas las relaciones desgastadas pueden ser rescatadas si existe amor, interés, disposición y compromiso por parte de los cónyuges.

Desdichadamente, la historia de Cintia (con algunas variantes) se ha vuelto más común de lo que se piensa. Innumerables parejas han sido destruidas por causa de la ilusión generada por las redes sociales y por romances y traiciones virtuales. En lugar de invertir en la interrelación real, hay personas que viven de sueños, creyendo que detrás de una computadora o una Tablet puede estar el hombre o la mujer de su vida, aquel o aquella que satisfará todos sus deseos.

Tentaciones diferentes

Las diferencias entre hombres y mujeres ayudan a entender la manera en que ambos géneros son tentados en el mundo virtual. En el libro Su matrimonio e Internet, Thomas Whiteman y Randy Peterson citan algunas diferencias:

1. Los hombres compartimentan; las mujeres mezclan. El cerebro de los hombres es una oficina con cubículos; el de la mujer es una sala de estar. Ellos son más propensos a tener (y esconder) sus “casos”. Piensan que así pueden conducir un matrimonio normal con un compartimento del cerebro, mientras que mantienen “otra vía” en otro compartimento.

2. Las mujeres tienden a ser más verbales que los hombres. En general, las mujeres tienen una conexión mayor entre los sentimientos y el lenguaje.

3. Las mujeres son más relacionales que los hombres. Las mujeres tienden a ser mejores que los hombres en el desarrollo de lazos emocionales con otras personas.

4. A los hombres les gusta el control y la independencia. Se debe a la combinación de instintos competitivos con la falta de habilidad relacional.

Tomando en cuenta estas diferencias, podemos concluir que las mujeres se sienten más estimuladas por libros románticos que por material de sexo explícito; de ahí el éxito de obras como Cincuenta tonos de gris, considerada “pornografía para amas de casa”. Entonces, cuando leen historias románticas o se involucran en diálogos románticos virtuales, pueden experimentar un tipo de euforia causado por la liberación de dopamina en el cerebro, el mismo neurotransmisor que les comunicaba placer cuando tomaban la mano de su novio o besaban a su marido, por ejemplo.

Whiteman y Peterson afirman: “Los chat [conversación por Internet] atraen a las mujeres con la promesa de relaciones humanas. Pero la dinámica que allí ocurre parece alterar su campo de acción, pues proporciona a los hombres una capacidad mayor de expresarse de maneras que le parecen más confortables. Por eso, algunas mujeres son arrebatadas de sus relaciones reales y se entregan a sus contactos con hombres en Internet. No es sencillamente ‘la seducción del otro’. Ellas pueden en verdad encontrar un nivel más profundo de comunicación en la computadora. ¿Por qué? Porque la conversación vía Internet ofrece a los hombres una zona de comodidad que las relaciones cara a cara no ofrecen” (Su matrimonio e Internet, pp. 60, 61).

Justamente por eso el ex novio de Cintia le pareció tan comunicativo y sensible cuando mantenían una relación virtual.

El dicho popular afirma: “Las mujeres usan el sexo para conseguir amor; los hombres usan el amor para conseguir sexo”. Así, “no es una sorpresa si el mismo patrón ocurre en la conversación por Internet: los hombres dan a los diálogos un tono cada vez más sexual; y las mujeres, desesperadas por intimidad, le siguen la corriente. […] Algunas mujeres que nunca buscaron, desde el comienzo, conversaciones sexuales, terminan involucradas en eso” (ibíd., p. 65).

Luchas diferentes

En el libro La batalla de toda mujer, Shannon Ethridge afirma: “Los hombres y las mujeres luchan de formas diferentes cuando se trata de la integridad sexual. Mientras que la batalla del hombre comienza con lo que él absorbe con los ojos, el de la mujer comienza en el corazón y en los pensamientos. (spellpundit.com) El hombre debe proteger sus ojos a fin de mantener la integridad sexual; y por el hecho de que Dios hizo que las mujeres se estimularan más emocional y mentalmente, debemos proteger de cerca nuestro corazón y nuestra mente tanto como nuestro cuerpo, si deseamos experimentar el plan de Dios para la satisfacción sexual y emocional. La batalla de la mujer es por la integridad sexual y emocional”.

Así, podemos incluso parafrasear Mateo 25:8 de la siguiente forma: “De cierto les digo que cualquier mujer que imagina con deseo a un hombre, en su corazón ya cometió adulterio con él”.

El secreto es nunca dar el primer paso en el camino equivocado. Es como escribió Thomas Watson: “Un hombre [mujer] piadoso[a] no irá por donde puede, para no ir más allá de lo que debe”. Pero ¿cómo saber que estamos yendo más allá de lo que debemos?

¿Está escondiéndose para navegar en Internet? “Si se descubre escribiendo o mirando cosas que no puede mostrar a su cónyuge, estamos ante una señal de peligro” (Su matrimonio e Internet, p. 137). Recuerde que, como escribió Elena de White, “existe en derredor de cada familia un círculo sagrado que debe preservarse. Ninguna otra persona tiene derecho a cruzar este círculo sagrado. El esposo y la esposa deben serlo todo el uno para el otro. Ella no debe tener secretos que rehú- se revelar a su esposo y comunique a otros, y él no debe tener secretos que no diga a su esposa y relate a otros. El corazón de la esposa debe ser una tumba para los defectos del marido, y el corazón de él una tumba para los defectos de ella. […] Se me ha mostrado que debe haber un escudo sagrado en derredor de cada familia” (El hogar cristiano, p. 156).

El uso de internet ¿está desviando su atención? ¿Está consumiendo sus energías? “En los votos tradicionales de matrimonio, el novio y la novia prometen honrarse uno al otro. Eso significa prestarle atención a su pareja; escuchar y corresponder. Si su entusiasmo con Internet está impidiendo hacer esto, es necesario implementar cambios de gran escala. […] El matrimonio da trabajo. Más allá del esfuerzo básico por mantener una casa, la pareja necesita servirse uno a otro. Eso requiere energía, ya sea para arreglar una cama o para los encuentros amorosos entre los dos. Cuando la energía de uno de los dos se agota por cualquier motivo, la relación sufre” (Su matrimonio e Internet, pp. 93, 95).

Que Dios nos ayude a recordar siempre que, si bien, las tentaciones en Internet son virtuales, sus consecuencias son bien reales.