El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos (Prov. 14:26)
Si el padre estuviera angustiado, ¿A dónde se dirigirán sus hijos? Los padres deberían estar seguros, ellos deberían saber lo que hacer, cómo resolver problemas, arreglar cosas y sobretodo, proteger a sus hijos del mal. Pero ¿Qué sucede si un niño ve el miedo en la cara de su padre? Y ¿Si ese padre estuviera tan asustado así como el niño y no supiera qué hacer? En este caso el niño queda totalmente perturbado y se asusta. El siente que el único lugar firme, bueno y confortable de refugio no es más seguro.
Pero si el padre está seguro de sí mismo, el niño tendría un refugio. Si el padre no está entrando en pánico sino está calmado y firme, todos los muros pueden venir abajo, todas las ondas pueden quebrarse, todas las serpientes pueden silbar y los leones rugir; pero los brazos de su padre aún serán un lugar seguro. El padre es un refugio siempre y cuando sea un padre seguro de sí mismo.
Es por eso que Proverbios 14:26 dice que “Él será un refugio para sus hijos” si el padre posee una confianza firme. La confianza del padre es el refugio de sus hijos. Padres, la batalla para ser confiado no trata a penas a nosotros sino sobre la seguridad de nuestros hijos. Es sobre el sentimiento de seguridad y felicidad de ellos. Es sobre si ellos creciesen preocupados o firmes en la fe. Hasta que los niños puedan conocer a Dios de una manera profundamente personal, nosotros somos la imagen y a personificación de Dios en sus vidas. Si fuéramos confiados, confiables y seguros para ellos, ellos serán mucho más inclinados a acercarse a Dios como a su refugio cuando, más tarde, les vengan tempestades.
Entonces, ¿Cómo debemos obtener esta “firme confianza”? Al final, también somos pequeñitos, somos vasos de barro, débiles, quebrados, luchando contra dudas y ansiedades. ¿Será que la solución es fingir de la mejor manera y esconder lo que somos de verdad? En el mejor de los casos este comportamiento nos traerá úlceras, y en el peor, al doble error de deshonrar a Dios y rechazar a nuestros adolescentes. Esta no es la respuesta.
Proverbios 14:26 nos da otra respuesta: “El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos”. Esto es bastante extraño. Dice que la solución para el temor es temor. La solución para la timidez es el temor. (https://yurtsofamerica.com) La solución para la incerteza es el temor. La solución para las dudas es el temor. ¿Cómo puede ser posible?
Parte de la respuesta es que el “temor del Señor” significa tener miedo de deshonrar al Señor, lo que significa tener miedo de dudar del Señor. Que significa tener miedo de temer cualquier cosa que el Señor haya prometido ayudarte y superar. En otras palabras, el temor del Señor es el gran destructor de temores.
Si Dios dice, “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy Dios. Te fortaleceré y te ayudaré” (Is 41:10), entonces, es alarmante preocuparse por el problema del cual Él dijo que te ayudará. Temer al problema cuando Él te dice “No temas porque te ayudaré” es un voto de desconfianza contra la palabra de Dios, y esto es una gran ofensa a Dios. Y el temor al Señor, al contrario, hace temblar a cualquiera ante tal ofensa a Dios.
Si el Señor dice, “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré“, entonces confiadamente puedes decir: “El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?“ (Hebreos 13:5-6). Si el Señor te dice eso, entonces no confiar en la presencia y prometidos por el Señor es una especie de orgullo. Esto pone nuestro parecer del encima del parecer de Dios. Es por eso que leemos las maravillosas palabras del Señor en Isaías 51:12: “Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba?“ ¿Quién eres para temer a los hombres, cuando Dios te prometió ayudar? En este caso, temer al hombre es orgullo. Y el orgullo es el extremo opuesto del temor de Dios.
Entonces, sí, el Proverbio es verdadero y de gran ayuda para nosotros. Teman a Dios, padres. Teman a Dios. Teman de deshonrarlo. Teman de dudar de Él. Teman poner su evaluación del problema encima de la de Él. Él dice que puede ayudar. Él es más inteligente. Él es más fuerte. Confía en Él. Teme desconfiar de Él.
¿Por qué? Él actúa en favor de quienes en él confían (Is 64:4). Él resolverá el problema. Él ayudará a la familia. Él cuidará de los pequeñitos. Él satisfará sus necesidades. Teme dudar de eso. Y entonces, tus hijos tendrán un refugio. Ellos tendrán un Padre que “tiene firme confianza” – no en sí mismo, pero en las promesas de Dios, de las que teme de no confiar.
Aprendiendo a temer al Señor para el bien de mis hijos.