Declaración sobre Transgénero

Declaración sobre Transgénero

“Declaración sobre transgénero”

La creciente familiaridad con las necesidades y los desafíos que los hombres y mujeres transgénero experimentan, y el aumento de las cuestiones transgénero con relevancia social a nivel mundial, plantea importantes preguntas no solo para los afectados por el fenómeno transgénero sino también para la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Mientras las luchas y los desafíos de quienes se identifican como transgénero tienen algunos elementos en común con las luchas de todos los seres humanos, reconocemos la singularidad de su situación y la limitación de nuestro conocimiento en ocasiones específicas. Aun así, creemos que la Escritura provee principios que guían y aconsejan tanto a las personas transgénero como a la iglesia, principios que trascienden las convenciones humanas y la cultura.

 

El fenómeno transgénero

En la sociedad moderna, identidad de género normalmente significa “el desempeño público (y por lo general legalmente reconocido) como niño o niña, u hombre o mujer”, mientras que sexo se refiere “a los indicadores biológicos masculinos y femeninos”.[i] La identificación del género generalmente está de acuerdo con el sexo biológico de la persona al nacer. Sin embargo, la desalineación puede ocurrir a nivel físico o mental-emocional.

A nivel físico, la ambigüedad en los genitales puede ser producto de anormalidades anatómicas o fisiológicas, por lo que no se puede establecer claramente si la persona es masculina o femenina. Esta ambigüedad de diferenciación sexual anatómica es comúnmente llamada hermafroditismo o intersexualidad.[ii]

A nivel mental-emocional la desalineación ocurre con personas transgénero cuya anatomía sexual es claramente masculina o femenina, pero que se identifican con el género opuesto de su sexo biológico. Se describen como si estuvieran atrapados en el cuerpo incorrecto. El término transgénero ‒antes diagnosticado clínicamente como “desorden de identidad de género” y ahora denominado “disforia de género”‒ puede ser entendido como un término general para describir la variedad de formas en las que el individuo interpreta y expresa su identidad de género de manera diferente a los que determinan el género en base al sexo biológico.[iii] “La disforia de género se manifiesta de muchas maneras, incluyendo fuertes deseos de ser tratado como el otro género o de librarse de las características sexuales de uno mismo, o una fuerte convicción de que uno tiene sentimientos y reacciones típicas del otro género”.[iv]

Dado que la tendencia actual es rechazar el género binario bíblico (masculino y femenino) y reemplazarlo por un creciente espectro de tipos de género, ciertas elecciones provocadas por la condición transgénero han llegado a ser consideradas normales y aceptadas en la cultura de nuestros días. Sin embargo, el deseo de cambiar de sexo y vivir como una persona de otro género puede resultar en la elección de un estilo de vida bíblicamente inapropiado. La disforia de género puede, por ejemplo, dar lugar a vestirse como el sexo opuesto,[v] a la cirugía de reasignación de sexo y al deseo de tener una relación marital con una persona del mismo sexo biológico. Por otra parte, las personas transgénero pueden sufrir silenciosamente, llevando una vida célibe o al casarse con una persona del sexo opuesto.

 

Principios bíblicos relativos a la sexualidad y el fenómeno transgénero

Mientras el fenómeno transgénero debe ser evaluado por la Escritura, los siguientes principios bíblicos y enseñanzas pueden ayudar a la comunidad de la fe a relacionarse de forma bíblica y a la manera de Cristo con las personas afectadas por la disforia de género:

  1. Dios creó a la humanidad como dos personas que son respectivamente identificadas como masculino y femenino desde el punto de vista del género. La Biblia inseparablemente liga el género al sexo biológico (Gén. 1:27; 2:22-24) y no hace una distinción entre los dos. La Palabra de Dios afirma la complementariedad así como también claras distinciones entre lo masculino y lo femenino en la creación. El relato de la creación en Génesis es fundamental para todos los temas relacionados con la sexualidad humana.
  2. Desde una perspectiva bíblica, el ser humano es una unidad psicosomática. Por ejemplo, la Escritura repetidamente llama a la totalidad del ser humano un alma (Gén. 2:7; Jer. 13:17; 52:28-30; Eze. 18:4; Hech. 2:41; 1 Cor. 15:45),[vi] un cuerpo (Efe. 5:28; Rom. 12:1, 2; Apoc. 18:13),[vii] carne (1 Ped. 1:24) y espíritu (2 Tim. 4:22; 1 Juan 4:1-3). Por consiguiente, la Biblia no respalda el dualismo en el sentido de la separación entre el cuerpo y la percepción de la sexualidad de uno mismo. Además, la Escritura no concibe una parte inmortal del ser humano, porque solo Dios posee inmortalidad (1 Tim. 6:14-16) y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor. 15:51-54). Por consiguiente, un ser humano también está destinado a ser una entidad sexual indivisible; y la identidad sexual no puede ser independiente del cuerpo. De acuerdo con la Escritura, nuestra identidad de género, tal como Dios la diseñó, está determinada por nuestro sexo biológico al momento del nacimiento (Gén. 1:27; 5:1, 2; Sal. 139:13, 14; Mar. 10:6).
  3. Sin embargo, la Escritura reconoce que, debido a la caída (Gén. 3:6-19), el ser humano completo (es decir, nuestras facultades mentales, físicas y espirituales) está afectado por el pecado (Jer.17:9; Rom. 3:9; 7:14-23; 8:20-23; Gál. 5:17) y necesita ser renovado por Dios (Rom. 12:2). Nuestras emociones, sentimientos y percepciones no son indicadores totalmente confiables de los designios, los ideales y las verdades de Dios (Prov. 14:12; 16:25). Necesitamos que Dios nos guíe a través de la Escritura para determinar qué es lo mejor para nosotros y para vivir de acuerdo con su voluntad (2 Tim. 3:16).
  4. Que algunos individuos declaren una identidad de género incompatible con su sexo biológico revela una seria dicotomía. Este quebrantamiento o angustia, se perciba o no, es una expresión de los efectos destructivos del pecado en los seres humanos y puede tener una variedad de causas. Aunque la disforia de género pueda no ser considerada intrínsecamente un acto pecaminoso, puede derivar en elecciones pecaminosas. Es otro indicador de que, a nivel personal, los humanos estamos involucrados en el gran conflicto.
  5. Mientras que los hombres y mujeres transgénero estén comprometidos a ordenar su vida de acuerdo con las enseñanzas bíblicas en cuanto a la sexualidad y el matrimonio, pueden ser miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. La Biblia identifica clara y consistentemente que toda actividad sexual fuera del matrimonio heterosexual es pecado (Mat. 5:28, 31, 32; 1 Tim. 1:8-11; Heb. 13:4). Los estilos de vida sexual alternativos son distorsiones pecaminosas del maravilloso don divino de la sexualidad (Rom. 1:21-28; 1 Cor. 6:9, 10).
  6. Puesto que la Biblia se refiere a los seres humanos como entidades holísticas y no hace diferencia entre sexo biológico e identidad de género, la iglesia exhorta enfáticamente a los hombres y mujeres transgênero a no realizarse la cirugía de reasignación sexual; y si se han sometido a tal procedimiento, recomienda no contraer matrimonio. Desde la perspectiva bíblica-holística de la naturaleza humana, no se puede esperar una transición completa de un género a otro y la obtención de una identidad sexual integral en el caso de realizarse una cirugía de reasignación sexual.
  7. La Biblia manda a los seguidores de Cristo a amar a todos. Creados a la imagen de Dios, todos deben ser tratados con dignidad y respeto. Esto incluye a los hombres y mujeres transgénero. Poner en ridículo, abusar u hostigar a una persona transgénero es incompatible con el mandamiento bíblico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mar. 12:31).
  8. La iglesia, como comunidad de Jesucristo, está destinada a ser un refugio y un lugar de esperanza, cuidado y comprensión para todos los que estén confundidos, sufriendo, luchando y sintiéndose solitarios, porque “la caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio” (Mat. 12:20, RVR 60). Todas las personas están invitadas a asistir a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y disfrutar de la camaradería de los creyentes. Los que son miembros pueden participar plenamente en la vida de la iglesia mientras acepten el mensaje, la misión y los valores de la iglesia.
  9. La Biblia proclama las buenas nuevas de que los pecados sexuales cometidos por heterosexuales, y por hombres y mujeres involucrados con homosexualidad y transgenerismo u otros, pueden ser perdonados, y las vidas pueden ser transformadas a través de la fe en Cristo Jesús (1 Cor. 6:9-11).
  10. Se anima a los que experimentan incongruencia entre su sexo biológico y su identidad de género a seguir los principios bíblicos para lidiar con su angustia. Se los invita a reflexionar en el plan original de Dios de pureza y fidelidad sexual. Debido a que pertenecemos a Dios, todos somos llamados a honrarlo con nuestros cuerpos y con nuestras decisiones relacionadas con el estilo de vida (1 Cor. 6:19). Se anima a los hombres y mujeres transgénero, junto con todos los creyentes, a esperar en Dios, y se les ofrece la totalidad de la compasión, paz y gracia divinas en anticipación al pronto regreso de Cristo, cuando todos los verdaderos seguidores de Cristo serán completamente restaurados al ideal de Dios.