El Banco de la Iglesia le Responde al Púlpito

El Banco de la Iglesia le Responde al Púlpito

EL BANCO DE LA IGLESIA LE RESPONDE AL PÚLPITO:

Niels-Erik Andreasen

 

Antes de jubilarme, generalmente me sentaba en la iglesia cerca del frente o hasta me quedaba en pie en el púlpito. Ahora, estoy sentado en el medio, rodeado por otros que, como yo, ocupan sus lugares en el banco. Es así como debe ser, y mi esposa y yo tenemos la bendición de poder sentarnos en un banco cómodo en una iglesia no muy lejos de nuestra casa, agradecidos por tener un pastor ocupando el púlpito. Esa transición del púlpito al banco me recordó vívidamente que el púlpito es para hablar y el banco para escuchar.

Estoy en la iglesia rodeado por fieles que, como yo, vinieron a escuchar. Claro, he notado que algunos adoradores se expresan de sus asientos con las manos levantadas, o a veces diciendo “Amén” u otra exclamación. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que el púlpito es para hablar, así como el banco es para escuchar. El apóstol Pablo se sentiría orgulloso de nosotros por mantener ese orden en la iglesia (1 Corintios 14:40), y no me gustaría cambiarlo.

Sin embargo, a veces me pregunto qué diría el banco si pudiera responderle al púlpito, no de una forma ruda y perturbadora, sino de forma silenciosa y pensativa. Aquí están algunos pensamientos que creo que el banco compartiría con el púlpito sobre el sermón, las oraciones, los himnos y el resto, si pudiera hablarle al púlpito.

El SERMÓN

La mayoría de los sermones son preparados por el pastor en su estudio en uno o más días antes del culto, durante un período intenso de estudio, oración y meditación. Mientras tanto, los adoradores van a la iglesia el sábado de mañana esperando escuchar la palabra de Dios. ¿Cómo puede la preparación del pastor atender las expectativas del adorador?

Las mejores respuestas a esa pregunta las obtiene visitando a los que ocupan el banco y escuchándolos. Por lo tanto, mi conclusión es que la preparación del sermón comienza con el conocimiento de los feligreses. La mayoría de los que se sientan en el banco semana tras semana se parecen mucho a mí, al lado de mi esposa, bien vestida (o más casual, como es la costumbre de hoy en día), respetable y generalmente atenta. Algunos son más jóvenes y tal vez se ríen un poco de vez en cuando. Otros son más viejos y tienden a cerrar los ojos por un minuto de vez en cuando. Sin embargo, todos estamos donde queremos estar y escuchamos.

“Cuando usted predica sobre asuntos importantes de la vida de la iglesia, de la sociedad y del mundo, somos beneficiados; pero cuando usted predica el evangelio, somos bendecidos”.

Un pastor que nos visita pronto aprendería que la vida diaria de un cristiano, a pesar de las apariencias, no siempre es fácil. Los estudiantes universitarios y los adultos jóvenes enfrentan enormes presiones debido a los estudios, al trabajo o a grandes emprendimientos estudiantiles además de otros gastos. En seguida, le sigue la lucha para acompañar a los amigos o colegas que están en mejor situación, son más inteligentes, más lindos y populares.

Los padres siempre se preocupan por sus hijos, sean estos jóvenes o adultos. Los cónyuges ven desaparecer la felicidad de su primera luna de miel bajo la rutina diaria en el trabajo, en la casa, o debido al presupuesto o a la estabilidad en el empleo. Y los miembros de más edad ven la vida desvaneciéndose gradualmente bajo el peso de la edad y la enfermedad. Por debajo de toda respetabilidad, buenos modales y apariencia agradable, las casas cómodas en donde vivimos, los buenos autos que conducimos, la prosperidad y los logros que exhibimos, se esconden miedos familiares, inseguridades y decepciones o solo las preocupaciones de las que todos somos parte.

Entonces, ¿sobre qué predicar? El evangelio siempre es un vencedor. Cierta vez, después de un sermón especialmente bueno elogié a nuestro pastor y agregué esto: “Cuando usted predica sobre asuntos importantes de la vida de la iglesia, de la sociedad y del mundo, somos beneficiados; pero cuando usted predica el evangelio, somos bendecidos”.

Si el sermón es solo predicar el evangelio, no puede estar basado en experiencias personales o anécdotas, no importa cuán encantador y dulce sea. Ellas sirven como ilustraciones, pero el sermón debe estar basado en las Escrituras.

El primer paso en la predicación de un sermón así es visitar y conocer a los adoradores. Los próximos pasos son lectura, oración y meditación en el estudio del pastor. Muchas veces mientras preparaba un sermón, me detenía, examinaba mis anotaciones mientras recordaba conversaciones con miembros de la iglesia, y entonces me preguntaba: ¿Es realmente esto lo que el Sr. Smith y la Sra. Brown necesitan oír mañana? ¿Este sermón es para mí o para ellos? La dura respuesta a esa pregunta terminó con la pila de anotaciones equivocadas de sermones en el fondo de mi cesto de papeles. El banco le diría al púlpito: “Conózcanos, predique el evangelio, queremos escuchar la Palabra de Dios”.

LA ORACIÓN

Cierta vez, al frecuentar una iglesia y estar reunido con varios otros líderes de la iglesia a la que visitábamos, el pastor local distribuyó la actuación a cada invitado, y yo recibí la indicación de realizar la oración pastoral. “Sería mejor que los liderara en la oración un anciano local que conoce la congregación” pensé. Pero, el motivo de la oración de cada mañana no es una oración por las personas y sus necesidades, por lo que debe conocerlas. En cambio, la oración de la mañana es una oración a Dios hecha por el pueblo. Durante la oración de la mañana, el líder hace que los pensamientos más íntimos de la congregación sean expresados a Dios desde el banco.

Por lo tanto, la oración de la mañana debe prepararse con cuidado para que exprese los pensamientos de las personas con relación a Dios. Deben incluir alabanza y adoración; acciones de gracias y alegría; confesiones de perdón; y también peticiones y compromiso. Pero tienen que venir del corazón de los adoradores, expresar lo que realmente sienten, cosas sobre las cuales hablaron, compartieron, se preocuparon, sintieron pena y por las cuales se alegraron. Algunas oraciones públicas son muy personales y específicas. Eso puede resultar incómodo e innecesario. Mucho mejor es orar de tal forma que los adoradores individuales se sientan silenciosa e invisiblemente con el corazón en recogimiento y concuerden, pensando: Sí, esta también es mi oración.

Cuando la oración matinal es formal, ya sea porque simplemente es leída de un libro de oraciones o porque es improvisada en el lugar con todas las frases familiares armadas, fácilmente se degenera en un mero interludio en el culto de adoración. De ese modo, una parte particularmente importante se pierde, o sea, el momento para hablar con Dios de manera honesta y colectiva. Así, lo que el banco le dice al púlpito es: “Prepare la oración, haga de ella nuestra oración (usted nos conoce), hable honestamente, y no por mucho tiempo”.

LOS HIMNOS

Probablemente es imposible llegar a un acuerdo sobre la música. Para comenzar, parece que en general en las iglesias a las que asistí, las personas en los bancos dejaron de hablar sobre el uso de los himnos. Es muy complicado y causa división, y muchos adoradores leen el boletín mientras se está interpretando la música.

Sin embargo, algunos comentarios sobre este asunto se escuchan de vez en cuando. Los himnos tradicionales del himnario se usan raramente en muchos lugares, y cuando se selecciona uno, generalmente se proyecta en una pantalla, indicando que, sorprendentemente, la pantalla sustituyó al libro. La participación generalmente es buena si el himno es un “favorito antiguo”.

Sin embargo, descubrí que hay una resistencia creciente a los himnos tradicionales. Algunos notaron que, desde la publicación del himnario, vimos una variedad de nuevas traducciones de la Biblia para que sea más fácil a las nuevas generaciones leer las Escrituras con comprensión. No vimos un esfuerzo semejante para renovar el himnario y el canto de himnos en la iglesia. Existen himnos más nuevos en el estilo tradicional, usando la escritura contemporánea con melodías de himnos más nuevos y actuales, pero raramente son elegidos, con el resultado de que los mejores himnos más antiguos también se omiten. En su lugar se eligen las canciones de alabanza más populares y generalmente se “ejecutan” con amplificación y acompañadas por una variedad de instrumentos, muchas veces, pero no siempre, liderados por miembros más jóvenes.

Sin embargo, en muchos lugares, relativamente pocos adoradores participan cantando juntos. Se puede argumentar que nuestra himnología falló en muchas iglesias, dejando un vacío, y los cantos de alabanza simplemente lo llenaron con algo nuevo y atractivo para muchos. Las palabras de las canciones de alabanza, en su mayoría son familiares y directas, y pertenecen al discurso cotidiano que comunican. Las letras tienden a lo emocional, sentimental, profundamente personal, sensual o incluso seductor, pero están llenas de gracia, pasión, amistad y amor. Están ajustadas a melodías y armonías sencillas, repetitivas, fáciles de cantar. Aun así, no lograron penetrar todo el camino de regreso a los bancos, aun en iglesias con una fuerte banda de músicos al frente impulsando el canto. ¿Será por causa de la resistencia de algunos fieles a ese tipo de música? ¿O porque muchas de las canciones carecen de la profundidad espiritual que ellos están buscando? ¿O la presencia omnipresente de la música de fondo nos está volviendo oyentes casuales? No sé si alguna vez le preguntamos al “banco” sobre eso.

La adoración cristiana siempre incluyó el canto. Es participativa, lo que no excluye la música tocada, claro, pero siempre incluye el canto participativo. Por lo tanto, tanto la letra como la música deben ser adecuadas al uso congregacional, aunque esto exija un poco de instrucción para comenzar. Las iglesias cristianas a lo largo de los siglos se inspiraron en buena música perteneciente a su época o escritas específicamente para el culto. Ningún período de la larga historia cristiana retiene un monopolio de la música en la iglesia. En vez de eso, cada período contribuyó con himnos y música de valor duradero. Nuestros himnos deben conectarse con los adoradores para que en seguida puedan participar. Eso vale para la música, pero las palabras también deben transmitir su significado con claridad en nuestro tiempo y no simplemente ser transportadas por una melodía atractiva o familiar. Entonces sí, la música en la adoración debe ser renovada y reavivada en cada generación.

Además, cantar en la iglesia tiene el objetivo de hacernos “compañeros de viaje”. Los adoradores cantan juntos; en verdad, es la única actividad comunal durante la adoración. Los himnos y canciones unen a los adoradores unos con otros y con Dios. Las palabras deben describir lo que los adoradores hacen y piensan o esperan hacer cuando lleguen a su destino, o describir lo que Dios hizo o prometió hacer por ellos. Deben tener palabras de acción, sean físicas (trabajar, orientar) sean espirituales (creer, desear) o semejantes. Puede exigir alguna educación por parte del ministro de la música, pero lo que el banco le dice al púlpito es: “El canto en la adoración debe construir la comunidad, afirmar la fe y ser un motivador en nuestra vida cristiana”.

las ESCRITURAS, las OFrEndas, el COMPAñeRISMO

Durante la adoración, deben leerse las Escrituras en las cuales se basa el sermón. El pasaje, ya sea leído en forma antifonal o por solo una voz, debe estar expresado con claridad para que los oyentes puedan entenderlo sin buscarlo en la Biblia desde el banco o seguirlo en la pantalla. De cualquier manera, las Escrituras deben leerse de manera clara y agradable, con una voz fuerte. Al final, es la Palabra de Dios.

En cuanto a las ofrendas, aunque un número creciente de miembros devuelve su diezmo y entrega sus ofrendas electrónicamente, tal vez la mayoría continúa colocando sus dádivas en el recipiente de las ofrendas en los cultos. Esa práctica vinculó el apoyo financiero de la iglesia al culto semanal, y los líderes de la iglesia lo saben. Es difícil probarlo, pero es probable que el nivel de apoyo a la iglesia, por lo tanto, esté relacionado al grado como los adoradores se sienten conectados y bendecidos por el culto de adoración. Sería imprudente para los líderes de la iglesia presumir que, en nuestro tiempo, los miembros de la iglesia, especialmente los más jóvenes, simplemente apoyan a su iglesia solo por principios y porcentajes, sin importarles lo que sucede en el culto de la iglesia. Un culto edificante inspira el apoyo de la iglesia en esta generación de creyentes.

Finalmente, durante la hora de adoración hay comunión. Encontrarse con los hermanos en la fe, saludarlos, tener una conversación breve, disfrutar de la comunión de la familia espiritual, todo eso es importante para los que ocupan el banco. Yo descubrí especialmente que los adoradores más fervientes siempre participan de una invitación para encontrarse y saludar a los miembros en los bancos más cercanos, aunque eso interrumpa el culto. Invitar a los miembros a venir temprano para encontrarse y saludarse en el atrio de la iglesia, o al aire libre con un vaso de jugo o taza de té, parece funcionar bien y ser más inclusivo para todas las generaciones, especialmente para los niños y jóvenes. Comer juntos antes o después del culto es una práctica cristiana milenaria que puede proporcionar una buena comunión, especialmente si la comida incluye a todos.

Sobre todo, el evento de adoración completo debe estar involucrado en una experiencia espiritual que nos eleva de la vida diaria con toda su mezcla de alegrías y tristezas, seguridad y miedo, a una experiencia superior que lanzará un brillo en toda la semana que está por venir. Entonces, esas son algunas cosas que pienso que el banco le diría al púlpito. Así, termino con la siguiente pregunta: Púlpito, ¿me estás escuchando?

 

 

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