Daniel Oscar Plenc
Resumen
Este artículo trata sobre el enfoque pneumatocéntrico de la teología pentecostal, el subjetivismo de esa teología pneumatocéntrica, sus consecuencias teológicas y cúlticas, y la cualidad ecuménica del movimiento pentecostal-carismático. El trabajo termina con una conclusión valorativa a la luz de la Escritura y los escritos de Elena G. de White.
Palabras clave
Espíritu Santo – Teología Pentecostal.
Abstract
This article deals with the pneumatocentric approach of Pentecostal theology, the subjectivism of that pneumatocentric theology, its theological and cultic consequences, and the ecumenical quality of the Pentecostal-Charismatic movement. This paper ends with a favorable conclusion in the light of Scripture and the writings of Ellen G. White.
Keywords
Holy Spirit – Pentecostal theology.
Introducción
Es innegable la importancia del movimiento pentecostal-carismático y su influencia en el cristianismo contemporáneo. El mismo atravesó barreras teológicas y denominacionales y ha continuado creciendo, al punto de ser reconocido como “una tercera fuerza dentro de la Cristiandad”, junto al catolicismo y al protestantismo (en realidad ha superado a este último en cantidad).2 El número de sus adherentes habría sobrepasado los 500 millones y se acercaría al 30 % del total de cristianos.3
1 La ponencia titulada “El Espíritu Santo en el Pentecostalismo y el Carismatismo” se presentó en el IX Simposio Bíblico-Teológico Sudamericano sobre “Pneumatología: La persona y la obra del Espíritu Santo” realizado en Foz do Iguazú, Brasil, los días 20 al 23 de mayo de 2011.
2 John W. Wyckoff, “El bautismo en el Espíritu Santo”, en Teología sistemática: una perspectiva pentecostal (trad. Andrés Carrodeguas; ed. Stanley M. Horton; Miami, Florida: Editorial Vida, 1996), 426.
3 Amos Yong, The Spirit Poured out on all Flesh: Pentecostalism and the Possibility of Global Theology (Grand Rapids, MI: Baker Academics, 2005), 19; Michael Welker ed., The Work of the Spirit: Pneumatology and Pentecostalism (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2006), x.
La teología pentecostal-carismática es joven y diversa, razón por la cual, se ha definido al carismatismo como “una experiencia en busca de una teología”.4 Nadie duda, sin embargo, del papel central del Espíritu Santo en su pensamiento teológico. Esta exposición analiza dicha singularidad, con sus posibles consecuencias para la teología y la praxis. Se revisará, entonces, el enfoque pneumatocéntrico de la teología pentecostal, el subjetivismo de esa teología con sus consecuencias teológicas, cúlticas y ecuménicas, antes de arribar a una conclusión valorativa. Se trata de una investigación bibliográfica con base en estudios existentes por parte de autores carismáticos y no carismáticos, católicos y protestantes.
Enfoque pneumatocéntrico de la teología pentecostal
La dificultad para determinar el foco conceptual del pentecostalismo- carismatismo es real, aunque sea claro que tiene que ver con el Espíritu Santo.
En busca de la esencia carismática
Ocurre que el movimiento se ha caracterizado por la diversidad desde sus inicios.5 John MacArthur lo señala adecuadamente: “Por eso es difícil, si no imposible, definir el movimiento carismático por alguna doctrina o enseñanza de la que participen todos los miembros del movimiento. Más bien, lo que los carismáticos tienen en común es una experiencia, que ellos creen es el bautismo del Espíritu Santo”.6 Jean-Jacques Suurmond asegura que para los mismos carismáticos es difícil describir su experiencia, la que además tiene matices teológicos muy variados.7
DonaldW.Dayton,reconocidoestudiosodelpentecostalismo,señalaqueesinadecuadoidentificaraestemovimientoentérminosdesurasgomás
4 James I. Packer, Na dinãmica do Espírito: Uma avaliação das práticas e doutrinas. Traducción de Adiel Almeida de Oliveira (São Paulo: Sociedade Religiosa Edições Vida Nova, 1991), 187. Gary B. McGee, “El fondo histórico”, en Teología sistemática, 9. En años recientes los eruditos pentecostales han ganado audiencia en los círculos académicos, en especial por sus estudios de Lucas (Martin W. Mittelstadt, The Spirit and Suffering in Luke-Acts: Implications for a Pentecostal Pneumatology [London: T. & T. Clark, 2004], 2).
5 John F. MacArthur, Los carismáticos: Una perspectiva doctrinal. Traducción de Francisco Almanza (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1995), 21. Walter Hollenweger, El pentecostalismo: Historia y doctrinas. Traducción de Ana S. de Veghazi (Buenos Aires: La Aurora, 1976), 74.
6 MacArthur, Los carismáticos, 21.
7 Jean-Jacques Suurmond, Play Word Spirit at Play: Toward a Charismatic Theology (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1995), 20.
característico:laglosolalia.8 “La glosolalia, por lo tanto, no puede por sí sola definir el pentecostalismo o distinguirlo plenamente de otros movimientos cristianos o religiosos”.9 En opinión de Dayton, la expresión más clara del pentecostalismo fue resumida por Aimee Semple McPherson, fundadora de la International Church of the Foursquare Gospel, de la siguiente manera: “Jesús nos salva de acuerdo con Jn 3,16. Nos bautiza con el Espíritu Santo de acuerdo con Hch 2,4. Cura nuestros cuerpos de acuerdo con Sant 5,14-15. Y Jesús volverá de nuevo a recibirnos con él de acuerdo con 1 Tes 4,16-17”.10 Añade Dayton: “Estos cuatro puntos son prácticamente universales dentro del movimiento, y aparecen, como hemos tratado de demostrar, en todas las ramas y variedades del pentecostalismo […].”11 Es frecuente en el pentecostalismo el uso de la expresión “evangelio completo” por incluir los cuatro puntos: salvación, sanidad, bautismo del Espíritu Santo y segunda venida de Cristo.12
En la valoración de James Innell Packer, el movimiento pentecostal- carismático fue una reacción contra el formalismo, el intelectualismo y el institucionalismo que se ha expuesto a los peligros del emocionalismo, el subjetivismo y el antiintelectualismo Señala adicionalmente otros aspectos positivos y negativos.13 Algunas de estas características son inquietantes por su inclinación al subjetivismo.14
Teología pneumatológica
Los adherentes al movimiento pentecostal se unen alrededor de un énfasis teológico sobre la experiencia del Espíritu Santo en la vida del creyente individual y en la iglesia.15 Esa doctrina del bautismo en el Espíritu Santo ha
8 Donald W. Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo. Traducción de Elsa R. de Powell (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1991), 3.
9 Ibíd.
10 Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 9.
11 Ibíd., 5, 9.
12 Ibíd., 7, 123, 124.
13 Packer, Na dinãmica do Espírito, 186-191, 225.
14 Para Walter Smet, de la renovación carismática católica, los peligros pueden sintetizarse en: emocionalismo, subjetivismo, elitismo, y quietismo (Walter Smet, Yo hago un mundo nuevo [Barcelona: Editorial Roma, 1977], 211-220).
15 Frederick D. Brunner, A Theology of the Holy Spirit: The Pentecostal Experience and the New Testament Witness (Grand Rapids, MI.: Eerdmans, 1974), 20.
sido globalmente la corona de la teología pentecostal.16 Por ello, se ha definido al pentecostalismo como “una corriente dentro del evangelicalismo arminiano con énfasis distintivos sobre una experiencia adicional después de la conversión, es decir, el bautismo en el Espíritu Santo como una dotación de poder señalado por el hablar en lenguas (glosolalia) y sobre los dones del Espíritu enumerados en 1 Corintios 12,8-10”.17
También, Michael Green subraya con entusiasmo las fortalezas del pentecostalismo: “Ha sacado de su polvorienta estantería a la doctrina del Espíritu Santo y ha puesto a la persona del Espíritu en el centro mismo del hogar”.18 Pretende, de esta manera, reparar el descuido sobre el tema del Espíritu Santo. “El mensaje del evangelio completo proclama la centralidad de la obra del Espíritu Santo, como el agente activo de la Trinidad en la autorrevelación de Dios a su creación”.19
El movimiento pentecostal atribuye su nacimiento al Pentecostés y reconoce como creador a John Wesley, fundador del metodismo. Este ya había hecho una distinción entre los santificados o bautizados del Espíritu Santo y otros cristianos.20 El Movimiento de Santificación norteamericano tomó este concepto y habló de las dos experiencias: conversión y santificación.21 “En una escuela bíblica dirigida por Charles Parham en Topeka, Kansas, se reconoció el don de lenguas (glosolalia) como señal de identificación del Bautismo del Espíritu Santo”.22 La alumna Agnes N. Ozman “recibió el Espíritu Santo” y habló en lenguas. “Este acontecimiento suele tomarse como el comienzo del pentecostalismo”.23 Parham dirigió reuniones en muchas ciudades y su alumno, el predicador negro W. J. Seymour, llevó la experiencia a Los Ángeles. Sus reuniones de 1906 en la calle Azusa se
16 Frank D. Macchia, “The Kingdom and the Power: Spirit Baptism in Pentecostal and Ecumenical Perspective”, en The Work of the Spirit, 110.
17 Sinclair B. Ferguson, David F. Wright y J. I. Packer ed., Nuevo diccionario de teología (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1992), 732-733. Una descripción similar se lee en Packer, Na dinãmica do Espírito, 170-175.
18 Smet, Yo hago un mundo nuevo, 255-256.
19 Mark D. McLean, “El Espíritu Santo”, en Teología sistemática, 327.
20 Hollenweger, El pentecostalismo, 7; Brunner, A Theology of the Holy Spirit, 38.
21 Hollenweger, El pentecostalismo, 8, 313. El pentecostalismo tiene raíces en el Movimiento de Santidad que se desarrolló del metodismo (Norman R. Gulley, ¡Cristo viene! Un enfoque cristocéntrico de los eventos de los últimos días. Traducción de David P. Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 145.
22 Hollenweger, El pentecostalismo, 8; Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 4, 128.
23 Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 128.
consideranelpuntodepartidadelmovimientopentecostalmundial.24 Dayton ha descrito adecuadamente las raíces teológicas del pentecostalismo, señalando como antecedentes al Movimiento de la Santidad e indirectamente al metodismo, el pietismo y el puritanismo.25
Los pentecostales creen en la obra del Espíritu Santo en una experiencia crítica posterior a la conversión, tal como ocurrió en los días de los apóstoles. A esa experiencia llaman bautismo del Espíritu Santo, cuya evidencia es hablar en lenguas. Esta es su doctrina característica.26 “Lo más distintivo acerca de esta doctrina particular es la convicción de que la evidencia inicial de este bautismo es hablar en lenguas”.27 John W. Wyckoff aclara que no es tan importante la subsecuencia como la separabilidad y la distinción.28
La mayoría de los pentecostales hablaba de dos etapas: conversión y santificación. Otros sostuvieron tres etapas: (a) conversión o nuevo nacimiento, (b) santificación, segunda bendición o bautismo del Espíritu Santo, (c) bautismo del Espíritu Santo con glosolalia.29 Existen los pentecostales “solamente Jesús” (quienes bautizan únicamente en el nombre de Jesús [Hch 2,38] evitando la fórmula trinitaria [Mt 28,19]) y los carismáticos protestantes o católicos, llamados también neopentecostales.30 Aunque hay opiniones divergentes, la mayoría cree que hablar en lenguas es la señal del bautismo del Espíritu Santo.31 En los Artículos de Fe de las Asambleas de
24 Hollenweger, El pentecostalismo, 8, 9.
25 El Movimiento de la Santidad del siglo XIX se interesó en el bautismo del Espíritu Santo y habló del carácter instantáneo (crisis, no proceso) de la segunda bendición y de la santificación total o bautismo del Espíritu Santo. Surgió un movimiento de sanidad divina como parte de la salvación y evidencia del poder divino en respuesta a la fe. La doctrina de la sanidad fue una radicalización de la enseñanza de la santidad. El movimiento fue impactado por el premilenarismo de raíces dispensacionalistas (Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 42, 44, 58, 74, 77, 78, 81, 88, 95, 96, 99, 100, 102, 118, 120).
26 Brunner, A Theology of the Holy Spirit, 20, 21, 57, 60.
27 Ibíd., 76. Su base exegética se encuentra en Hch 2, 8, 10, 19; Mr 16:17. En realidad habría cuatro posiciones posibles: (a) el bautismo del Espíritu Santo es parte de la conversión e iniciación sin ninguna evidencia; (b) el bautismo del Espíritu Santo es parte de la conversión e iniciación con la evidencia de hablar en lenguas; (c) el bautismo del Espíritu Santo sigue a la regeneración, sin lenguas; (d) el bautismo del Espíritu Santo sigue a la regeneración, con lenguas (John W. Wyckoff, “El bautismo en el Espíritu Santo”, en Teología sistemática, 427).
28 Ibíd., 433. Mittelstadt, The Spirit and Suffering in Luke-Acts, 1.
29 Hollenweger, El pentecostalismo, 11, 12.
30 Ibíd., 76, 77.
31 Ibíd., 317, 330. Los eruditos adventistas han asumido posiciones diferentes sobre el don de lenguas. Véase Gerhard F. Hasel, Speaking in Tongues: Biblical Speaking in Tongues and Contemporary Glossolalia (ATSM; Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society, 1991). Silliam E. Richardson, Speaking in Tongues (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 1994).
Dios (1916) se lee: “El bautismo de los creyentes del Espíritu Santo queda confirmado por la evidencia inicial de hablar en otras lenguas, según el Espíritu da la facultad de expresarse”.32
ElmovimientopentecostalpenetróenlaIglesiaCatólicahacia1966-1967en las universidades Duquesne de Pittsburg y Notre Dame y se extendió atoda América del Norte.33 Contó con apoyo papal y con el aval del Concilio Vaticano II.34 El carismatismo católico adoptó la experiencia pentecostal sin tomar sus doctrinas; por eso la teología católica habla de una renovación del espíritu después de haber recibido el Espíritu Santo.35
Esta centralidad del Espíritu en el pensamiento pentecostal-carismático atraviesa toda su teología. Así, por ejemplo, la iglesia es la asamblea de personas nacidas y dirigidas por el Espíritu Santo.36 Del mismo modo, las elaboraciones soteriológicas y cristológicas están impregnadas de pneumatología.37
Subjetivismo de la teología pneumatocéntrica
James I. Packer llama “iluminismo” al énfasis carismático en “la dirección personal del Espíritu y en el reavivamiento de revelaciones a través de profecías”.38 Dichas profecías juegan un papel preponderante en las comunidades pentecostales.39 Frederick D. Brunner señala como puntos débiles de la espiritualidad carismática la búsqueda de “más”, de “poder”, y de
32 Hollenweger, El pentecostalismo, 487. Norberto Saracco lo resume bien: “Más allá de las peculiaridades que podemos encontrar en la historia de cada país, hubo un denominador común: la experiencia del bautismo con el Espíritu Santo como algo separado de toda otra obra de gracia y perfectamente identificable a través de señales externas como la glosolalia” (Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, vii).
33 Hollenweger, El pentecostalismo, 51, 53. Puede encontrarse un buen bosquejo histórico del pentecostalismo, desde sus comienzos en 1900 hasta su introducción en la Iglesia Católica en 1967 en Kevin Ranaghan y Dorothy Ranaghan, Pentecostales católicos (New York: Logos, 1969), 214-222. Véase también Vinson Synan, The Century of the Holy Spirit: 100 Years of Pentecostalism and Charismatic Renewal, 1901-2001 (Tennessee: Thomas Nelson, 2001).
34 El papa Juan XXIII oró por un nuevo Pentecostés y el Concilio Vaticano II estimuló los dones carismáticos (Gulley, ¡Cristo viene!, 144).
35 Hollenweger, El pentecostalismo, 53-56. En la teología católica existe la diferencia entre los sacramentos del bautismo y la confirmación (reafirmación del Espíritu).
36 Ibíd., 425.
37 Véase Teología sistemática: Una perspectiva pentecostal, editada por Stanley M. Horton.
38 Packer, Na dinãmica do Espírito, 186-191.
39 Hollenweger, El pentecostalismo, 334.
“evidencias”.40 Lo cierto es que la teología pneumatocéntrica del movimiento orienta la teología a una base subjetiva.
El carismatismo como experiencia
El carismatismo es, sobre todo, una experiencia, y como tal, subjetiva. Se trata de un cristianismo experiencial, no doctrinal.41 Ese es su punto más vulnerable. Packer lo comenta acertadamente: “Experiencia es una palabra resbaladiza […]. Ninguna experiencia, sólo por el hecho de suceder, puede autenticarse como enviada por Dios para incentivar su obra de gracia. El mero hecho de que un cristiano tenga una experiencia no significa que esta sea cristiana”.42
Clark Pinnock dice: “La experiencia es una base muy endeble sobre la cual descansar el sistema cristiano. El mero hecho de que un evento psicológico haya tenido lugar en la mente de uno no puede establecer la veracidad del evangelio […]. La sensación religiosa por sí misma no puede probarse a sí misma […]”.43
Elorigendeunaexperienciapuedeserdiverso.“Lasexperienciaspuedenser producidas por fenómenos psicológicos, fisiológicos o demoníacos. Laúnica prueba real para cualquier experiencia es esta: ¿cuadra con la Palabra deDios?”.44 ¿Cómo entonces diferenciar entre la verdad y el error? Antolín Diestre Gil lo expuso claramente: “No hay nada original ni necesariamente distinto entre el fenómeno pentecostal y el espiritista, sea en lo referente a la sanidad o a lo considerado milagroso, o al denominado portento de hablar en lenguas desconocidas”.45 Una apreciación similar registra Roland R. Hegstad:
Nosotros no nos arriesgamos, entonces, a señalar las manifestaciones carismáticas como prueba de discipulado […]. El falso reavivamiento, el falso movimiento, será distinguido sólo en esto: rechaza dar obediencia a Dios. Así Dios puede distinguir a Su remanente por su obediencia a Sus mandamientos.46
40 Brunner, citado por Michael Green, Creo en el Espíritu Santo (Florida: Caribe, 1977), 254- 255.
41 Brunner, A Theology of the Holy Spirit, 20, 21.
42 Packer, Na dinãmica do Espírito, 196.
43 Citado en MacArthur, Los carismáticos, 43.
44 Ibíd., 45.
45 Antolín D. Gil, El sentido de la historia y la palabra profética (Barcelona: Clie, 1995), 1:851.
46 Roland R. Hegstad, Rattling the Gates (Washington, D.C.: Review and Herald, 1974), 237.
Es evidente que el movimiento reaccionó contra el intelectualismo y la ortodoxia fría.
Pero la respuesta a la ortodoxia muerta no es edificar una teología sobre la experiencia. La experiencia genuina debe surgir de una doctrina sana. Lo que hemos experimentado no debemos ponerlo de base de lo que creemos. Lo opuesto es verdad. Nuestras experiencias deben surgir de lo que creemos. Y continuamente debemos examinar y evaluar nuestras experiencias a la luz de la verdad objetiva de la preciosa Palabra de Dios. Cualquier otro enfoque lleva inevitablemente a la especulación y al error. Edificar una teología sobre la experiencia es edificar sobre la arena. Pero edificar una teología sobre la Palabra inspirada y revelada es edificar sobre la roca (comp. Mt 7,24-27). Todo es cuestión de autoridad. ¿Qué tiene la autoridad en su vida? ¿Es su experiencia o es la Palabra de Dios? Jesús dijo: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17,17).47
El carismatismo revela, entonces, una tensión entre la experiencia subjetiva y la revelación objetiva de las Escrituras. Esta disyuntiva fue expuesta por MacArthur con exactitud. “Hay solamente dos enfoques básicos a la verdad bíblica. Uno es el histórico, enfoque objetivo, que hace hincapié en la acción de Dios hacia hombres y mujeres como se enseña en las Escrituras. El otro es personal, el enfoque subjetivo, que hace hincapié en la experiencia humana de Dios”.48 Los carismáticos se aferran de la Biblia al tiempo que hacen de la experiencia una autoridad.49 Observa MacArthur: “Y ese experiencialismo socava la autoridad de la revelación de Dios exactamente de la misma manera en que el liberalismo lo ha hecho por varias décadas”.50 Y agrega: “La verdad en esos sistemas es determinada por la intuición y la emoción. La verdad es lo que le pasa a usted”.51
El carismatismo y la hermenéutica subjetiva
Una hermenéutica adecuada coloca la experiencia y la enseñanza bíblica en su lugar correspondiente. Diestre Gil afirma: “La hermenéutica empleada por el Nuevo Testamento coordina doctrina y experiencia […]”. La actuación del pentecostalismo o carismatismo es descrita por Bernard Ramm como sigue:
47 MacArthur, Los carismáticos, 46.
48 Ibíd., 34.
49 Ibíd., 41, 42; James C. Logan, “Controversial Aspects of the Movement”, en The Charismatic Movement, ed. Michael P. Hamilton (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1975), 35.
50 Ibíd., 45.
51 Ibíd., 34.
“(1) He tenido esta tremenda experiencia; (2) encuentro experiencias como ésta registradas en el Nuevo Testamento; por lo tanto (3) mi experiencia es verdadera”.52
Dayton dice que el movimiento pentecostal tiene una hermenéutica propia, “una manera claramente pentecostal de apropiarse de las Escrituras”53. Esta consiste en leer el Nuevo Testamento a la luz de Lucas-Hechos.54 James C. Logan dice que los carismáticos interpretan la Escritura a la luz de su experiencia y no la experiencia a la luz de la Escritura. Por ello hacen de Hechos una especie de “canon dentro del canon”.55 El resultado es una hermenéutica subjetivista, porque se pasa de textos didácticos a narrativos, tomando la narración de Hechos como modelo general de recepción del Espíritu Santo para el individuo y la iglesia.56 El abordaje pentecostal a la teología es entonces diferente, caracterizado por: (a) una aproximación hermenéutica lucana, (b) una orientación pneumatológica, y (c) una base experiencial.57
Frederick D. Brunner describe la base exegética del pentecostalismo al decir que la principal referencia es Hch 2,1-4 (Los discípulos que ya eran creyentes recibieron completamente el Espíritu Santo en el Pentecostés). La misma secuencia encuentra en Mr 1,9-11; Hch 2,38; 8,4-25; 9,1-19; 10-11;
19,1-7. “Estos siete textos entonces –Hch 2,1-4; 2,38; 8,4-25; 9,1-19; 10-11;19,1-7yMr1,9-11–constituyenelfundamentodeladoctrinapentecostaldeunbautismoenelEspírituSantocomounaexperienciasubsecuenteoseparada del nuevo nacimiento”.58 Autores como Anthony A. Hoekema y John R. W. Stott distinguen entre los materiales “históricos” y los “didácticos” del Nuevo Testamento y creen que solo los didácticos tendrían la intención de enseñar, por lo cual no habría en ese caso que utilizar materiales históricos para formular doctrina y prácticas normativas. Roger Stronstad y William W. Menzies afirman lo contrario. La teología pentecostal le da valor teológico de la literatura narrativa y sostiene que el modelo de Hechos tenía autoridad
52 Gil, El sentido de la historia y la palabra profética, 1:852.
53 Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 10.
54 Ibíd., 10; Hollenweger, El pentecostalismo, 324, 325; Brunner, A Theology of the Holy Spirit, 57; Mittelstadt, The Spirit and Suffering in Luke-Acts, 1.
55 Logan, “Controversial Aspects of the Movement”, 36.
56 Dayton, Raíces teológicas del pentecostalismo, 11.
57 Yong, The Spirit Poured out on all Flesh, 27.
58 Brunner, A Theology of the Holy Spirit, 69.
como los textos declarativos. Algunos lo han definido como un modelo hermenéutico restauracionista.59
Concluyen de esta manera que la conversión y el bautismo del Espíritu Santo son experiencias separadas.60 Este abordaje a la Escritura afecta la comprensión de sus doctrinas. Dice Logan: “La controversia con los cristianos carismáticos no está en que ellos sean no bíblicos, sino que no son suficientemente bíblicos”.61
126 Daniel Plenc
DavarLogos XIII, 2 (2014): 107-125