¿Es posible condenar a Cristo?

¿Es posible condenar a Cristo?

¿Es posible condenar a Cristo?

Cristian S. Gonzales

¿Te has preguntado alguna vez si tus acciones o pensamientos pueden condenar a Cristo? Te invito a revisar algunos pasajes bíblicos y citas de Ellen G. White que muestra que es una posibilidad latente en todos.

El llamado al ministerio pastoral es un llamado a participar de una obra santa, porque Dios es santo, así su pueblo también es llamado a ser santo (Ex 19:5-6; Deut 7:6, 14:2; Ef 1:4; Col 3:12; 1 Pe 2:9). Aunque la Biblia no menciona que haya un paralelismo entre el llamado a un profeta y un pastor, la obra delpastoradoes santa (1 Ti 3:1-7; Tit 1:7; 2 Ti 2:15). Asimismo, Pablo explica que ser pastor es un don de Dios (1 Co 12:28; Efe 4:11) cuyo objetivo primario según Pedro es; “Apacentad la grey de Dios,” asimismo, él agrega que el pastor debe cuidar la grey de Dios, “no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey,” porque, “cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pe 5:2-4).Por tanto, ser pastor implica ser un colaborador de Dios al cuidar la grey que “Él compró con su propia sangre” (Hech 20:28).

Además, la misión del ministerio pastoral está asociado directamente a cumplir la misión dejado por Jesús(Mat 28:18-20; cf. Mr 16:14-18; Lc 24:36-49; Jn 20:19-23).Sin embargo, a pesar de todas estas promesas de parte de Dios, los pastores somos personas que estamos sujetos a lidiar con múltiples tipos de responsabilidades entre la iglesia y el ministerio.Pero esto no nos exonera de nuestra responsabilidad primaria.Por eso, Ellen G. White señala que; “Los subpastores deben realizar una obra que requiere mucho tacto,” porque, “han sido llamados a combatir en la iglesia la desunión, el rencor, la envidia y los celos, y necesitan trabajar con el espíritu de Cristo para poner las cosas en orden.”[1]Entonces, una de las mejores maneras de cultivar un espíritu diferente, es cuando los miembros de iglesia desde su conversión se enfoquen en la misión. Ella dice, “[los nuevos conversos] Trabajarán con tanta diligencia que no tendrán tiempo ni disposición para debilitar las manos de sus hermanos por críticas severas.Su único deseo será proclamar la verdad en las regiones alejadas.”[2]Pero lamentablemente muchos recién nacidos al evangelio permanecen inactivos en la misión y comienzan a “debilitar las manos de sus hermanos por críticas severas.” Como consecuencia, las críticas ocasionan; división, distracción, debilidad, y hasta pueden promueven un espíritu de rebeldía.

Por otro lado, EkkehardtMueller detalla que hay peligros y desafíos que afectanlas funciones pastorales, cómo; (1) presión de tiempo, (2) ministerio desequilibrado, (3) ignorar el contexto de la iglesia adventista, (4) falta de éxito y sus consecuencias, (5) falta de formación, (6) falta de interés en asuntos teológicos y estudios bíblicos, y (7) dudas sobre las Escrituras.[3]

Todos estos aspectos pueden generar críticasy tendencias dentro del ministerio.Pero, hay dos factores que pueden convertirnosenpastores extremadamente críticos,que son los puntos 4 y 7. Estos factores son muy peligrosos.Mueller lo resume así; la “falta de éxito” en los pastores nos “puede conducir al desgaste,” esto genera que estemos atentos a “probar las últimas modas, o mantener el status quopor estar sirviendo sin pasión y entusiasmo y trabajando lo menos posible.” Estas modas pueden ser, “elementos del movimiento iglecrecimiento, modelos para la creación de mega-iglesias, métodos de liderazgo derivados de modelos de negocio, elementos carismáticos, y los modelos de renovación del culto.”[4]De la misma manera, las dudas “sobre las Escrituras” pueden venir por varias razones como; “crisis existenciales,” el rechazo a “los conceptos de revelación y la inspiración divinas,” así como “la influencia sobrenatural no solo en las Escrituras, sino sobre la vida en la Tierra.” Asimismo, “la idea de que las Escrituras son estrictamente acondicionadas culturalmente no contribuye a la apreciación de la misma,” lo mismo sucede “si se acepta el modernismo.” Además, cuestionar algunas doctrinas como; “la creación, la salvación, la trinidad, el sábado, el santuario y el remanente.”[5]

Por tanto, el espíritu de crítica debe recibir nuestra atención, porque es un indicador espiritual de la iglesia. Asimismo, Ellen G. White advierte que,

El espíritu de la chismografía es uno de los agentes esenciales que tiene Satanás para sembrar discordia y disensión, para separar amigos, y minar la fe de muchos en la veracidad de nuestra posición. Hay hermanos y hermanas que propenden demasiado a hablar de las faltas y de los errores que creen ver en los demás, y especialmente en aquellos que han dado sin vacilar los mensajes de reprensión y amonestación que Dios les confiara.[6]

Además, ella señala que las críticas al liderazgo de la iglesia pueden surgir debido a la pretensión de algunos a ocupar estos cargos; “La tendencia a la crítica es el peligro más grande que afrontan muchos. Los hermanos a quienes os sentís tentados a criticar son llamados a llevar responsabilidades que posiblemente vosotros no podéis soportar; pero podéis ser sus ayudadores.”[7] Sin embargo, el problema de la crítica puede comenzar desde el hogar, y ésta puede producir la falta de fe. Por ese motivo, Ellen G. White advierte,

No permitáis que vuestras conversaciones en la familia sean envenenadas por la crítica de los obreros del Señor. Los padres que se permiten este espíritu de crítica, no ponen delante de sus hijos lo que los pueda hacer sabios para salud. Sus palabras tienden a perturbar la fe y la confianza, no sólo de los hijos, sino también de las personas de mayor edad.[8]

Asimismo, ella vuelve a advertir que, “Si tuviesen percepción espiritual, descubrirían en seguida que este deplorable estado de cosas es resultado de la influencia que ellos ejercen en su hogar, de sus celos y desconfianza. Así se educan muchos incrédulos en los círculos familiares de los que profesan ser cristianos.”[9] Además, Ellen G. White menciona que hay otras razones detrás de la crítica, ella advierte que, “Mientras muchos están descuidando sus propias almas, buscan ávidamente una oportunidad de criticar y condenar a otros. Todos tienen defectos de carácter, y no es difícil hallar algo que los celos puedan interpretar para su perjuicio.”[10]Por eso, lamentablemente,

Hay lenguas falsas que se alimentan de maldad. Hay lenguas astutas y murmuradoras. Hay charla, impertinente entrometimiento, hábiles interrogaciones. Entre los amadores del chisme, algunos son impulsados por la curiosidad, otros por los celos, muchos por el odio contra aquellos por cuyo medio Dios ha hablado para reprenderlos.”[11]

Del mismo modo, “La crítica y la condenación a los hermanos es contada como crítica y condenación a Cristo.”[12]El salmista pregunta “¿quién puede residir en Tu Santuario?” el mismo responde; “el que anda en integridad, y practica la justicia y habla la verdad en su corazón. El que no habla mal de nadie ni hace mal a su prójimo” (Sal 15:1-3). Asimismo, la mayor preocupación de Jesús es la unidad de su pueblo, por eso Él dice; “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17:21). Entonces, ¿podemos ir en contra de aquellos por quienes Cristo ya murió? ¿podemos extender nuestra mano hacia quien el Señor ya ungió (cf. 1 Sam 24:6)?Es mejor dejar el juicio en las manos de Dios, como dice Salomón “Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo” (Ecl 12:14).

Sin embargo, si hay necesidad de corregir a alguien el mejor modelo se encuentra en Mateo 18:15, Jesús dijo; “Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano.” Igualmente, si hay necesidad de atender algún pedido particular de la iglesia, Hechos 6:1-7 registra que por causa de la “murmuración de los griegos” los discípulos eligieron a los diáconos para atender el pedido de la iglesia.Asimismo, Proverbios 15:1 menciona que, “La suave respuesta aparta el furor, más la palabra hiriente hace subir la ira.” Además, Santiago advierte, “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad, el juez está a las puertas” (5:9).

Entonces, se debe tener cuidado con aquellos que intentan corregir a otros sin mirarse a sí mismos,

El que asume la tarea de corregir a otros corre el riesgo de cultivar el hábito de la crítica, y pronto todo su interés se concentra en descubrir errores y encontrar defectos. No observéis a otros para encontrar sus faltas o exponer sus errores. Educadlos para que tengan mejores hábitos por medio del poder de vuestro propio ejemplo.[13]

Igualmente, Jesús enseñó que se debe practicar la regla de oro, “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat 7:12). Por tanto, Dios necesita,

obreros fervientes: no personas que censuren, sino edificadores de Sión. Se necesitan verdaderamente misioneros en el gran corazón de la obra, hombres que retengan la fortaleza, que sean tan fieles como el acero para preservar el honor de aquellos a quienes Dios ha colocado a la cabeza de su obra, y que harán cuanto puedan para sostener la causa en todos sus departamentos, aun a costa del sacrificio de sus propios intereses y vidas, si es necesario.[14]

Para lograr alcanzar ser “edificadores,” es necesario dejar que Dios haga su obra primero sobre cada uno. Moisés señala en Levítico 19:2, “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: “Seréis santos porque yo, el SEÑOR vuestro Dios, soy santo.” Ser santo implica obedecer la voluntad de Dios a través de Su Palabra, Moisés recordó estas palabras al pueblo de Dios; “Guardad mis estatutos y cumplidlos. Yo soy el SEÑOR que os santifico” (Lev 20:7-8).Asimismo, Pablo agrega que el pueblo de Dios no sólo es llamado a ser santo, sino a caminar “sin mancha delante de Él. En amor” (Ef 1:4). Porque, “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para [hacer] buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Ef 2:10). Por tanto, la santificación es un proceso divino-humano que comienza con el reconocimiento de la condición humana y la ayuda divina. Por otro lado, Ellen G. White señala que, en lugar de condenar a otros, debería de haber un espíritu de ayuda, “Si los que buscan faltas en los demás conociesen la verdad referente a los mismos a quienes critican, a menudo tendrían otra opinión acerca de ellos. En vez de criticar y condenar a los otros, sería mejor que cada cual dijese: ‘Debo trabajar para mi propia salvación.’”[15]

De esta manera, Dios espera que nosotros seamos edificadores y no destructores de su obra. Aunque, la crítica es una posibilidad abierta para todos nosotros en el ministerio, con la ayuda de Dios es posible santificarnos todos los días en el vínculo del amor. De lo contrario, la desunión, el rencor, la envidia y los celos, dominarán nuestro ministerio.

[1] Nota que aquí Jesús es llamado “Príncipe de los pastores” y los pastores terrenales son llamados “los subpastores.” Ellen G. White, Los Hechos de los Apóstoles (Boise, ID: PacificPress Publishing Association, 1957), 419.

[2]Ellen G. White, El Evangelismo((Doral, FL: IADPA, 1994), 260.

[3]EkkehardtMueller, “Los desafíos y conflictos del pastor en la iglesia,” Revista Estrategias para el Cumplimiento de la Misión 16, no. 2, (2018): 120 – 124.

[4] Ibíd., 121.

[5] Ibíd., 123-124.

[6]Ellen G. White, Consejos para la Iglesia (Doral, FL: IADPA, 1991), 315.

[7]Ellen G. White, El Evangelismo, 82.

[8] Ellen G. White, Consejos para la Iglesia, 318.

[9]Ibíd., 316.

[10]Ibíd., 314.

[11] Ibíd., 313

[12] Ellen G. White, Mensajes Selectos(Doral, FL: IADPA, 2000), 3:394.

[13]Ellen G. White, Consejos Sobre la Salud(Doral, FL: IADPA, 1989), 448.

[14]Ellen G. White, Joyas de losTestimonios(Boise, ID: Pacific Press Publishing Association, 1971), 1:537.

[15]Ellen G. White, Joyas de los Testimonios(Buenos Aires: ACES, 2004) 3: 229.