Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Leemos que cuando hizo todas las cosas, “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). El libro del Apocalipsis describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena con cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apoc. 4:9‑11; 5:9‑13; 7:10‑12; 12:10‑12; 14:1‑3; 15:2‑4; 19:1‑8).
Debido a que Dios hizo al ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro tipo de comunicación. La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla del bien y del mal. La música no es moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.
La mensajera del Señor, Elena G. de White, continuamente nos anima a elevar nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: “Cuando no se abusa de la música, ésta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición” (El hogar cristiano, p. 371). “Debidamente empleada es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma” (La educación, p. 167).
En cuanto al poder del canto, ella escribe: “Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual. ¡Cuán a menudo la memoria recuerda alguna palabra de Dios al alma oprimida y a punto de desesperar mediante el tema olvidado de algún canto de la infancia, y entonces las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito, y se imparte valor y alegría a otras almas! […] Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración. […] Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanza y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los cantores celestiales. La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza” (La educación, p. 169).
Como adventistas del séptimo día, creemos y predicamos que Jesús pronto vendrá otra vez. En nuestra proclamación mundial del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14:6‑12 llamamos a todos los pueblos a aceptar el evangelio eterno, alabar a Dios el Creador, y prepararse para encontrarse con nuestro Señor en su pronto regreso. Desafiamos a todos a elegir lo bueno y no lo malo, para que, “renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:12, 13).
Creemos que el evangelio afecta todos los aspectos de la vida. Por eso sostenemos que, dado el vasto potencial de la música para el bien o para el mal, no podemos ser indiferentes ante ella. Aunque percibimos que los gustos en música varían en gran manera de un individuo a otro, creemos que la Biblia y los escritos de Elena G. de White sugieren principios que pueden moldear nuestras elecciones.
La “música sacra”, también llamada música religiosa, es una expresión que se usa en este documento para designar a la música que se centraliza en Dios y en temas bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos es música compuesta para ser utilizada en los cultos, en las reuniones de evangelización o en la devoción personal y puede ser música vocal o instrumental. Sin embargo, no toda música considerada sacra/religiosa puede ser aceptable para un adventista del séptimo día. La música sacra no debe evocar asociaciones seculares o invitar a la conformidad con normas mundanas de pensamiento o comportamiento de la sociedad en general.
“Música secular” es la música compuesta para ambientes ajenos al servicio de culto o de devoción personal. Apela a los asuntos comunes de la vida y a las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro ser interior y expresa la reacción del espíritu humano a la vida, el amor y el mundo en el que el Señor nos ha colocado. Puede elevar o degradar moralmente al ser humano. Aunque no está destinada a alabar a Dios, puede tener un lugar legítimo en la vida del cristiano. En su elección deben seguirse los principios presentados en este documento.
Principios para guiar al cristiano
La música con la que se deleita el cristiano debe ser dirigida por los siguientes principios:
1. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular, glorificará a Dios: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la Gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Este es el principio bíblico fundamental. Cualquier cosa que no pueda satisfacer esta norma elevada debilitará nuestra experiencia con el Señor.
2. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular debe ser lo más noble y lo mejor: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8). Como seguidores de Jesucristo que esperamos y anhelamos unirnos a los coros celestiales, consideramos la vida en esta tierra como una preparación para, y un anticipo de, la vida por venir.
De estos dos fundamentos – glorificar a Dios en todas las cosas y elegir lo más noble y lo mejor – dependen los demás principios que se presentan a continuación para seleccionar música.
3. La música debe caracterizarse por ser de calidad, equilibrada, apropiada y auténtica. Fomentará nuestra sensibilidad espiritual, psicológica y social, y nuestro crecimiento intelectual.
4. Apelará tanto al intelecto como a las emociones y tendrá un efecto positivo sobre el cuerpo.
5. La música revelará creatividad y estará compuesta con melodías de calidad. Cuando utiliza armonía, ésta debe ser usada de una forma interesante y artística, con ritmos que la complementen.
6. La música vocal empleará letras que estimulen positivamente nuestras habilidades intelectuales, así como nuestras emociones y nuestra fuerza de voluntad. Las buenas letras son creativas, ricas en contenido y de buena composición. Se concentran en lo positivo y reflejan valores morales; educan y elevan; y se corresponden con una teología bíblica sólida.
7. Los elementos musicales y literarios deben obrar armoniosamente unidos para influir sobre el pensamiento y la conducta en concordancia con los valores bíblicos.
8. La música debe mantener un equilibrio prudente de los elementos espirituales, intelectuales y emocionales.
9. Debemos reconocer y aceptar la contribución de diferentes culturas en la adoración a Dios. Las formas y los instrumentos musicales varían en gran manera dentro de la familia mundial adventista del séptimo día, y la música proveniente de una cultura puede sonar extraña para alguien de una cultura diferente.
Hacer música adventista del séptimo día implica elegir lo mejor y, sobre todo, acercarnos a nuestro Creador y Señor para glorificarlo. Enfrentemos el desafío de tener una visión musical alternativa viable y, como parte de nuestro mensaje profético, hagamos una contribución musical adventista distintiva como un testimonio al mundo respecto de un pueblo que espera el pronto regreso de Cristo.
Orientaciones com relación a la música para la Iglesia Adventista del Sétimo Día en Sudamérica
La Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió en cumplimiento de la profecía con el objetivo de preparar un pueblo para el regreso de Jesús. Fue escogida como un instrumento divino para proclamar a todo el mundo las buenas nuevas de salvación por la fe en el sacrificio de Cristo y la obediencia a sus mandamientos.
La vida de aquellos que aceptan esa responsabilidad debe ser tan consagrada como su propio mensaje. Este principio se aplica, de manera especial, a aquellos que, por medio de la música, tienen la misión de conducir a la iglesia de Dios en la adoración, en la alabanza y en la evangelización, ya que “la música sólo es aceptable a Dios cuando el corazón es consagrado, enternecido y santificado” (Elena G. de White, Carta 198-1895). Es necesario recibir primero para ofrecer después. Es necesario tener un compromiso personal con el mensaje para poder transmitirlo después. Es necesario tener un encuentro personal con Dios para entonces reconocer su santidad, desarrollando así una sensibilidad musical adecuada.
Ante esta realidad, los que producen, seleccionan o interpretan la música usada en la iglesia, necesitan mucha comunión, sabiduría, orientación y apoyo. Deben tener una visión de la grandeza del ministerio que tienen en sus manos, y también el máximo cuidado al hacer sus elecciones. “No es suficiente entender los rudimentos del arte de cantar, sino que junto con la comprensión y el conocimiento debe haber tal conexión con el cielo que los ángeles puedan cantar por intermedio nuestro” (Mensajes Selectos, t. 3, p. 383).La música es uno de los dones más grandes dados por Dios y, por eso mismo, es un elemento indispensable en el proceso de crecimiento cristiano.
“La música es uno de los grandes dones que Dios concedió al hombre, y uno de los elementos más importantes en un programa espiritual. Es una avenida de comunicación con Dios, y es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual” (La educación, p. 168).
Ejerce influencia sobre asuntos de consecuencias eternas. Puede elevar o degradar, y ser empleada tanto para el bien como para el mal. “Tiene poder para subyugar naturalezas rudas e incultas, para avivar el pensamiento y despertar simpatía, para promover la armonía en la acción, y desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo” (La educación, p. 167).
La música es uno de los elementos más importantes en cada actividad de la iglesia y por eso debe ser usada siempre de manera edificadora. “El canto es uno de los medios más eficaces de impresionar el corazón con la verdad espiritual. A menudo, por las palabras del cántico sagrado, fueron abiertas las fuentes del arrepentimiento y de la fe” (El evangelismo, p. 365).
Las siguientes orientaciones son presentadas procurando el crecimiento del área de la música, de cada músico involucrado y de la iglesia como un todo. Complementan los principios presentados por la Asociación General y deben dirigir la música dentro de la Iglesia Adventista en Sudamérica. Su aceptación proporcionará elecciones sabias, el cumplimiento de la misión y la conquista de mejores resultados.
A fin de identificar correctamente el papel de la música y de los músicos adventistas, toda la actividad musical de la iglesia deberá ser llamada Ministerio de la Música. Los músicos adventistas tendrán una visión clara de su papel como Ministros; y la iglesia, una visión distinta de la música, su objetivo y su mensaje como un ministerio.
I. El músico
1. Debe cultivar una vida de devoción a la altura de un cristiano auténtico, basada en la práctica regular de la oración y la lectura de la Biblia.
2. Necesita expresar su encuentro personal con Cristo por medio de la música.
3. En consecuencia trata a la música como una oración o un sermón, preparándose espiritualmente para cada presentación (El evangelismo, p. 371).
4. Debe representar correctamente los principios de la iglesia en su vida, y reflejar el mensaje de la música que presenta, edita o compone.
5. Debe estar en armonía con los principios de la iglesia, viviendo los principios de la mayordomía cristiana y siendo miembro activo de una iglesia local.
6. Precisa desarrollar el arte, en todas sus actividades, como un ministerio. No resalta su imagen personal, sino el mensaje a ser transmitido.
7. Cuida su apariencia personal para reflejar la norma de modestia y decencia presentado por la Biblia.
8. Canta con entonación clara, pronunciación correcta y articulación distinta (Obreros evangélicos, p. 370).
9. Evita todo lo que pueda quitar la atención del mensaje de la música, como gesticulación excesiva y extravagante, y orgullo en la presentación (El evangelismo, p. 365).
10. En sus presentaciones evita la amplificación exagerada, tanto vocal como instrumental.
11. Evita el uso de tonos estridentes, distorsiones vocales o instrumentales, así como también el estilo de los cantantes populares.
12. Respeta el ambiente de la iglesia y las horas del sábado al vender sus materiales.
13. Debe recibir orientación y apoyo espiritual del liderazgo del Ministerio de la Música, líderes de la iglesia y del pastor local.
II. La música
1. Glorifica a Dios y ayuda a los oyentes a adorarlo de manera aceptable.
2. Debe ser compatible con el mensaje, manteniendo el equilibrio entre el ritmo, la melodía y la armonía (1 Crón. 25:1, 6, 7).
3. Debe armonizar la letra con la melodía, sin mezclar lo sagrado con lo profano.
4. No sigue tendencias que abran la mente hacia pensamientos impuros, que llevan a comportamientos pecaminosos o que destruyan el aprecio por lo que es santo y puro. “La música secular o aquella que sea de naturaleza dudosa o cuestionable nunca debiera introducirse en nuestros cultos” (Manual de la Iglesia, p. 74).
5. No se deja guiar sólo por el gusto y la experiencia personal. Los hábitos y la cultura no son guías suficientes en la elección de la música. “En algunas de nuestras iglesias he escuchado solos que eran inapropiados para el servicio de culto en la casa de Dios. Las notas prolongadas y los sonidos peculiares tan comunes en el canto de ópera no agradan a los ángeles. Estos se complacen en oír los sencillos cantos de alabanza expresados en un tono natural” (El evangelismo, p. 372).
6. No debe rebajarse a fin de obtener conversiones, sino que debe elevar al pecador hacia Dios (El evangelismo, p. 105). Elena G. de White dice que “volverían a ocurrir justamente antes de la terminación del tiempo de gracia. “vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta de esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo” (Mensajes selectos, t. 2, p. 41).
7. Provoca una reacción positiva y saludable en aquellos que la oyen.
III. La letra
1. Debe ser de fácil comprensión y estar en armonía con las enseñanzas de la Biblia.
2. Debe tener valor literario y teológico consistente. No usa letras livianas, vagas y sentimentales, que apelen sólo a las emociones.
3. No es superada por los arreglos o instrumentos de acompañamiento.
4. Mantiene el equilibrio entre himnos dirigidos a Dios y cánticos que contienen peticiones, llamados, enseñanzas, testimonios, amonestaciones y ánimo (Col. 3:16; Efe. 5:19).
5. Se debe evitar su presentación en otro idioma, que no sea el local, para que pueda ser comprendida y los oyentes sean edificados.
IV. La alabanza de la congregación
1. Debe ser más valorada, porque por medio de ella toda la iglesia participa. “El canto no siempre debe ser hecho sólo por algunos. Permítase que toda la congregación participe, tanto como sea posible” (Testimonies, t. 9, p. 144). Los momentos de alabanza de la congregación:
a. Involucran la participación de todos en el culto.
b. Armonizan el corazón del hombre con Dios.
c. Ejercen una influencia unificadora del pueblo de Dios en un solo pensamiento.
d. Dan oportunidad para expresar las emociones y sentimientos personales.
e. Fortalecen el carácter.
f. Tienen gran valor educativo.
g. Resaltan un buen principio de mayordomía, desarrollando un talento dado por Dios.
h. Dirigen al oyente hacia Cristo.
2. No debe ser usada para llenar espacios vacíos, o un imprevisto. Debe estar incluida dentro de cualquier culto o programa, en un momento especial, valorando su importancia.
3. No debe ser realizada de manera fría, automática o con falta de preparación. Los himnos a ser cantados y el mensaje a ser expuesto deben estar unidos entre sí, fruto de la planificación y de la cuidadosa organización entre los líderes y el Ministerio de la Música (Joyas de los Testimonios, t. 1, p. 458).
4. Siempre y cuando sea posible, el Ministro de la alabanza debe ocupar un lugar en la plataforma, como uno de los participantes en el culto de adoración.
5. Deben ser estimulados grupos musicales que involucren a una buena cantidad de personas. “muy pocas veces convendrá que los cantos sean ofrecidos por unos pocos” (Consejos sobre la salud, p. 481).
6. Debe haber cuidado especial para no usar músicas que solo agraden a los sentidos, tengan conexión con lo carismático, o den prioridad al ritmo.
V. Los instrumentos
1. Los instrumentistas de la iglesia siempre deben ser estimulados a participar de los cultos de adoración, con instrumentos en vivo. Hablando del canto, Elena G. de White recomienda: “acompáñese entonces el canto con instrumentos musicales tocados con habilidad. No hemos de oponernos al empleo de instrumentos de música en nuestra obra” (El evangelismo, p. 370).
2. Debe haber mucho cuidado al utilizar instrumentos asociados con la música popular y folklórica o que necesiten amplificación exagerada. Cuando son mal utilizados, hacen competencia al mensaje de la música y lo debilitan.
3. El uso de play-backs para números especiales debe ser alternativo. Deben ser usados de manera equilibrada, siempre en apoyo al canto de la congregación.
4. Los instrumentos deben ocupar su papel de acompañamiento, dando prioridad al mensaje. “La voz humana que canta la música de Dios con un corazón lleno de gratitud y agradecimiento, es para él mucho más agradable que la melodía de todos los instrumentos musicales que han sido inventados por manos humanas” (El evangelismo, p. 369).
5. La presentación de música que esté dentro de las recomendaciones de la iglesia y que edifique a los oyentes, debe tener prioridad antes que las orquestas, bandas y otros grupos.
VI. Las producciones musicales
1. Las producciones musicales adventistas deben caracterizarse por resaltar nuestro mensaje distintivo.
2. Los compositores, arregladores, productores y directores deben dar prioridad, valorar y trabajar con músicos que estén comprometidos con los principios musicales de la iglesia.
3. Las producciones musicales de las instituciones adventistas deben ser referencias de los valores musicales de la iglesia.
4. Se debe dar atención y cuidado especial a las producciones vendidas en locales de propiedad de la iglesia, para que reflejen nuestros valores musicales.
5. La música presentada en las estaciones de radio y los canales de TV que son propiedad de la iglesia, también debe reflejar nuestros valores musicales. Ella posee una gran influencia, forma la cultura musical de la iglesia y llega a ser una referencia musical de la iglesia para los oyentes y telespectadores.
VII. La educación musical
1. Debe considerarse la posibilidad de apoyar a los niños en su entrenamiento musical, a fin de preparar futuros músicos que servirán a la iglesia. Este apoyo podrá ser dado por medio de maestros de música de la propia iglesia o patrocinar clases de música para algún interesado.
2. La música debe ser valorada y bien trabajada en los hogares cristianos. La instrucción y la formación de un gusto musical saludable deben comenzar temprano en la vida de los niños. Los padres deben conversar, orientar y ser un modelo positivo para sus hijos, escogiendo con sabiduría la música que será usada en casa.
3. La educación adventista debe estimular a los alumnos en el aprendizaje de instrumentos musicales, lectura de partituras y canto vocal en coros o grupos.
4. Las presentaciones musicales en todas las instituciones educativas adventistas del séptimo día, deben estar en armonía con las directrices de la iglesia. Esto se aplica a los talentos locales como también a artistas y grupos visitantes. Lo mismo se aplica al uso de los medios de comunicación para entretenimiento (películas y otros) patrocinados oficialmente por la institución.
VIII. La administración de la música en la iglesia
1. Cada iglesia debe tener su comisión de música debidamente organizada y que mantenga reuniones regulares. La administración del Ministerio de la Música no debe estar en manos de una sola persona.
2. Deben realizarse charlas, sermones, seminarios o festivales de alabanza involucrando a cantantes o grupos y fortaleciendo el compromiso con la iglesia y sus principios musicales.
3. El liderazgo de la iglesia debe animar a sus miembros para desarrollar sus talentos musicales, estableciendo un coro, cuarteto, grupo musical, orquesta o fortaleciendo un talento individual.
4. La iglesia debe, dentro de lo posible, tratar de adquirir algún instrumento musical propio para fortalecer la alabanza y la formación musical.
5. La comisión directiva del Ministerio de la Música debe organizar y preparar música especial y un responsable de la alabanza de la congregación para todos los cultos de la Iglesia.
6. La salida o recepción de grupos musicales o cantantes debe tener una recomendación oficial de la iglesia de la cual es miembro. Esta actitud valora a los buenos músicos y da seguridad a la iglesia.
7. La música no debe ser motivo de discusiones o actitudes radicales. La búsqueda de la norma divina debe ser guiada por el amor y la oración, y no por la imposición.
IX. La música en la evangelización
1. Toda presentación musical debe contener, siempre y cuando sea posible, un mensaje bíblico y un llamado u ofrecimiento de un curso bíblico a aquellos que aún no sean bautizados, tratando de llevarlos a Jesús.
2. Los grupos musicales y los cantantes deben buscar maneras de actuar directamente, y de forma sistemática, en las campañas misioneras y evangelizadoras de la iglesia; o desarrollar sus propios proyectos para cumplir la misión.
X. La música en el culto
1. La música debe ocupar un lugar tan especial como la oración y el mensaje de la Biblia, dentro del culto y la adoración a Dios. Ésta es un sacrificio de alabanza, un medio de promover el crecimiento espiritual, de glorificar a Dios y dirigir al oyente hacia él.
2. El mensaje musical especial y la alabanza de la congregación deben estar en armonía con el mensaje bíblico que será presentado. Eso fortalece su impacto.
3. La música para el culto debe tener belleza, majestad y poder (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 458).
4. La música debe ser escogida de manera específica para cada ambiente, programa o culto de la iglesia. “Los que hacen del canto una parte del culto divino, deben elegir himnos con música apropiada para la ocasión, no de notas fúnebres, sino alegres, y con todo, melodías solemnes” (El evangelismo, p. 370).
XI. El equipo de audio y video
1. Debe trabajar en sociedad con el Ministerio de la Música en la planificación y organización del programa musical de la iglesia.
2. Mantiene los principios presentados en este documento, especialmente en lo que se refiere al uso de materiales sonoros y visuales en la adoración, la alabanza y la liturgia.
3. Ofrece apoyo técnico a los cantantes, músicos, grupos vocales e instrumentales, antes y durante las presentaciones, con el objetivo de tener buena calidad en la adoración y la alabanza.
XII. La música secular
1. Los principios de elección musical deben servir tanto para la música “sacra” como para la “secular”. En ningún momento dejamos de ser hijos e hijas de Dios que tratan de glorificarlo en todas las cosas. Siempre escogemos sólo lo mejor.
2. La elección de la música “secular” debe ser caracterizada por un equilibrio saludable en los elementos del ritmo, la melodía y la armonía con una letra que exprese ideales de gran valor.
3. Debe haber cuidado especial en la elección de la música en programas especiales dentro de la iglesia, tales como: ceremonias de matrimonio, cultos de acción de gracias, seminarios y otros.
Conclusiones
Vivimos un momento difícil, en el que cada vez más las personas y las sociedades expresan sus sentimientos religiosos sin una clara orientación cristiana y bíblica. La música ha llegado a ser un asunto fundamental que requiere discernimiento y decisión espirituales.
En consecuencia, debemos formularnos las siguientes preguntas importantes mientras tratamos de hacer buenas elecciones musicales:
1. La música que estamos escuchando o presentando, ¿tiene consistencia moral y teológica tanto en la letra como en la melodía?
2. ¿Cuál es la intención que está detrás de esta música? ¿Transmite un mensaje positivo o negativo? ¿Glorifica a Dios (1 Cor. 10:31) y ofrece lo que es más noble y mejor (Fil. 4:8)?
3. ¿Está la música comunicando su intención eficazmente? ¿Está el músico promoviendo una atmósfera de reverencia? ¿La letra y la música dicen la misma cosa?
4. ¿Estamos buscando la orientación del Espíritu Santo en la elección de la música religiosa y secular?
El consejo de Pablo es claro: “cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Cor. 14:15). No hay duda de que la música es una expresión artística, que toca los sentimientos. Esto nos lleva a evaluar, escoger y producir la música de manera racional, teniendo en cuenta su poder, y tratando de cumplir el propósito de Dios para la edificación de la iglesia y la salvación del mundo.
No podemos olvidar que “la música es de origen divino. Hay gran poder en ella. Fue la música de la hueste angelical la que emocionó el corazón de los pastores en las llanuras de Belén y alcanzó el mundo entero. Es mediante la música como nuestras alabanzas se elevan a Aquel que es la personificación de la pureza y la armonía. Es con música y con cantos de victoria como los redimidos entrarán finalmente en la recompensa eterna”(Mensajes selectos, t. 3, p. 382).