La Estructura Literaria

La Estructura Literaria

LA ESTRUCTURA LITERARIA – UNA CLAVE PARA INTERPRETAR LA REVELACIÓN

Kenneth A. Strand

 

La tendencia reciente para una mejor aplicación de la literatura apocalíptica, incluyendo el libro del Apocalipsis, es interesante y bienvenida. Pero con relación a la interpretación de los mensajes de Apocalipsis, los resultados parecen tan diversos como siempre, a juzgar por las varias discusiones y comentarios que continúan apareciendo.

Con esto trataremos ampliamente sobre una preocupación hermenéutica vital, que con mucha frecuencia ha sido descuidada o ignorada en la interpretación del Apocalipsis; a saber, la cuestión de la estructura literaria del libro. Aunque este sea nuestro abordaje aquí, se debe enfatizar que ella debe ser considerada como una herramienta, además de, no excluyendo otras preocupaciones vitales como el tiempo o lugar y el propósito de la escritura; los contextos históricos y literarios relevantes para la composición y sus mensajes; el simbolismo y las imágenes usadas; y muchos otros asuntos que podrían ser mencionados.

Estructura quiástica en la revelación

Un análisis cuidadoso del libro de Apocalipsis manifiesta que existen correlativos o contrapartes entre la primera parte del libro y la última parte, no solo en cuanto a los símbolos específicos usados (que a veces aparecen un tanto aleatoriamente), sino también con respecto al contenido general y temas presentados en secciones enteras del material. Esas secciones correlativas o de contrapartida aparecen en un orden inverso, formando así lo que se conoce como una estructura quiástica comparable al paralelismo en el versículo tan conocido como una de las formas en que ocurre la poesía hebrea del Antiguo Testamento.

Esa estructura se hace claramente evidente en el diagrama de abajo, que por supuesto presenta un bosquejo tentativo para el libro:

  1. Prólogo (1:1-11)
  2. La iglesia – militante (1:12-3*22)
  3. La obra de Dios para la salvación de la humanidad – en ejecución (4:1-8:1)
  4. Las fuerzas que se oponen al pueblo de Dios:
  5. Avisado – las trompetas (8:2-11:18)
  6. La escena de batalla en actuación, con los poderes del mal lanzando ofensivas (11:19-14:20)
  7. Las fuerzas que se oponen al pueblo de Dios:
  8. Castigo – copa con las plagas (15:1-16:21)
  9. La escena de la batalla terminada, con los poderes del mal siendo juzgados (17:1-18:24)
  10. La obra de Dios para la salvación de la humanidad – concluida (19:1-21:4)
  11. La iglesia – triunfante (21:5-22:5)
  12. Epílogo (22:6-21)

 

Prólogo y epílogo (1:1-11 e 22:6-21). Como se lee en las secciones introductorias y conclusivas del libro de Apocalipsis, inmediatamente se evidencian ciertos paralelos. Por ejemplo, en ambas secciones se indica el propósito del libro (revelar cosas que sucederán en breve; ver 1:1 y 22:6); se declara la línea de transmisión (vea los mismos versículos); se presenta un tema doble (la parousia de Cristo y Cristo como “Alfa y Omega”; ver 1:7, 8 y 22:12, 13); se pronuncia una bendición sobre los que oyen los mensajes (1:3 y 22:7); y se hace una referencia a las iglesias (1:11 y 22:16).

Pero ese tipo de paralelismo interesante no está de ninguna manera restricto al prólogo y al epílogo. A medida que avanzamos en los mensajes específicos de la parte principal del libro, descubrimos que hay una línea divisoria básica en el final del capítulo 14, que separa los mensajes en dos divisiones principales que tienen secciones paralelas en orden inverso. Ahora consideraremos esas secciones.

La iglesia, militante y triunfante (1:12-3:22 y 21:5-22:5). La sección de Apocalipsis del cap. 1:12 a 3:22 puede ser titulada la “iglesia militante”, mientras la sección de 21:5 a 22:5 describe la “iglesia triunfante”. En la primera de esas secciones, se hacen promesas al vencedor; y en este último se destaca el cumplimiento de las promesas. Por ejemplo, existen referencias al árbol de la vida (2:7 y 22:2), el libro de la vida (3:5 y 21:27), la Nueva Jerusalén (3:12 y 21:10), el nombre de Dios escrito en su pueblo (3:12 y 22:4), y el trono (3:21 y 22:3). Entre los paralelos adicionales que completan el cuadro están los siguientes: referencia al brillo de Cristo (1:16 y 21:23), mención de Cristo como “el primero y el último” o el “Alfa y Omega” (1:17, 2:8; y 21:6), y una mención específica a los vencedores (2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; y 21:7). Es significativo que en cada una de esas secciones está retratado el pueblo de Dios; en la primera, con sus faltas y tribulaciones y con exhortaciones a superarse; y, en el segundo, como vencedores que recibieron las recompensas prometidas en la sección anterior.

La obra de Dios para la salvación de la humanidad, en curso y concluida (4:1-8:1 y 19:1-21:4). A medida que avanzamos hacia las secciones siguientes en el inicio del libro y al final, encontramos, una vez más, temas y escenarios paralelos: en ambas pueden encontrarse el escenario básico de un trono, cuatro criaturas vivientes y veinticuatro ancianos, con canciones de alabanza (ver 4:2-11; 5:8-14; y 19:4-7). En la sección anterior, hay una secuencia destacada por elementos como los cuatro jinetes y las almas bajo el altar clamando: “Hasta cuándo, Señor […] no juzgas y vengas nuestra sangre […]” (6:1-8:1); observe especialmente 6:10). Eso se equilibra en la sección posterior por una visión de Cristo como el jinete victorioso en un caballo blanco, y por una aclamación a Dios porque “ha juzgado a la gran ramera” (Babilonia) y porque (ha vengado la sangre de sus siervos (19:1-21; ver especialmente 19:1, 2, 11-16). Otras características paralelas entre esas dos secciones incluyen ropa blanca dada al pueblo de Dios (7:9-14 y 19:8) y la aflicción o destrucción de las varias categorías de hombres en la tierra (6:15-17 y 19:17, 18).

Las fuerzas que se oponen al pueblo de Dios (8:2-14:20 y 15:1-18:24). Siguiendo nuevamente del comienzo del libro al final, en ambas hay divisiones del Apocalipsis en otra presentación paralela, esta vez en una secuencia doble: en la primera sección, a las siete trompetas de advertencia le siguen el juicio de las fuerzas del mal (15:1-18:24). La semejanza entre las trompetas y las copas es fácil de reconocer, pues en cada trompeta o copa, el blanco o ítem central es el mismo: la tierra (8:7 y 16:2), el mar (8:8 y 16:3), ríos y fuentes (8:10 y 16:4), y los cuerpos celestes o el sol (8:12 y 16:8), la oscuridad (9:2 y 16:10), el río Éufrates (9:14 y 16:12), y el anuncio del gobierno de Cristo o la declaración “hecho está” (11:15 y 16:17). También, cuando se observa al dragón y la bestia semejante al leopardo de Apocalipsis 12 y 13 en comparación con la bestia de color escarlata del capítulo 17, la notable semejanza de esos animales por tener siete cabezas y diez cuernos es inmediatamente visible. Además, una mujer sobresale en ambas escenas, la mujer vestida de sol en el capítulo 12:1, y en contraste la ramera en el capítulo 17. También ambas secciones hacen referencia a la caída de Babilonia (14:8 y 18:2).

Historia y escatología. Se debe notar que las secciones anteriores del Apocalipsis retratan la escena histórica (una época en la que los poderes del mal se oponen y persiguen al pueblo de Dios), mientras la segunda parte principal describe la era del juicio escatológico (una época en la que los poderes del mal serán castigados y cuando el pueblo de Dios será finalmente justificado). Parece que las dos divisiones principales del libro fueron estandarizadas a propósito después del doble tema de (1) Cristo como “Alfa y Omega”, lo que garantiza su presencia con su pueblo en esta era histórica; y (2) la promesa del regreso de Cristo, cuando él recompensará a cada hombre de acuerdo con sus obras (ver 1:7, 8 y 22:12, 13). Corresponde también a la declaración de 1:19 de que Juan debe escribir las cosas “que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas”; o sea, las cosas que pertenecen a la presente era histórica y las cosas relacionadas a la consumación escatológica.

Pero, más allá de ese esquema amplio que divide el libro de Apocalipsis en dos partes principales, se puede notar que en cada una de las dos divisiones principales existen esquemas de recapitulación. En la primera división principal, comenzando con la sección de la sala del trono y terminando con el drama involucrando al dragón y las dos bestias, hay una secuencia que puede ilustrarse de la siguiente forma (adaptada de mi presentación en Interpretando el libro de Apocalipsis, p. 48):

Dios trabaja por la salvación del hombre 4:1-8:1

  1. Visión victoriosa: La sala del trono del Cielo; el Cordero digno de abrir el libro, 4:1-5:14
  2. Primeros seis sellos, 6:1-17
  3. Los últimos eventos destacados: la obra de sellamiento; la gran multitud, 7:1-17
  4. Clímax glorioso: El séptimo sello, 8:1

Advertencias para el rebelde, 8:2-11, 18

  1. Visión victoriosa: El incienso mezclado a la oración de los santos, 8:2-5
  2. Primeras seis trompetas, 8:7-9:21
  3. Últimos eventos destacados: El ángel y el rollo; el templo y los dos testigos, 10:1-11:14
  4. Clímax glorioso: La séptima trompeta, 11:15-18

Lucha, 11:19-14:20

  1. Visión victoriosa: El templo abierto y el arca, 11:19
  2. Fuerzas malignas atacan al pueblo de Dios, 12:1-13:18
  3. Los últimos eventos destacados: Los 144.000 rescatados; los tres mensajes angélicos, 14:1-12
  4. Clímax glorioso: La cosecha en la Tierra, 14:14-20

De la misma forma, cuando miramos la última división principal del capítulo 15 en adelante, queda claro que también aquí hay un modelo de recapitulación. Por ejemplo, en el capítulo 17, la descripción del juicio de Babilonia y la referencia a las aguas en las cuales la mujer Babilonia se sienta (ver particularmente los versículos 1 al 15) tiene la intención clara de explicar las plagas de la sexta y séptima copas, que se referían al Éufrates (el río o “aguas” de Babilonia) y al juicio de Babilonia (ver especialmente 16:12, 19). Por otro lado, descubrimos que una parte del capítulo 17 también recibe su propia recapitulación y explicación en el capítulo 20. En 17:8, la bestia de siete cabezas del abismo se describe como surgiendo del abismo y yendo a la perdición (destrucción final); y en 17:11 se menciona a esta bestia con una octava cabeza, que “es de” los siete, antes de su muerte. El capítulo 20 reitera y expande este cuadro, pues el antiguo dragón, Satanás, está en el abismo durante el milenio, y cuando sale del abismo al final de los “mil años” engaña a las naciones (está implícito en el versículo 5 que los muertos impíos resucitan al final del milenio). Esta situación, con Satanás personalmente al frente de todas las fuerzas del mal de todos los tiempos históricos, da a la bestia la existencia una vez más bajo la “octava” cabeza, o sea, Satanás, quien fue el instigador, perpetrador e inspirador del poder de la bestia en todas sus formas anteriores. La “perdición” viene cuando “el diablo fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta” (20:10).

Principios de interpretación

Con la estructura literaria del libro expuesta ampliamente delante de nosotros, ¿qué implicaciones pueden extraerse desde el punto de vista de los principios interpretativos?

En primer lugar, es importante que los mensajes y los simbolismos individuales en el libro de Apocalipsis sean tratados no solo dentro de la estructura de su contexto inmediato, sino también con la debida consideración a la división particular principal del libro donde se encuentran, sea el histórico o escatológico (o prólogo o epílogo, si fuera el caso). Así, por ejemplo, una interpretación amilenista, que considera los “mil años” en Apocalipsis 20 como un símbolo de la era cristiana, es inmediatamente considerada inválida, pues si fuera ese el significado, los “mil años” hubieran sido presentados en la división histórica del libro anterior al capítulo 15, no en la división escatológica.

Tal vez sea necesaria aquí una palabra de cautela: el hecho de que las perspectivas en las dos divisiones principales del Apocalipsis son histórica y escatológica, no impiden que ocurran algunas series históricas que terminan en un clímax escatológico, como está indicado en nuestro bosquejo de arriba. Además, en las divisiones escatológicas, aparecen ocasionalmente dos tipos de ítems históricos: (1) explicaciones, como la de la bestia en el desierto y sus cabezas y cuernos en 17:9-12; y (2) exhortaciones, como en 16:15 y 18:4.

En segundo lugar, se debe reconocer que la interpretación adecuada no puede ser directa en ningún sentido que destruyera la división principal entre las partes histórica y escatológica. Así, los historicistas que encontrarían solo una secuencia en línea recta desde la iglesia primitiva hasta la consumación final, los preteristas que harían lo mismo para el período antiguo o los futuristas que verían un desarrollo de eventos en línea recta limitado a un corto período de tiempo en el fin de la historia de la Tierra, todo eso sería una injustica a la doble división básica del libro de Apocalipsis.

Tercero, un procedimiento que vería secuencias de recapitulación en cada división principal parecería estar en armonía con la estructura general pretendida. Así, para la primera división principal, hay secuencias históricas repetidas que van desde el tiempo del profeta hasta la consumación y cubren diferentes aspectos de la situación histórica. Este tipo de interpretación, además, encuentra un paralelo en otra literatura apocalíptica, como es el libro de Daniel del Antiguo Testamento íntimamente relacionado con su paralelismo en los capítulos 2, 7, 8, 9 y 10-12. Y debe reconocerse también que hay recapitulación en las escenas de la segunda división principal del Apocalipsis, recapitulación dentro de una estructura escatológica en vez de histórica.

Para concluir, se puede afirmar que las directrices hermenéuticas como las indicadas arriba son de hecho importantes, pero también se debe reiterar que deben tomarse en conjunto con, y no con exclusión de, otros principios vitales para la interpretación.

 

 

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