La Fragmentación del Adventismo

La Fragmentación del Adventismo

La Fragmentación del Adventismo

Resumido por Carlos A. Steger de Johnsson, William G. ¿Se fragmentará la iglesia?

Peligros reales para el adventismo de hoy. Miami, FL: APIA, 2004.

PDF

Capítulo 1: La iglesia es un milagro

 

Para la Iglesia Adventista del Séptimo Día, este es el mejor de los momentos. Pero al mismo tiempo es el peor de los momentos.

La iglesia está en su mejor momento porque está creciendo como nunca

antes.

Pero es el peor de los momentos porque la posibilidad de un cisma es

ahora una amenaza mucho más real que antes. Es un milagro que la iglesia permanezca unida hasta ahora a nivel mundial. Pero, ¿podrá seguir unida sin dividirse?

 

Capítulo 2: El espíritu de la época

 

La sociedad contemporánea glorifica de la noche a la mañana a las celebridades, pero con la misma velocidad las defenestra en cualquier momento. Esto afecta a artistas, deportistas, políticos y cualquier persona que se destaque de alguna manera.

Por eso es tremendamente difícil ejercer el liderazgo en la actualidad. El problema es que la gente espera soluciones inmediatas. Pero muchos problemas son de difícil solución porque involucran una maraña de relaciones humanas,

 

prejuicios, un lastre del pasado, temores, envidias, avaricia, etc.

Hoy se desafía y se rechaza toda autoridad. La sociedad se deleita en señalar los errores de los líderes y los desgasta rápidamente.

La época actual también se caracteriza por el individualismo, que lleva al pluralismo y al relativismo. La regla es: quiero mi placer, hacer lo que a mi me gusta, y lo quiero ahora.

Otra característica de nuestra época es que se confunde el estilo con la sustancia. La apariencia exterior de una persona es más importante que lo que esa persona tiene para ofrecer. Lo que más vale es la impresión que su presencia deja en los demás, y no el contenido o las ideas que presenta. La Televisión ha contribuido a este cambio más que ninguna otra cosa. Nos ha hecho ser más

 

superficiales, atados a las apariencias. Ha promovido el análisis instantáneo y la exigencia de respuestas instantáneas. Ha fomentado el individualismo. La televisión ha ayudado a fragmentar la iglesia. Así como está desintegrando la sociedad, está afectando a la iglesia.

Si antes los líderes de la iglesia podían trazar planes e imponerlos a la iglesia, ahora cualquier plan trazado por el liderazgo de la iglesia posiblemente será rechazado instantáneamente, sin importar cuán bueno sea.

Si antes las asambleas de obreros hacían que los pastores viajaran con sentimiento de culpa, ahora muchos presidentes de asociaciones ni siquiera pueden lograr que sus obreros asistan a las asambleas.

Si antes las iglesias seguían incondicionalmente los

 

planes de la asociación, ahora algunas iglesias hacen lo que les place desobedeciendo la reglamentación de la iglesia, incluso en la administración de los fondos de la iglesia.

Vivimos en una época muy difícil para liderar la iglesia.

 

Capítulo 3: Necesitamos un reavivamiento

 

Somos Laodicea. Aseguramos ser el pueblo que espera el regreso de Jesús. Pero frecuentemente la forma en que vivimos niega lo que decimos. Necesitamos una reforma. Por eso los grupos reformistas encuentran seguidores. El problema es que su llamado al reavivamiento y la reforma va más allá de la exhortación dentro de la organización, y que ellos organizan sus reuniones campestres independientes e imprimen sus propios periódicos.

Lamentablemente, en la iglesia hay individuos e incluso líderes que caen en pecado. Los grupos reformistas se especializan en señalar ese tipo de errores, pero se olvidan que el amor “no se goza de la injusticia” (1 Cor. 13:6).

Según la Biblia, la reforma genuina significa un cambio en la manera en que nos relacionamos con nuestros semejantes. Significa tratarlos con justicia y con amor, como hijos de Dios (ver Isaías 58). La verdadera reforma trae la presencia de Jesús a nuestra vida como nuestro Señor y Rey. Como resultado, nuestra vida refleja su vida de abnegación y amor, pureza, honestidad y justicia.

Pero no es eso lo que proclaman los grupos reformistas. Sus publicaciones tienen listas de lo que se puede hacer y lo que

 

no se debe hacer, olvidando lo más importante.

La iglesia necesita una reforma, pero una reforma bíblica. Necesitamos a Cristo como el centro de nuestras vidas. Necesitamos volver a la Biblia, para ser hombres y mujeres del Libro otra vez.

 

Capítulo 4: Diferencias generacionales

 

La brecha generacional es tan antigua como la Biblia (ver la historia de Roboam en 1 Reyes 12). Sin embargo, actualmente la brecha ha crecido hasta convertirse en un abismo. Esto se debe a que la familia, que sostenía a la sociedad y mitigaba las diferencias generacionales, se está desintegrando.

Muy pocas familias tienen a los abuelos en casa. Más de la mitad de las madres de niños pequeños trabajan fuera de la casa. Hay cada vez más divorcios. Las relaciones con los padres se han vuelto confusas.

Sin la correcta interacción entre las generaciones, las relaciones se han fracturado. Cada generación tiene su propia jerga, sus héroes, su música, sus valores. Más y más, cada generación habla solamente a aquellos de su propia generación y encuentra incomprensibles a los de las otras, de modo que ni vale la pena intentar la comunicación con ellos.

El marketing moderno acentúa las diferencias. La publicidad va dirigida a una audiencia muy específica. Por ejemplo, basta con mirar la enorme variedad de revistas que se ofrecen, para cada edad y tipo de persona.

Todas las denominaciones han sufrido la pérdida de muchos miembros de la generación Baby Boomers (nacidos entre 1943 y 1964). Esta generación le dio la espalda a muchos de los valores de sus mayores. Cuestionan todo, experimentan todo, mantienen algunas cosas y rechazan otras. Muchos descartan el matrimonio. Pero cuando tienen hijos, un buen número regresa a la iglesia.

No necesariamente a la iglesia de su niñez, sino que buscan una iglesia en la que se sientan a gusto.

Por otro lado, más y más los niños tienen su propio culto, así como los jóvenes. Se hacen retiros para solos, para mujeres, a veces para hombres, para divorciados, etc. Es cierto que cada grupo tiene sus necesidades particulares. Pero

¿cómo cuidamos que esto no lleve a la fragmentación de la iglesia? ¿Cuándo unimos nuestros corazones y voces en un cuerpo, una familia en el Señor?

La música posiblemente produzca más discusiones que ningún otro asunto. Otra área en la que vemos diferencias generacionales es las finanzas. Los

 

Baby Boomers son más selectivos en sus ofrendas, menos comprometidos en su apoyo leal a los programas de la iglesia.

 

Capítulo 5: Educación, ¿pieza maestra o monstruo?

 

Creemos que, a pesar de todos sus defectos, nuestras instituciones educativas son el mejor lugar para enviar a nuestros hijos. Algunos adventistas quieren que nuestras instituciones educativas corrijan lo que está ocurriendo en los hogares y las iglesias adventistas. Pero como no lo hacen, ni pueden hacerlo, estas personas hablan mal de nuestras instituciones educativas.

Otros adventistas están dolidos porque sus hijos y nietos no van más a la iglesia, y frecuentemente echan la culpa a nuestras instituciones educativas.

Elena de White escribió que nuestras instituciones educativas deberían “educar a los jóvenes para que sean pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de los pensamientos de otros hombres” (Ed., 17). Las instituciones educativas adventistas han tratado de seguir este consejo. Mientras presentan la alternativa cristiana, han animado a los estudiantes a pensar por sí mismos y defender su posición.

Y hemos llegado a ser víctimas de nuestro propio éxito. Nuestros jóvenes han estudiado y pensado por sí mismos, y muchos han concluido con respuestas diferentes a las nuestras. No tanto respecto de la teología, pues muy pocos jóvenes desafían nuestras doctrinas, sino respecto de algunos aspectos del estilo de vida adventista. Ellos han evaluado nuestros argumentos, nuestro uso de las Escrituras, y han llegado a conclusiones diferentes de las nuestras.

En particular, ven poco sustento para nuestras normas de vestimenta. Los adultos señalan textos bíblicos que prohíben las joyas, por ejemplo, pero ellos encuentran otros textos que parecen ir en la dirección contraria. Pero además, encuentran inconsistencias: los adultos pueden condenar duramente un anillo o una pulsera, pero usan un sujeta corbata de oro o un reloj de oro, y conducen un Mercedes Benz o un Cadillac.

A nivel mundial, uno encuentra grandes diferencias entre los adventistas en cuanto al estilo de vida. La observancia del sábado entre Europa y Norteamérica, e incluso dentro de Norteamérica, varía mucho.

Desde una perspectiva humana, el esfuerzo por preservar la Iglesia Adventista como una iglesia mundial con un estilo de vida distintivo parece un sueño imposible. Sin embargo, a pesar de las diferencias, hay una unidad de

 

estilo de vida adventista alrededor del globo terráqueo.

La observancia del sábado nos une. Y los adventistas de todo el mundo procuran vivir en forma saludable, evitando el tabaco, las bebidas alcohólicas y las drogas. Los adventistas de cualquier parte del mundo tienen una mejor apariencia que las demás personas, son más sanos, más limpios, más felices.

Otra área de estilo de vida en la que la iglesia se está fragmentando es la de los entretenimientos, en particular las películas. En esta área, necesitamos desesperadamente limpiar nuestras acciones. A pesar de nuestra pretensión de adhesión a una norma elevada, estamos mucho peor que muchos evangélicos cuyos hábitos de mirar películas y televisión son más puros que los nuestros.

Lo peor es nuestra parálisis de silencio acerca del tema. Por años hemos dicho que los adventistas no van al cine, y dimos nuestras razones y tratamos de encontrar textos para apoyarlas. Esta es teóricamente todavía nuestra norma, pero ha sido rechazada masivamente. Nuestras viejas razones ya no sirven: no hace falta ir al cine, porque las películas entran a nuestro hogar mediante la televisión, los videos, los DVDs alquilados, o Internet. Además, nuestras instituciones educativas e iglesias presentan películas.

El resultado es que muchos adventistas miran basura. Dejan que la televisión siga encendida y los seduzca a mirar shows y películas objetables. No prestan atención a los valores que transmiten. Necesitamos aprender a seleccionar películas y programas apropiados para los cristianos. Nuestros miembros podrían beneficiarse de una crítica de las películas y programas respecto de sus valores. Los evangélicos proveen esa educación y esas críticas. Nosotros no; estamos atrapados en una parálisis de silencio.

Mis diálogos con jóvenes adultos adventistas me han llevado a la conclusión de que la doble norma de la iglesia respecto de las películas y la televisión afecta tremendamente la credibilidad de la iglesia.

Hay un aspecto más relacionado con la educación, que surgió a principios del siglo XX. La iglesia estableció una institución para preparar médicos en Loma Linda. Pero para que sus egresados pudieran ejercer la medicina, la institución debía estar acreditada. Esto trajo consecuencias respecto del currículum, los profesores y la biblioteca. Una tras otra, nuestras instituciones educativas optaron por la acreditación, aunque el proceso fue lento y resistido por muchos, tanto en las propias instituciones como en la Asociación General.

Otro paso importante fue cuando decidimos establecer universidades. El concepto mismo de universidad demanda apertura de ideas, investigación y

 

búsqueda de la verdad.

A veces me pregunto si nos dimos cuenta en qué nos metíamos cuando decidimos establecer universidades. ¿Anticipamos la apertura al conocimiento y a cuestionar todo que eso traería, con la posibilidad de dividir la iglesia que eso implicaría inevitablemente?

No estoy lamentando que la iglesia haya establecido universidades. Pero las ventajas tienen un costo. Como resultado, tenemos una membresía mejor educada que la población en general, pero también se ha ensanchado la brecha entre los más educados y los menos educados dentro de la iglesia. Y enfrentamos un triste modelo: la gente se une a la iglesia, sus hijos ascienden socialmente gracias a la educación adventista, pero en la siguiente generación, sus nietos, aun mejor educados, salen de la iglesia en una proporción elevada.

 

Capítulo 6: Tecnología moderna

Las nuevas tecnologías han facilitado que los grupos disidentes multipliquen su influencia.

Hay ministerios independientes excelentes que se esfuerzan por llevar adelante la misión de la iglesia, tales como Adventist Frontier Missions (que envía jóvenes como misioneros a lugares sin presencia adventista), Maranatha Volunteers International (que organiza voluntarios para construir iglesias y escuelas en diversos países) y Adventist Laymen’s Services & Industries (ASI, que apoya la difusión del evangelio de diversas maneras).

Pero en contraste hay otros ministerios que en lugar de llevar el evangelio al mundo que perece, se concentran en los errores y faltas de la iglesia. Son super críticos y acusadores. Piensan que su misión es reprender las faltas (según las ven ellos) de los líderes e instituciones adventistas.

Si no existiera la Iglesia Adventista, estos ministerios no existirían. Son parásitos de la iglesia. Siempre se presentan como adventistas leales a la iglesia. Invitan a sus lectores a que los apoyen financieramente aunque nunca dan a conocer una auditoría que verifique cómo usan los diezmos y ofrendas que reciben.

Demasiados adventistas parecen pensar que cualquier cosa que aparezca impresa o en Internet es creíble. ¿Cuándo aprenderá nuestro pueblo a examinar todo y retener lo bueno (1 Tes. 5:21)?

Los videos tienen un poder asombroso para persuadir, mucho más que las publicaciones. En las manos de un manipulador hábil, pueden engañar aun a los

 

escogidos. Pero “por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:16).

La forma de error más difícil de enfrentar es la que viene mezclada con la verdad. Si estos ministerios independientes se separaran e iniciaran una nueva denominación, no serían un problema. Ellos están directamente en contra de la creencia fundamental número 14, titulada “Unidad en el Cuerpo de Cristo”.

Posiblemente tendremos disidentes con nosotros hasta que regrese el Señor. Su potencial para fragmentar la iglesia es mayor que nunca antes debido a que la tecnología moderna multiplica su influencia.

¿Cómo los trataremos? Con paciencia, con amor, y con sabiduría. Solo el Señor puede darnos esas virtudes.

 

Capítulo 7: Frustración por la “demora”

 

¿Por qué estamos aquí todavía? ¿Cuánto más tenemos que esperar? ¿Por qué Jesús no vino todavía? Presentaré las tres respuestas principales que se han dado:

Primera respuesta: agotamiento escatológico. A algunos miembros la esperanza de la segunda venida ya no les importa prácticamente nada. Son adventistas solo de nombre.

Segunda respuesta: fiebre escatológica. Otros están febrilmente calculando cuándo vendrá el Señor. Elaboran cuadros, calendarios y ponen fechas. Pero esto no es bíblico (Mat. 24:36), y en última instancia lleva al agotamiento escatológico luego de que pasan las fechas y Cristo no regresa.

Tercera respuesta: teología escatológica. Me refiero a las teorías que algunos han desarrollado para explicar por qué se demora la Segunda Venida. Hay dos clases: algunos se centran en lo que nosotros deberíamos hacer, otras en lo que deberíamos predicar.

Los que se refieren a nuestras acciones, hablan de la misión (Mat. 24:14) o la perfección de carácter del remanente (Apoc. 14:1-5). Esto lleva al “principio de la cosecha”, que pone la culpa sobre nosotros por la demora.

Los que se refieren a lo que deberíamos predicar, enfatizan uno de los siguientes aspectos: la justificación por la fe, o la victoria sobre el pecado en nuestras vidas personales.

¿Qué hacer ante estas diferentes respuestas?

  1. Recordar que bíblicamente los que hablan de la demora de la segunda venida son los que están del otro lado del cerco (Mat. 24:48, 49; 2 Ped. 3:3, 4).

 

Bíblicamente, los que hablan de la demora son los descuidados o los incrédulos.

 

  1. La Biblia no apoya la idea de que los seres humanos podamos frustrar los planes de Dios. Él es soberano.
  2. En el plan de Dios, la humanidad y la divinidad cooperan juntas. Tenemos una parte que cumplir, pero en última instancia Dios está en el control.
  3. Al hacer teología siempre debemos asegurarnos de comenzar con el Centro: Jesús. Si comenzamos con la escatología, estamos comenzando con lo que debería estar al final.

 

Capítulo 8: Crecimiento asombroso

 

Esta es otra área en la que hemos llegado a ser víctimas de nuestro propio éxito. El crecimiento sorprendente que estamos teniendo genera tremendas tensiones para una iglesia que busca continuar como un solo cuerpo mundial.

Me concentraré solamente en dos aspectos de tensión: dinero y raza.

Cuanto más crece la iglesia en áreas subdesarrolladas, mayor es la presión sobre el dólar estadounidense. Como la iglesia continúa creciendo más rápidamente en áreas débiles financieramente, cada año se hace más difícil equilibrar el presupuesto. Cuando escasea el dinero, es fácil pensar y actuar egoístamente, y echar la culpa a otros.

Pero antes de mencionar las consecuencias negativas de esta situación, quiero aclarar dos cosas. Primero, estos problemas son los mejores que podríamos tener, porque son problemas de crecimiento. Deberíamos estar contentos por tenerlos y considerarlos como desafíos y oportunidades.

 

Segundo, el Señor continúa bendiciendo a nuestra iglesia con recursos financieros multiplicados. Aunque los diezmos y las ofrendas no han crecido en la misma proporción que la membresía, el cuadro financiero general continúa siendo bueno.

Veamos las posibles opciones negativas frente a esta situación:

La opción de ciudadanos de segunda clase: contentarnos con las enormes diferencias en cuanto a oportunidades para adorar y crecimiento personal. En lugar de eso, deberíamos esforzarnos por tratar de lograr igualdad de oportunidades en los siguientes aspectos: mantenimiento de la vida, un lugar para adorar a Dios, literatura cristiana en su idioma, cada niño debería tener

 

acceso a la educación.

La opción de los ricos y los pobres: luchar para controlar las finanzas. Los ricos podrían usar su prosperidad como elemento de presión y control, mientras que los pobres podrían reaccionar resentidos por la injusticia.

La opción de votar en bloque: en un congreso de la asociación general.

La opción de representación distorsionada: dar más votos a los que más aportan financieramente.

La opción de las iglesias nacionales: como los luteranos, los metodistas, los bautistas y los episcopales. Esta sería la opción extrema. Dejaríamos de ser una iglesia mundial única.

Termino este capítulo mencionando dos cosas positivas:

Primero, que la iglesia está enfatizando la necesidad de que todas las divisiones sean auto sustentables.

Segundo, que el Señor ha bendecido grandemente a algunos individuos y ha puesto en sus corazones el deseo de cooperar en proyectos necesarios.

 

Capítulo 9: muchas voces, muchos gurús

 

En lugar de Pedro, Apolos o Pablo (como en Corinto), hoy tenemos a Venden, Spear, Wieland y Sequeira. Y muchos otros, como Knight, Standish, Maxwell, Larson, Waggoner, Jones, Short, Ford, Grosboll, Osborne, y quién sabe cuántos más.

Estos individuos no necesariamente han buscado el status de gurús.

Posiblemente la mayoría de ellos lo ha resistido. El problema no está primariamente en ellos sino en los adventistas que idolatran sus enseñanzas.

Esto es insalubre, tanto para el gurú como para sus seguidores.

Incluso los teólogos adventistas han comenzado a fragmentarse. Una cosa es tener diferencias de opinión. Mucho más serio es institucionalizar las diferencias. Pero eso es lo que está ocurriendo. A fines de la década de 1970 se creó la Andrews Society of Religious Studies (que luego cambió su nombre por el de Adventist Society of Religious Studies). Pero por discrepancias entre los teólogos finalmente se creó otra sociedad, la Adventist Theological Society.

Nuestros teólogos están divididos.

No obstante, el hecho de que haya agitación teológica entre nosotros es algo positivo. Indica que para nosotros las doctrinas continúan siendo

 

importantes. Esto es bueno en la

 

medida en que no sigamos ciegamente a un líder humano, no comencemos a etiquetar a los que no ven las cosas como nosotros, reconozcamos que nadie tiene la llave de toda la verdad, y busquemos la verdad mediante el Espíritu Santo y no mediante agencias humanas.

 

Capítulo 10: Dos corrientes teológicas

 

Para algunos adventistas, el año 1957 marcó un cambio de rumbo con la publicación del libro Questions on Doctrine [Los adventistas responden preguntas sobre doctrina], especialmente en cuanto a la naturaleza humana de Jesús y la expiación.

Pero la división entre los adventistas se remonta más atrás, al año 1888.

Al respecto se ha escrito tanto que el adventista promedio se siente un tanto confundido.

El evangelio siempre involucra el lado divino y el lado humano. Nuestra salvación ocurre cuando cooperamos con Dios. Como hay que mantener el equilibrio combinando la parte divina y la humana, es fácil distorsionar el evangelio y convertirlo en un falso evangelio.

Desde Minneapolis tenemos dos corrientes teológicas. Una da prioridad a lo divino, la otra a lo humano. Actualmente, una enfatiza la gracia, la otra enfatiza la victoria.

En realidad, tanto la gracia como la victoria son importantes. Ambas deben estar presentes. El asunto no es elegir una de las dos, sino cuál se enfatiza más a expensas de la otra. Prácticamente todos los teólogos y escritores adventistas posteriores a 1888 se pueden clasificar fácilmente en una o en la otra corriente.

Los movimientos independientes radicales enfatizan el lado humano, la victoria. Para ellos, Jesús tuvo una naturaleza pecaminosa y la segunda venida se demora porque el Señor está esperando que su pueblo alcance un estado de perfección impecable.

¿Por qué hay tantos adventistas fríos, apáticos, sin gozo, críticos? Quizás porque no han experimentado el poder de la gracia.

 

Capítulo 11: Nace una nueva iglesia

 

La iglesia está cambiando rápidamente. Para el año 2020, por ejemplo, la iglesia podría ser así:

  • Una iglesia en la cual predomina el español, no el inglés.
  • Una iglesia en la cual los blancos son una minoría.
  • Una iglesia con un presidente de la Asociación General de origen asiático.
  • Una iglesia en la que muchas mujeres podrían ser pastoras.
  • Una iglesia con nuevas estructuras en vez de asociaciones y uniones.
  • Una iglesia con una organización financiera reformada.
  • Una iglesia en la que la Asociación General actúa como un centro de distribución de ideas y de personas, que da liderazgo espiritual y no tanto administrativo.

Pero en lugar de hacer futurología, soñemos cómo

 

quisiera Dios que sea su iglesia para el año 2020:

  • Un cuerpo de personas que se goza en la salvación por la fe.
  • Una comunidad de amor y aceptación, sin prejuicios ni barreras de raza, casta o sexo.
  • Una comunidad de iguales en la que todos tienen su lugar y nadie se enseñorea sobre otro.
  • Una comunidad que actua con justicia y honestidad con todos.
  • Los líderes son siervos de la comunidad, que animan la expresión y participación de cada individuo.
  • Cada talento es desarrollado y utilizado.

A menudo hablamos de “nosotros-ellos”, separándonos a nosotros mismos del cuerpo de la iglesia. Pero nosotros somos la iglesia. Yo soy la iglesia.

Hemos sido lentos para confrontar y corregir las normas sociales que contradicen el evangelio. Hemos sido lentos para pagar a las mujeres el mismo salario que pagamos a los hombres por el mismo trabajo.

Dios nos llama a una norma más elevada. Debemos permitir que el Espíritu Santo reprenda nuestro orgullo y prejuicio.

 

Capítulo 12: ¿Se dividirá la iglesia?

 

Creo que la iglesia afrontará estos desafíos y saldrá ilesa. Creo que no se

 

dividirá, por las siguientes cuatro razones:

Primero, porque Cristo es la Cabeza de la iglesia.

 

Segundo, porque la Biblia predice que al fin del tiempo habrá solo una iglesia que sigue a Jesús y guarda su Ley.

Tercero, porque en el pasado la iglesia ha resistido grandes presiones que parecían capaces de fragmentarla.

Cuarto, porque Juan vio la iglesia de los últimos días y la vio victoriosa.

Mientras tanto, ¿qué podemos hacer para evitar que se fragmente la iglesia? Tres cosas:

Primero, ayudemos a nuestro pueblo a hacer frente al cambio.

Necesitamos una teología del cambio, un punto de vista bíblico del cambio. El cambio no es malo en sí mismo. Todo lo que es vivo, cambia. El cambio se impone sobre la iglesia desde tres perspectivas: el crecimiento trae cambio, los tiempos cambiantes demandan una iglesia cambiante, y Dios quiere cambiarnos a su imagen.

Segundo, aclaremos qué significa ser un adventista del séptimo día. Hay diferentes ideas en cuanto a cuál es la esencia del adventismo: desde salvación por medio del gluten hasta calcular el año del regreso de Cristo. Eso no es la esencia. Un buen punto de partida son las 28 creencias fundamentales.

Finalmente, eduquemos a los miembros en cuanto a las implicaciones del evangelio. Necesitamos enseñarles qué significa ser uno en Cristo.