Inmediatamente después de la muerte de Moisés, Josué, hijo de Nun (Éxo. 33:11), de la tribu de Efraín (Núm. 27:15-23), se enfrentó con dos grandes desafíos: sustituir a Moisés (ver Núm. 27:15-23; Deut. 31:14, 15, 23) y conducir al pueblo de Israel hasta la Tierra Prometida (Jos. 1:2). Para él, esos desafíos estaban muy por encima de su capacidad. Elena de White escribió: “Con gran ansiedad y desconfianza de sí mismo, Josué había mirado la obra que le esperaba; pero Dios eliminó sus temores al asegurarle: ‘Como yo estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé’ ” (Patriarcas y profetas, p. 482).
Josué necesitaba orientación y sabiduría para tomar decisiones correctas y ser exitoso por dondequiera que fuese. Ya en el inicio de su libro, encontramos tres aspectos que fueron fundamentales en su liderazgo al frente del pueblo de Israel. Primero, Josué debía tener una mirada retrospectiva. Dios le dijo: “Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Jos. 1:5). Antes de mirar hacia adelante como emprendedor, debería recordar las grandes manifestaciones del poder de Dios en la vida de Moisés (ver Éxo. 3:7-10, 15; 13:21; 14:21; Núm. 11:7; 21:9).
En segundo lugar, Josué debía ser el hombre del Libro. Para él, la recomendación divina fue: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que enélestáescrito;porqueentoncesharás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Jos. 1:8). La actitud de Josué para con la ley deuteronómica, es decir, no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, reflexionar en ella y obedecerla (ver Deut. 2:27; 28:14), lo llevaría a ser exitoso en su liderazgo. Elena de White escribió: “No hay posición alguna en esta vida ni fase alguna de la experiencia humana para las cuales la enseñanza de la Biblia no constituya una preparación indispensable” (ibíd., p. 741).
Por último, Josué debía mirar hacia adelante y actuar. “Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo […]” (Jos. 1:10). No había sido llamado para mantener al pueblo en el lugar al que había llegado, ni tampoco para descansar después de tanto tiempo de servicio; él había sido llamado para hacer que el pueblo heredara la tierra.
El líder cristiano debe mirar hacia atrás con gratitud, y hacia adelante con fe, coraje y disposición. El avance, el crecimiento y la prosperidad son elementos que deben formar parte del pensamiento de los dirigentes del pueblo de Dios. “Se necesitan hombres para este tiempo que no teman levantar la voz por lo correcto. Deben ser de firme integridad y coraje comprobado. La iglesia apela a esos, y Dios buscará con sus esfuerzos mantener todos los ramos del ministerio evangélico” (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 270).
Es probable que tú, en tu iglesia, hayas sustituido a alguien en alguna función o hayas asumido una nueva responsabilidad. No importa quién eres o el lugar en que estés, recuerda la experiencia de Josué. ¡Mira la manera en que Dios lo guio! Así como Dios había cumplido sus promesas en la vida de su antecesor, Josué necesitaba creer que Dios también haría lo mismo en su vida.
El mensaje de Dios para Josué en aquella ocasión es el mismo para ti hoy: “Como estuve con Moisés, estaré contigo” (Jos. 1:5).
Intenta ser, por la gracia y el poder de Dios, un líder del Libro. La Biblia está repleta de orientaciones y consejos para aquellos que están al frente del pueblo de Dios en estos tiempos modernos.
Debes ser un líder de acción. A semejanza de Josué, fuiste llamado por Dios, en tu congregación, para conducir al pueblo a la Tierra Prometida. “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño […]. La noche está avanzada, y se acerca el día (Rom. 13:11, 12).