Llamados por la Gracia

Llamados por la Gracia

LLAMADOS POR LA GRACIA

Jorge Luis Wiebusch Martins

No os dejaré huérfanos
Juan 14:18

Dios siempre hizo, y siempre hará provisión de líderes para su pueblo. Dentro de las familias, de las tribus, de la nación y de la Iglesia, el Soberano levantó personas con virtudes y luchas personales de todo tipo (Sant. 5:17, 18), exactamente como las que nosotros también tenemos en la actualidad. Aquellos líderes fueron los patriarcas, los profetas, los jueces y posteriormente Jehová aceptó la propuesta del pueblo y les dio reyes. Los sacerdotes también estuvieron presentes a lo largo de la historia para liderar espiritualmente al pueblo. El plan de Dios era que esos líderes trabajaran en sumisión y sabiduría celestial.

Después de la primera venida de Jesús surgió la iglesia cristiana liderada por hombres y mujeres que asumieron el compromiso de establecer el Reino del Señor. Esos líderes llamados a lo largo de los años debían representar a Dios y permitir que el verdadero liderazgo fuera ejercido por el Espíritu Santo.

Actualmente la historia no es diferente, el Cielo continúa llamando y contando con los esfuerzos de personas. El principio de la iglesia primitiva era el de la igualdad del valor y de la importancia, pero también del orden, y orden presupone organización, división de tareas y atribuciones; a propósito, este no es solo el principio de la iglesia primitiva o moderna es el principio del Cielo. En el ejército hay una máxima que dice: “Comandar es tan noble como ser comandado”. En la iglesia nuestro comandante es el Señor Jesús, su mandato está expresado en su Palabra y en el Espíritu de Profecía. Dentro de la congregación, por elección, algunos reciben el cometido de representar al pueblo de Dios y liderar bajo la dirección del Espíritu Santo, y la promesa de Dios es clara y viene acompañada de una gran alerta a la responsabilidad que recae sobre los líderes del rebaño, podemos leerlo claramente en esta cita:

“No es por causa de alguna restricción de parte de Dios por lo que las riquezas de su gracia no fluyen a los hombres sobre la tierra. Si la promesa no se cumple como debiera, se debe a que no es apreciada debidamente. Si todos lo quisieran, todos serían llenados del Espíritu” (Los hechos de los apóstoles, p. 41).

 

Un verdadero líder debe saber escuchar, no solo oír

Los buenos consejos son importantes y los pueden dar los líderes de experiencia, los jóvenes llenos de energía y poco conocimiento de la vida, hasta por niños inocentes. Moisés supo escuchar a su suegro (Exo. 18:20) y cambió su estrategia, David escuchó a Abigail, esposa de Nabal y dejó de cometer un desatino (1 Sam. 25) y la lista sigue. Y MIRANDO A LOS DÍAS ACTUALES, ¿por qué no hacer una lista de personas que escucharon un buen consejo y fueron bendecidas por eso? Y también podemos hacer una lista de personas que no escucharon y sufrieron consecuencias desastrosas.

Saber escuchar requiere capacitación y disciplina. Algunos consejos prácticos para escuchar con calidad serían: no interrumpir a quién está hablando, escuchar sin preconceptos o prejuicios, no tomar nada como personal, aunque se sienta atacado, no perder la esencia del mensaje por la forma del mensajero o del mismo mensaje, hacer preguntas que ayudan a entender el punto de vista de la persona que está comunicando, recordar que el mensaje pasa por el filtro del mensajero, sus recursos mentales, culturales y psicológicos. No permitir que lo afecten las cosas que tienen que ver con el comunicador, y no con el oyente.

La competencia: altruismo

Algunos líderes en el pasado e infelizmente en el presente fracasaron y fracasan en diversas ocasiones, y la razón entre varias es la autosuficiencia y el egoísmo.

“Es el egoísmo lo que hace creer a los obreros que su criterio debe ser el más digno de confianza y que sus métodos de trabajo son los mejores, o que es prerrogativa suya constreñir la conciencia de otro. Ese era precisamente el espíritu de los dirigentes judíos en el tiempo de Cristo. En su deseo de exaltación de sí mismos, los sacerdotes y rabinos introdujeron unas reglas tan rígidas y tantas formas y ceremonias, que desviaron las mentes del pueblo impidiendo así que obraran en su favor. De esta forma perdieron de vista su misericordia y su amor. Hermanos míos, no sigáis el mismo camino. Permitid que las mentes de la gente se eleven hacia Dios. Dadle oportunidad de obrar en favor de los que le aman. No impongáis al pueblo normas y reglamentos que, si los siguen, los destituirán del Espíritu de Dios como fueron destituidas de lluvia y rocío las colinas de Gilboa”. (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 680).

Cuando Jesús dijo que la cosecha era grande y pocos los trabajadores (Luc. 10:2) las sinagogas estaban llenas de hombres que deberían estar ocupados en la tarea para la cual Jesús pidió a sus oyentes que oraran, pero ¿por qué los fariseos, sacerdotes y otros referentes del pueblo no lo servían? Simplemente porque estaban muy ocupados con su imagen, posición, estatus mientras discutían filosofías vanas e, infelizmente, también teologías vanas. Jesús vio a una multitud de gente sufriendo sin pastor, no era porque Dios no les había provisto de líderes, pastores, sino porque estos se perdieron.

Escucharse a sí mismo puede ser un ejercicio poderoso, especialmente si el líder se pregunta si él creería en las palabras que está pronunciando, no por el texto en sí, sino por el conjunto: Mensaje y mensajero. ¿Puedo ver coherencia en mí? ¿Yo me seguiría?

El plan de Dios se cumplirá

Fuimos elegidos para ayudar al rebaño de Dios, de todos los apriscos, a encontrar su verdadero hogar, ¡Qué gran privilegio es para un pecador pastorear sus ovejas hasta los brazos del buen Pastor!

“El que gobierna en los cielos ve el fin desde el principio. Aquel en cuya presencia los misterios del pasado y del futuro son manifiestos, más allá de la angustia, las tinieblas y la ruina provocadas por el pecado, contempla la realización de sus propios designios de amor y bendición. Aunque haya “nube y oscuridad alrededor de él: justicia y juicio son el asiento de su trono.” Salmos 97:2. Y esto lo entenderán algún día todos los habitantes del universo, tanto los leales como los desleales. “Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: es justo y recto”. Deuteronomio 32:4. (Patriarcas y profetas, p. 23).

No hay duda de que los verdaderos adoradores a los cuales el Señor está buscando (Juan 4:23) se encontrarán, y la pregunta es: ¿Seré parte de los que estarán firmes en esta misión? ¿Seré una de las benditas herramientas que Dios usará hasta el fin para establecer su Reino o pasará de mí tal privilegio? Preguntémonos esto cada mañana, rogando por el favor divino para que la respuesta sea siempre SÍ.