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¿Dice algo la Biblia acerca de los tatuajes?

No dice demasiado. En diversas culturas, los tatuajes han sido una práctica común por siglos. Por ello, su pregunta se refiere a una costumbre antigua que en muchos lugares sigue siendo parte de la experiencia humana. Por tatuajes nos referimos a diseños o símbolos de arte corporal que implican incorporar tinta o colorantes, mediante ciertos instrumentos, bajo la epidermis. La piel humana es usada como un lienzo natural. También está lo que algunos denominan escarificación, que significa lacerar o grabar intencionalmente el cuerpo para crear algún tipo de marca o estampado cutáneo.

Analizaré primero la función de los tatuajes en los tiempos bíblicos, entonces el texto bíblico y, finalmente, haré algunos comentarios sobre el tema.

1. Los tatuajes en los tiempos bíblicos y en la actualidad: En el mundo de la Biblia, los tatuajes indicaban estatus social (a un esclavo se le grababa el nombre de su amo o del dios de su amo). También podían tener un significado religioso. La persona se tatuaba el nombre o el símbolo de su dios. Podía hacerse por protección (para resguardar a la persona de los ataques de los poderes del mal). Estos tres usos son casi omnipresentes en el mundo antiguo, y lo siguen siendo en muchos lugares. En Occidente, se solía asociar los tatuajes con los marineros, las pandillas y los motociclistas, pero esto ha cambiado. En el caso de las pandillas, los tatuajes suelen ser expresiones de rebelión y solidaridad entre sus integrantes. Sin embargo, ya no están limitados a ciertos grupos sociales marginales: se estima que al menos el veinticuatro por ciento de los estadounidenses tiene uno. Se percibe como un acto de expresión, que a menudo conmemora un evento importante en la vida de la persona o tiene otro significado simbólico (un talismán). Un número creciente de evangélicos de los Estados Unidos está usando tatuajes para expresar su compromiso con Cristo. Dado que las celebridades de los deportes y el cine se tatúan, se ha popularizado la práctica. A pesar de ello, una cuarta parte de los tatuados buscará sacárselos.

2. Los tatuajes en la Biblia: La Biblia dice muy poco sobre el tema. El texto principal se encuentra en Levítico 19:28, que es parte de una colección de leyes en las que se prohíben prácticas paganas relacionadas con los muertos. El significado de la palabra hebrea qa‘aqa («tatuaje») es incierto, pero se traduce así sobre la base del hebreo posbíblico. Esto es confirmado por el segundo sustantivo, ketobet («marca»), que se basa en el verbo «escribir». Se refiere a escribir algo sobre el cuerpo. La frase es traducida entonces como «tatuaje» o «incisión». A menudo, se interpreta que los tatuajes mencionados se refieren a una expresión pagana de luto. Hasta donde sé, los rituales de luto de la antigüedad no incluían esta práctica. Acaso la prohibición se refiera a los tatuajes religiosos.

3. Un consejo: El pasaje analizado no apoya los tatuajes. No se da una razón específica para la prohibición, pero Levítico 19 es un llamado a ser santos. Por lo tanto, la ley busca enseñar al pueblo de Dios cuál es el camino hacia la santidad que se expresa no solo en el ámbito espiritual sino mediante nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo. Somos llamados a glorificar a Dios en nuestros cuerpos (1 Cor. 6:19, 20). Podemos añadir que los seres humanos, creados a imagen de Dios, deben revelar esa imagen por medio de su cuerpo y la forma de tratarlo. Las mutilaciones y los tatuajes podrían entrar en esta categoría, y pueden ser vistos como algo que daña la creación de Dios. También deberíamos tener en mente que el cuerpo no nos pertenece, sino que forma parte de lo que somos. Es un don del Señor, y le pertenece a él. Por lo tanto, es mejor que los cristianos se abstengan de esta práctica.

Permítame sin embargo terminar con una advertencia: No deberíamos ponernos a juzgar a los que, por alguna razón, han decidido tatuarse. Nuestras iglesias deberían estar abiertas, dispuestas y listas para recibir a cualquier persona que desee asistir. Lo que necesitamos es comprensión cristiana, no condenación.