Matrimonios Pastorales

Matrimonios Pastorales

Matrimonios pastorales

Willie e Elaine Oliver

 

Hemos estado casados y en el ministerio por 32 años. Permanecer casados y todavía en el ministerio después de todo este tiempo tiene todo que ver con la providencia y la gracia de Dios. La gracia de Dios, sin lugar a dudas, hace su mejor trabajo cuando aceptamos el regalo que él ofrece y permitimos que este regalo germine y crezca en nuestros corazones a través del poder del Espíritu Santo, cuyos impulsos elegimos seguir.

Enfrentémoslo, el matrimonio es difícil. Sí, sabemos que el matrimonio es divertido y todas esas cosas maravillosas sobre las que solemos hablar. Sin embargo, a pesar de nuestras mejores intenciones, la realidad de las diferencias que invariablemente se ciernen grandemente en la mayoría de los matrimonios nos mantiene de rodillas. La verdad es que este tipo de realidad la encontramos basada en una decisión empapada en oración y en ser intencional acerca de dar honor y gloria a Dios en nuestro matrimonio.

EL MATRIMONIO PASTORAL

Los matrimonios pastorales enfrentan muchos de los mismos desafíos que otros matrimonios, y la mayoría de las parejas profesionales ocupadas replican compromisos competitivos similares experimentados por muchas parejas pastorales. La principal diferencia viene cuando las parejas pastorales tienen la presión extra de vivir entre cuatro paredes de vidrio y con grandes expectativas por parte de sus miembros y empleadores para ser todo para todos. Esto incluye el rol de campeones espirituales en cada situación, especialmente en la forma en como discipulan a sus hijos para ser verdaderos seguidores de Jesucristo. Además del desafío siempre presente de no tener suficiente tiempo para lograr hacer todo lo que tienen en sus manos, las parejas pastorales suelen lidiar con cortos periodos en un cargo y frecuentes mudanzas que los llevan lejos de sus relaciones cercanas como familia y amigos y, por ende, alteran su equilibrio emocional.

Esta experiencia con frecuencia está compuesta por restricciones financieras, dado que estamos en un mundo donde vivir con un solo salario es cada vez más difícil. Especialmente en el mundo desarrollado, la esposa de pastor a menudo tiene que encontrar un nuevo trabajo, lo que puede incluir muchas semanas y meses con una interrupción de salario, mayor ansiedad, tensión y trauma añadidos a una situación ya de por sí estresante. Es en tiempos como esos que las parejas pastorales, como todas las parejas casadas cristianas, necesitan reconocer que el matrimonio es una idea de Dios y que fue creado para nuestro propio bien. “Instituido por Dios, el casamiento es un rito sagrado y no debe participarse en él con espíritu de egoísmo. Los que piensan en dar ese paso deben considerar su importancia solemnemente y con oración para procurar el consejo divino a fin de saber si su conducta está en armonía con la voluntad de Dios”.[i]

Aunque el matrimonio fue diseñado por Dios para bendecir a la familia humana, Satanás ha tratado todo para denigrar, despreciar y difamar esta importante institución. Como tal, espere que su matrimonio avance hacia un estado de alienación. La Biblia dice en Romanos 3:23, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.[ii] Esto simplemente nos recuerda que no hay matrimonios perfectos porque no hay personas perfectas. Sin embargo, como Dios es más poderoso que Satanás, cada matrimonio puede prosperar cuando los compañeros son intencionales acerca de conectarse con el otro cada día a través del poder y la gracia de Dios.

Una cita de un autor anónimo que nos gusta compartir dice: “Casarse es fácil. Permanecer casado es más difícil”. Permanecer felizmente casados por toda la vida podría considerarse una de las artes más finas. Esto se aplica a cada matrimonio y especialmente a los matrimonios pastorales que experimentan tantas expectativas internas y externas.

Ciertamente, las expectativas surgen internamente por la necesidad de representar bien a Jesús. El concepto puede ser visto como la necesidad de pretender tener un matrimonio perfecto cuando no se lo tiene. Por supuesto, cuantas más parejas pastorales se sientan forzadas a presentar en público una imagen que no es real, es menos probable que cumplan ese objetivo debido al estrés generado internamente, dada la realidad de nuestras debilidades humanas. La presión externa viene de otros, frecuentemente de miembros de iglesia, y a veces de nuestras familias, amigos, colegas y organizaciones empleadoras, que tienden a poner a los pastores y a sus familias en un estándar más alto que a los seres humanos regulares. Para trascender estas cargas insufribles, las parejas pastorales deben pasar mucho tiempo en oración, buscando una genuina relación con Dios y con el otro.

Hablando acerca de la necesidad de permanecer en oración, Romanos 12:12 presenta: “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. Isaías 65:24 declara “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”.

Y Elena de White nos recuerda en su pequeño libro El camino a Cristo: “No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan obscuro que Él no lo pueda leer, ni perplejidad tan grande que no la pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial lo note, sin que tome en ello un interés inmediato. El ‘sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas’. Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado”.[iii]

ACOSO DIGITAL

Con respecto al tiempo como un lujo en los matrimonios pastorales, la tiranía proverbial del reloj nunca ha sido más real que lo que estamos experimentando hoy. Correo electrónico, Facebook, y mensajes de texto, junto con innumerables aplicaciones que surgen cada día, dan acceso extendido a nuestro tiempo a cualquiera, en cualquier lugar, en cualquier horario, creando una expectativa por recibir respuestas instantáneas. Cada día solo tiene 24 horas en las cuales los pastores deben tener tiempo a solas con Dios, visitar a los miembros de iglesia, estudiar, escribir sermones, asistir a reuniones de la organización, escribir un blog, dar estudios bíblicos, responder correos electrónicos, estar en las redes sociales, dormir, comer, ejercitarse, hacer el culto familiar, y conectarse con familiares y amigos. Una vez que realizan todo esto, no solo que no hay energía para mucho más, sino que tampoco hay tiempo de calidad para compartir con su cónyuge. Y si somos realmente honestos entre nosotros, hay muy poco tiempo para pasar con Dios en oración, lo que significa que terminamos con muy poco combustible para tener los medios para un ministerio efectivo y verdadera satisfacción en nuestra vida.

 

 

LÍMITES

Entonces, ¿cómo hace una pareja pastoral para crear más tiempo en el contexto de vivir en el tercer milenio para tener la calidad de relación que hace que la vida merezca ser vivida? La verdad es que, para que esto ocurra, se deben establecer límites saludables para sobrevivir y prosperar. Y los límites saludables se encuentran en el contexto de personas emocionalmente inteligentes, que tienen un alto nivel de conciencia de sí mismo, sabiendo qué quieren lograr en el proceso. Sobre esto, Daniel Goleman sugiere: “la conciencia de sí mismo es el primer componente de la inteligencia emocional… la conciencia de sí mismo significa tener una comprensión profunda de las emociones, fortalezas, debilidades, necesidades, y motivaciones…

“La conciencia de uno mismo se extiende a la comprensión que tiene una persona de sus valores y objetivos. Alguien que es altamente consciente de sí mismo sabe hacia dónde se dirige y por qué… las decisiones de las personas conscientes de sí mismas se mezcla con sus valores”.[iv]

La consciencia de sí mismo y la inteligencia emocional de la que hablamos aquí no solo viene porque tenemos más educación o somos más inteligentes que los demás. Viene debido a una íntima relación con Dios y nuestro deseo de honrarlo en nuestra más íntima relación con nuestro cónyuge. Esto se transforma en el tipo de inteligencia emocional que trae paz.

Sobre el tema de establecer prioridades y sacar el mayor provecho del tiempo, Stephen Covey sugiere que “uno de los peores sentimientos del mundo es cuando uno se da cuenta que las ‘primeras cosas’ en su vida (incluyendo la familia) están siendo empujadas al segundo o tercer lugar, o incluso más abajo en la lista. Y es aún peor cuando uno se da cuenta lo que ocurre como consecuencia”.[v]

La verdad sigue siendo que no podemos añadir horas a nuestro día, pero podemos añadir orden y prioridad a esas horas para que podamos maximizar el tiempo que tenemos con nuestro cónyuge cada día, cada semana, cada mes y cada año para tener el tipo de relación que soportará la prueba del tiempo y dará honor y gloria a Dios. Para que esas cosas cambien, si esta no ha sido la prioridad de nuestras vidas, necesitaremos desarrollar un nuevo y mejorado marco y vivir de acuerdo a él.

Ciertamente tendremos que cambiar el paradigma de nuestras vidas. Esto significa que deberemos ver las cosas de forma diferente y hacer las cosas de forma diferente para obtener un resultado diferente. En contraste con otras relaciones que están en continuo cambio, el matrimonio está hecho para ser permanente, y el comprender que las responsabilidades en el matrimonio no pueden posponerse nos ayudará a carpe diem (aprovechar bien el día) para que podamos dar a nuestro matrimonio una prioridad alta cada día. Esto significa organizar significativamente el tiempo para pasar con el otro cada día.

Mudarse de un lugar a otro en el transcurso del ministerio se vuelve una realidad que no puede ser fácilmente alterada y es vista como la naturaleza de la bestia proverbial del ministerio. Yo (Willie), como hijo de pastor, me he mudado varias veces durante mi infancia y, como un hijo de misioneros, viví en por lo menos tres países antes de mi adolescencia. Como pareja, hemos vivido en cuatro estados diferentes dentro de los Estados Unidos, en ocho casas diferentes, y tuvimos entre ocho y diez tareas ministeriales en tres décadas.

Cada mudanza ha tenido sus desafíos, aunque algunas fueron más traumáticas que otras. Pero en cada mudanza, hemos experimentado la mano de Dios y bendiciones de las que nunca querríamos prescindir. Como declara el apóstol Pablo en Filipenses 4:11, “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.

EL FACTOR DINERO

Por supuesto, cuando se trata de dinero, siempre sería bueno tener más. Y, aunque los pastores en ciertas partes del mundo disfrutan de un estilo de vida de clase media o de clase media alta, especialmente si sus esposas tienen buenos trabajos profesionales, en otras áreas del mundo los pastores sufren con pocos recursos y salarios, y a sus esposas no se les paga para trabajar. Aun así, debemos aprender a confiar en el mismo Dios al que adoramos si nuestras vidas en el ministerio van a ser de bendición para otros. Debemos seguir el ejemplo de sacrificio de nuestro Maestro.

La estabilidad financiera, ciertamente depende tanto de nuestra filosofía de mayordomía como lo hacen nuestros hábitos de consumo. Como mortales a los que se les confió el privilegio de manejar el mundo de Dios para inspirar y liderar personas a él, quien es la vida eterna, nosotros, también, debemos creer que Dios cumple sus promesas. Como parejas pastorales, debemos reclamar las promesas que Dios hizo en el pasado a su pueblo, que todavía son válidas para sus discípulos hoy. El mensaje de Malaquías 3:10 todavía está en vigencia, el cual declara: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Dios promete que no faltarán bendiciones si le somos fieles. En Mateo 28:20b, Jesús promete: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. En Juan 14:27 Jesús promete: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Por último, pero no menos importante, en Filipenses 4:19 la promesa es “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

CONCLUSIÓN

Al mirar nuevamente a la realidad del matrimonio pastoral, debemos hacerlo conscientes del hecho de que a veces es más difícil de lo que debería ser, porque abordamos esta obra grandemente espiritual sin los valores espirituales correspondientes que deben estar presentes para que pueda funcionar. Como hemos dicho, “demasiadas personas hoy entran al matrimonio con una noción individualista de realización personal en lugar de enfocarse en la realización de la relación. Así como en matrimonios saludables la pareja necesita llegar a un equilibrio entre los dos, debe haber una conciencia intencional y continua del otro como parte de nuestra realidad cotidiana. No hay otra forma de sobrevivir y prosperar en una relación cercana e íntima como la del matrimonio, sin adoptar una perspectiva que incluya los sentimientos y opiniones de los demás, mínimamente los sentimientos y opiniones de la persona que hemos elegido como nuestro cónyuge”.[vi]

Al comprometerse a cultivar su matrimonio pastoral hoy y en las semanas, los meses y los años que vendrán, lo animamos a recordar la exhortación de Pablo en 1 Corintios 10:31, “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

Que su relación con Dios le dé la paciencia y la bondad necesaria para darle honor y gloria a Dios a través de su relación matrimonial. Más que esperarlo, oramos por eso.

[i] Ellen G. White, The Adventist Home (Hagerstown, MD: Review and Herald Pub. Assn., 2001), 70. En español, El hogar cristiano, p. 60.

[ii] Todas las referencias bíblicas son de la English Standard Version (NT: en español, la Reina Valera 1960).

[iii] Ellen G. White, Steps to Christ (Mountain View, CA: Pacific Press Pub. Assn., 1956), 100. En español, El camino a Cristo, p. 100.

[iv] Daniel Goleman, What Makes a Leader: Why Emotional Intelligence Matters (Florence, MA: More Than Sound, 2013), 10, 11.

[v] Stephen R. Covey, The 7 Habits of Highly Effective Families (New York: Golden Books, 1997), 113.

[vi] Willie and Elaine Oliver, “The Beauty of Marriage” in Marriage: Biblical and Theological Aspects, ed. Ekkehardt Mueller and Elias Brasil de Souza (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2015), 6.

 

 

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