Ministerio em Equipo

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MINISTERIO EN EQUIPO: UNA BENDICION PARA LAS FAMILIAS

JONAS ARRAIS, D.Min., es editor de la Revista del Anciano y secretario asociado de la Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.

RAQUEL ARRAIS, M.A. (ministerio pastoral), actúa como directora asociada del departamento del Ministerio del Niño de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.  El ministerio en equipo, en las formas más variadas, aún puede reducir a la mitad la carga y duplicar la bendición.

 

El pastoreo es una vocación maravillosa. Como pastores, abrazamos los dones y talentos que Dios nos dio y los usamos todos los días para su pueblo y para su gloria.  Sin embargo, el ministerio pastoral puede ser desafiante, frustrante e incluso desalentador.  Hemos luchado hace mucho tiempo con los desafíos y las expectativas del ministerio.  Los gritos de las familias pastorales para obtener aliento, reconocimiento y apoyo se escuchan en todo el mundo.  En nuestros 35 años de ministerio hemos encontrado y enfrentado nuestra parte de desafíos.  Nuestra dedicación al servicio de la iglesia nos ha llevado a veces a descuidar nuestros otros llamados como esposos y padres.

 

Sabemos muy bien cómo pueden sufrir los matrimonios y las relaciones familiares. Hemos visto cómo los niños pueden crecer resentidos con la iglesia como resultado de la presión del ministerio pastoral.  Pero también hemos descubierto que no tiene por qué ser así.  ¡Hay esperanza! Con una firme determinación, un compromiso inquebrantable y la orientación del Espíritu de Dios, las familias pastorales pueden reclamar la victoria sobre las diversas dificultades que desafían su ministerio.  Aquel que nos llamó nos sostendrá en todas las pruebas.

 

Un escenario: “Soy pastor.  Mi esposa es una doctora especializada.  Tiene un trabajo bien pagado que le encanta.  La Asociación quiere trasladarnos.  Mi esposa se enteró que no hay hospital con su especialidad en esta nueva área.  Ella dijo que tiene su llamado, y yo tengo el mío. ¿Qué hago?

 

Hemos visto a lo largo de los años que este es un escenario común.  Los pastores trabajan mejor y con más eficacia cuando ellos y su esposa están unidos en su llamado, se afirman mutuamente y trabajan juntos como un equipo.  Pero, ¿qué significa realmente el ministerio de equipo?

 

Para algunos el ministerio en equipo significa esposo y esposa co-pastoreando o en ministerios conjuntos en la iglesia.  Pero hay parejas en las que cada cónyuge tiene un ministerio diferente en la iglesia.  O un pastor tiene un cónyuge con una carrera diferente.  O uno de los cónyuges es pastor y el otro se ocupa del hogar.  ¿Pueden todos ellos seguir practicando el ministerio en equipo?

 

Nos gustaría sugerir que, incluso en el amplio panorama de varios entornos ministeriales, las parejas pastorales pueden actuar en el ministerio de equipo.1

 

FUERZA EN LA SOCIEDAD

Raquel: Yo logré identificar aspectos de mi propio llamado que son parte integrante de un equipo de ministerio.

 

  1. Soy llamada a la comunión con Dios. El Dios que me llamó exige que mi relación principal sea con él. Este principio es fundamental para cualquier otra relación que tenga – mi relación conmigo misma, mi jornada de fe y mis elecciones; mi relación con el compañero que él me ha dado y los hijos que tenemos juntos; y mi relación con la comunidad de creyentes con los que adoro, doy testimonio, sirvo y comparto mi fe.  En resumen, mi llamado principal es el de relaciones.

 

 

  1. Fui llamada a apoyar a mi esposo. Una parte esencial de mi compromiso conyugal es crear una atmósfera de amor, paz y satisfacción en nuestra relación – no solo para atender las necesidades de mi esposo, sino también para ayudarlo y protegerlo. Dentro de este deber sagrado vengo a ser consoladora, incentivadora, consejera y su mejor amiga. Elena G. White nos recuerda: “Dios le ha asignado a la mujer [y más aún a la esposa del pastor] su misión; y si ella, humildemente, pero del mejor modo que pueda, hace de su hogar un cielo, cumpliendo con sus obligaciones para con su esposo e hijos fiel y amorosamente, tratando de hacer que su vida útil, pura y virtuosa emane continuamente una luz santa para iluminar a los que la rodean, está haciendo la obra que su Maestro le encomendó”.2

 

  1. Soy llamada a cuidar a mis hijos. En un punto de nuestro ministerio yo estaba en casa con los niños. Aún nos esforzábamos para hacer el ministerio de equipo.  ¿Cómo lo hicimos? Oré por el trabajo de mi esposo.  Apoyé su ministerio en la iglesia.  Pero para nosotros, el ministerio de equipo era más que eso.  Era reconocer que yo también tenía que estar involucrada en el ministerio. Tomé en serio el consejo dado a las madres: “Su obra en la educación de sus hijos es en todo respecto tan elevadora y ennoblecedora como cualquier puesto que el deber de él le llame a ocupar, aun cuando fuese la primera magistratura de la nación”.3 Tengo un compromiso de unión con mis seres queridos.  Asegurar su desarrollo físico, emocional, educativo y espiritual es el más admirable ministerio que Dios me ha confiado.  Es una prioridad en el ministerio que Dios me ha pedido que cuide fielmente.

 

  1. Soy llamada a ministrar en mi iglesia. Pablo advierte: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe” (Gál. 6:10). El ministerio de equipo no significa que deba ser voluntaria para todo.  No significa que tuviera que aceptar cada puesto que se me ofreciera.  Tampoco significa que tuviera que tener al menos un cargo en la iglesia.  Al involucrarme en la iglesia, según los dones espirituales con los que Dios me bendijo, reconocí que tenía una posición que nadie más tenía. Es un puesto a tiempo completo, 24 horas por día, siempre de guardia.  Se llama: esposa de pastor.

 

  1. Soy llamada a seguir mi propio llamado. Dios me hizo única. No fui llamada para calzar los zapatos de nadie más.  Jesús me dice: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mat. 5:14-16).  Mi llamado a tener una carrera puede ser diferente del llamado de mi cónyuge, pero no es menos significativo.

 

BENEFICIOS DE LA SOCIEDAD

Jonas: En un punto de nuestro ministerio, mientras yo era pastor distrital, mi esposa trabajaba en el mundo corporativo.  Teníamos dos planes de carrera separados – pero teníamos un ministerio unido.  Eso no significaba que ella tenía que hacer visitas pastorales conmigo o que tenía que ser una instructora bíblica en la iglesia. En cambio, busqué afirmarla en su llamado.  Ella trabajó para apoyarme y oró para que Dios creara oportunidades y ella pudiera dar testimonio en el trabajo.  Para nosotros eso es un ministerio de equipo.

 

Sabemos por experiencia que puede tomar tiempo y esfuerzo, así como ensayo y error, para que las parejas pastorales negocien lo que el ministerio en equipo significa para ellos – pero vale la pena.  Al tratar de entender mejor nuestros roles individuales, aclarar nuestros llamados personales y aprender a servir a Dios de acuerdo a nuestros dones, nuestro ministerio juntos se ha fortalecido.

 

Cuando hacemos lo mejor para el otro, por el bien de la iglesia, los beneficios de nuestra asociación son numerosos.  Dos de los beneficios más significativos de nuestro ministerio compartido son el crecimiento espiritual y una fuerte amistad.

 

 

Crecimiento espiritual. Un equipo ministerial tiene inmenso potencial para crecer juntos espiritualmente, tanto individualmente como en pareja.  La pareja que ora y estudia la Palabra juntos ciertamente permanecerá unida en los buenos y en los malos tiempos.  Al buscar su voluntad diariamente, ellos descubrirán la certeza de su poder que guía.  Como fue prometido hace mucho tiempo: “El eterno Dios es tu refugio y sus brazos eternos son tu apoyo” (Deut. 33:27).

 

No sólo el pastor necesita esta fuerza y refugio, sino toda la familia.  La esposa del pastor necesita la guía que sólo Dios puede proveer, y nuestros hijos deben ser animados a mantener una caminata más cercana a Dios.  Las demandas de la iglesia y las expectativas de la familia pesan mucho en el corazón del pastor; ambos papeles dependen de la fuerza de Dios y sólo pueden ser cumplidos correctamente cuando confiamos en él en todo momento.

 

Una fuerte amistad.  Hemos descubierto que al ministrar juntos nos acercamos más, no sólo como cónyuges, sino también como amigos.  Éramos grandes amigos antes del matrimonio, pero ahora somos los mejores amigos.  Llegué a comprender que mi cónyuge es la única persona en la que puedo confiar siempre y de verdad.  Pero no solo está enfocado internamente.  Creo que la iglesia tiene la bendición de ver a una pareja pastoral riendo juntos, abrazándose e incluso llorando juntos mientras comparten sus victorias y fracasos.  Puede ser un testimonio positivo del poder de un matrimonio espiritual.

 

BENEFICIOS PARA LA FAMILIA PASTORAL

Si bien la vida de ministerio conlleva muchos desafíos únicos, también presenta muchas oportunidades únicas.  Mientras otros en el ministerio pueden no haber integrado la vida familiar en la vida de su congregación, nosotros hemos elegido hacerlo.  Una de las mayores bendiciones que hemos encontrado en el ministerio ha sido el privilegio de ver a Dios trabajando de primera mano, moviéndose en las vidas y corazones de las personas de una manera que la mayor parte de personas nunca logra ver.  La participación de nuestros hijos en nuestro ministerio ha hecho que estas bendiciones sean reales para ellos también.  Algunas de estas bendiciones están enumeradas:

 

  1. La oportunidad de conocer gente. Las familias pastorales siempre están rodeadas de una gran familia espiritual como resultado de su ministerio. Nuestros hijos conocen personas que de otra manera no conocerían, incluyendo creyentes buenos, piadosos y sabios que se relacionan con sus jóvenes vidas al ser testigos de la verdad. Estas amistades hacen que la vida ministerial sea más agradable.

 

  1. El privilegio de llevar personas a Cristo. Es una bendición ser testigo de cómo Dios trabaja por medio de la evangelización y los estudios bíblicos, ver de primera mano la transformación de la vida cuando las personas aceptan a Jesús como su Salvador personal. “El salvar almas constituyó el gozo de Cristo. Que esta sea también vuestra obra y vuestro gozo”.4

 

  1. Participación en momentos históricos de la vida de los miembros. El pastor tiene el privilegio exclusivo de ser parte de la vida de los miembros de la iglesia en ocasiones especiales. Estamos incluidos en los buenos momentos, como cumpleaños, aniversarios, graduaciones y bodas, y también en eventos trágicos, como funerales y crisis familiares. A través de todos ellos tenemos la oportunidad de ofrecer consuelo, ánimo y consejo.

 

  1. Influencia en las personas. Los pastores tienen un gran impacto en la vida de los miembros a través del liderazgo y el ejemplo. Por medio de nuestras palabras y actitudes, expresamos la alegría de servir a la gente que nos rodea, ofreciendo una fuerte influencia espiritual a través de la predicación y el asesoramiento.

 

  1. Visita a miembros de la iglesia. Hay una gran alegría cuando los pastores visitan a los miembros de la iglesia. Es un ministerio personificado, un ministerio de amor, en el que encontramos el verdadero significado del trabajo pastoral. Una visita pastoral eficaz le da al pastor un sentido de logro.  Cada pastor tiene fortalezas y áreas de crecimiento, y la visitación es la fuerza de nuestro ministerio.  Algunos días, la visita es una aventura alegre; otros días, puede ser difícil.  Pero el ministerio no puede existir sin esta.

 

  1. Reconocer y apreciar. Los miembros de la iglesia siempre están en la puerta de la iglesia después del culto, expresando palabras de agradecimiento al pastor. La familia pastoral es bendecida por estas expresiones de reconocimiento por su ministerio y trabajo espiritual. Además, los pastores suelen reciben recuerdos y regalos de los miembros en ocasiones especiales, lo que demuestra el aprecio de la iglesia por sus líderes espirituales.

 

  1. Visitar muchos lugares. Trabajar para la iglesia ofrece a los pastores y a las familias pastorales la oportunidad de conocer nuevos lugares, como participar en retiros pastorales, viajar a eventos especiales o incluso trasladarse a una nueva iglesia.

 

  1. Seguridad y estabilidad. Las iglesias dan estabilidad financiera a los pastores. Reciben un sueldo mensual y, a menudo, seguro de salud y de vida, apoyo financiero para educar a sus hijos, una pensión de jubilación y otros beneficios. La estabilidad financiera puede ayudar a aliviar el estrés para enfrentar el futuro con confianza y alegría.

 

  1. Educación continua. En muchos lugares la iglesia ofrece programas de educación continua que ayudan a las parejas pastorales a crecer profesional y espiritualmente.

 

LA LUCHA

Para muchos pastores y cónyuges las bendiciones de su posición parecen ser pocas y distantes entre sí.  A veces nos desanimamos y luchamos en nuestro papel.  En el ministerio de equipo obtenemos discernimiento, sabiduría y apoyo mutuo, porque nuestras personalidades, experiencias y perspectivas individuales son únicas.  Cuando no te sientas preparado para corresponder a las expectativas que te son impuestas o fatigado por las implacables demandas del ministerio, recuerda esto: eres un recipiente escogido para un período como este, para una tarea como esta.  Confía en Dios, que ha dado el privilegio y el honor de servir.

 

Las luchas son inherentes a una vida comprometida con el ministerio. Debemos estar atentos y prestar atención a la advertencia del apóstol Pedro de que el enemigo está al acecho (1 Ped. 5:8), esperando pacientemente la oportunidad de destruirnos.  Pero Dios desea que tengamos éxito.  Ser sensible a su voz y conectarse diariamente con su Palabra proporcionará un camino seguro.  Como compañeros en el ministerio en equipo, debemos ser sabios, conscientes y alertas; buscarnos unos a otros y avanzar en nuestro ministerio sin ninguna distracción o desvío.  Cuando aceptamos de todo corazón lo que Dios nos ha reservado, individualmente y en familia, cada uno de nosotros cumplirá el papel que se le ha asignado, ministrando juntos para la gloria de Dios y la unidad familiar.

 

Podemos atestiguar el hecho de que la recompensa eterna de ser una familia pastoral supera con creces cualquier frustración que podamos sentir en el ministerio. Estamos convencidos de que la vida de una pareja pastoral llamada al ministerio es lo mejor que hay.  Las recompensas son numerosas: nos sentimos amados, apreciados, necesarios, dignos de confianza y admirados, todo como resultado de nuestro fiel compromiso con aquel que nos llamó.  Nos convertimos en instrumentos que Dios utiliza para promover el progreso espiritual de su pueblo, un canal por medio del cual la gracia de Dios, el amor de Cristo y el consuelo del Espíritu Santo pueden fluir a los demás.

 

 

¡Aprovecha tu vida ministerial compartida y haz de ella un éxito! Recuerda: el llamado de Dios es irrevocable, a menos que decidas apartarte de él. Pero si estás seguro de tu llamado y elección (2 Ped. 1:10), ustedes dos disfrutarán el ministerio por toda la vida. Juan Calvino dijo: “Es mi alegría haber servido a aquel que nunca deja de recompensar a sus siervos en toda la extensión de su promesa”.5 Permanezcan juntos. Con Cristo como su fundamento y el centro de su matrimonio y misión, no tropezarán ni serán sacudidos.

 

 

1 Para mayores informaciones sobre este tópico, consulta a Jonas y Raquel Arrais, Joys and Challenges of the Pastoral Family (Madrid, Spain: Editorial Safeliz, 2018).

2 Elena G. White, Testimonios para la Iglesia, t. 2, p. 414.

3 Elena G. White, El hogar cristiano, p. 206.

4 Elena G. White, Servicio cristiano, p. 139.

5 John MacArthur, Matthew 8-15, MacArthur New Testament Commentary (Chicago, IL: Moody Press, 1987), 235.

 

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