Ministerio Médico Misionero

Uno de los testimonios más emocionantes de la Biblia es el de la mujer samaritana inmediatamente después de su encuentro con Cristo, el Médico por excelencia. Ella “dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho” (Juan 4:28, 29, 39).

En esta edición, Revista del Anciano trae un lindo testimonio de un matrimonio de médicos que fue impactado con el mensaje de salud, en el contexto de la misión evangelizadora de la iglesia.

Él es el doctor Luiz Fernando Sella. Nacido en Concordia, Estado de Santa Catarina, Rep. del Brasil, se diplomó en Medicina en la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), y fue médico visitante en la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami. Actualmente, está cursando su maestría en Salud Pública en la Universidad de Loma Linda (Estados Unidos), y es director clínico del CEVISA (Centro de vida saludable) en Ingeniero Coelho, estado de San Pablo (Brasil).

Ella es la doctora Daniela Tiemi Kanno. Nacida en Santo André, Estado de San Pablo, Rep. del Brasil, se diplomó en Medicina en la Universidad Estatal de San Pablo (UNESP) y se especializó en Medicina de Familia en la Universidad de San Pablo (USP). Actualmente, trabaja como médica en el CEVISA (Centro Médico de Vida Sana), en Ingeniero Coelho, estado de San Pablo.

Ambos estudiaron Medicina de Estilo de Vida en los Estados Unidos, y son autores del libro Universo paralelo, publicado por la Casa Publicadora Brasilera (CPB) y próximamente por la ACES.

Expectativas

Durante los seis años del curso de Medicina, aprendimos que muchas enfermedades tienen una causa genética o desconocida. Fuimos entrenados para reconocer un conjunto de síntomas y alteraciones en exámenes, para llegar al diagnóstico correcto de la enfermedad. Una vez descubierto el problema, el tratamiento debería ser prescrito; un medicamento para controlar los síntomas. Una gastritis, por ejemplo, se trata con antiácidos; la ansiedad, con un ansiolítico; la presión alta, con remedios para disminuir la presión arterial.

Con esa mentalidad, comenzamos nuestro trabajo como médicos en un puesto de salud que atendía a una comunidad carenciada. Conscientes de que solos no cambiaríamos el mundo, decidimos realizar nuestra parte y colocar en práctica lo que habíamos aprendido en la universidad. Los pacientes eran bien atendidos, los exámenes solicitados y los medicamentos, prescritos. Sin embargo, con el paso del tiempo percibimos que pocos pacientes experimentaban una verdadera mejoría: los diabéticos continuaban con el azúcar descompensado; los hipertensos, con la presión en las alturas; los obesos no conseguían dejar de aumentar su peso; y los deprimidos continuaban sin ánimo. Parecía que las enfermedades se arrastraban sin solución.

La influencia de los escritos de Elena de White

Fue en ese contexto que conocimos los escritos de Elena de White sobre la salud. La lectura del libro El ministerio de curación revolucionó nuestros conceptos sobre la salud y la enfermedad, y en relación con el papel del médico. Inspirada por Dios, ella escribió que la enfermedad no viene sin causas y que el cuerpo humano es regido por leyes naturales, que necesitan obedecerse para que tengamos salud y calidad de vida.

Aprendimos que el cuerpo humano es una máquina viva, mantenida a través del “aire puro, el sol, la abstinencia (de lo que es nocivo), el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino. [Estos] son [considerados] los verdaderos remedios” (El ministerio de curación, p. 84). Es el no respetar las necesidades básicas del organismo lo que está por detrás de la mayoría de las enfermedades que asolan a la humanidad.

En forma diferente de la medicina convencional, los escritos de Elena de White nos recomiendan ir más allá de los síntomas y buscar la causa de la enfermedad, sea esta física, emocional o espiritual. En el método divino de curación, el alivio de los síntomas no significa sanación. Ella escribe que en caso de enfermedad hay que indagar la causa. Deben modificarse las condiciones antihigiénicas y corregirse los hábitos erróneos. Después, hay que ayudar a la naturaleza en sus esfuerzos por eliminar las impurezas y restablecer las condiciones normales del organismo” (ibíd., p. 89).

La restauración del organismo depende de la remoción de esa causa, y de un estilo de vida saludable que respeta las leyes naturales. El papel del médico, por lo tanto, debe ser el de un educador, alguien que enseña y estimula a sus pacientes a que se cuiden por sí mismos.

Esa verdad simple, pero sabia e inspiradora, causó un profundo impacto en nuestras vidas. Cambiamos nuestros hábitos alimenticios, iniciamos un programa de ejercicios regulares, dejamos de tomar café y bebidas gaseosas, decidimos dormir más temprano y abandonar el uso de alcohol y cigarrillo. El resultado fue increíble. Nuestra salud mejoró. Problemas como hipertensión y colesterol elevado, sobrepeso, gastritis y acné fueron dejados atrás, sin el uso de remedios. Además de eso, después de la mudanza, sentimos que trabajábamos con más voluntad y mejor humor.

Cuando nos dimos cuenta de los beneficios en la vida personal, decidimos cambiar nuestra actuación profesional. En lugar de – solamente – prescribir remedios, decidimos educar a las personas en relación con la manera correcta de vivir. Elena de White escribió: “Si el enfermo y doliente hiciera solamente lo que sabe con relación a vivir los principios de la reforma pro salud de un modo perseverante, en nueve casos de diez se recuperaría de sus malestares” (El ministerio médico, p. 295).

Muchos pacientes vieron sabiduría en esos conceptos y también modificaron los hábitos de vida. Finalmente, comenzamos a ver resultados verdaderos. Las personas experimentaron la cura y la restauración de la salud, tanto física como emocional. El resultado fue tan especial que fuimos invitados por la Secretaría de Salud para entrenar a los profesionales de salud de la red municipal.

El impacto de los escritos de Elena de White en nuestras vidas no se detuvo allí. A medida que profundizábamos el estudio y la comprensión de este tema, descubrimos que el mensaje de salud abarcaba más que la salud y el bienestar. La lectura de la Biblia y de los libros del Espíritu de Profecía nos hizo entender que cuidar de la salud es un acto de adoración, una forma de glorificar a Dios en nuestro cuerpo. Practicar los principios de la

reforma pro salud es una manera de agradecer al Creador por el don de la vida. Esa debería ser la motivación correcta. Como la Biblia dice: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).

Mensaje de salud y evangelismo

Pero, tal vez el mayor impacto que tuvimos al leer los escritos de Elena de White sobre la salud fue descubrir la utilidad del mensaje de salud para la evangelización. En un mundo cada vez más enfermo, “La obra médica misionera trae a la humanidad el evangelio de la liberación del sufrimiento. Es la obra pionera del evangelio. Es el evangelio en la práctica, la revelación de la compasión de Cristo” (ibíd., p. 316).

Además de enfermo, el mundo está carente del conocimiento de Dios y del evangelio de la salvación, y “la obra en pro de la salud es una cuña de entrada, que abre camino para otras verdades a fin de alcanzar el corazón” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 86). Hoy, en la práctica, percibimos que los pacientes que cambian sus hábitos de vida abren el corazón para el evangelio. Varios, incluso, ya entregaron sus vidas a Jesús.

En la solemne misión entregada a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, de predicar el triple mensaje angélico a un mundo cuyos días están contados, el mensaje de salud desempeña un papel especial. A través de él podemos no solo aliviar el sufrimiento de las personas, sino también presentar a Jesús como nuestro Salvador, a fin de que vivan con salud y esperanza.