Nuestros hijos y las Redes Sociales

Nuestros hijos y las Redes Sociales

La rutina y la manera de comunicación de las personas se han visto alteradas con el avance de la tecnología y el surgimiento de las redes sociales. El uso de estas herramientas ha traído muchos beneficios, pues son excelentes recursos de comunicación, entretenimiento, y todavía más, de aprendizaje.

Por otro lado, vale la pena reflexionar un poco acerca de la manera en que estas aplicaciones están siendo utilizadas en el contexto familiar, especialmente cuando se trata de niños y adolescentes, que se encuentran en proceso de desarrollo y de establecimiento de hábitos. El uso indebido de estos puede provocar riesgos. Los padres son los principales responsables por la protección y el cuidado de sus hijos.

Cuando utilizamos la palabra desarrollo estamos, literalmente, afirmando que los niños están en proceso de desarrollo, es decir, desenvolviéndose, están aprendiendo a andar con sus propias piernas, a realizar elecciones que influenciarán el resto de sus vidas. Estar en el proceso de aprendizaje es estar en transición, “Yo estoy en…”, es diferente de “yo soy” (proceso finalizado). Internet es todo un mundo repleto de informaciones: verdaderas, falsas, dudosas, de acuerdo con lo que nosotros pensamos, o completamente diferentes de lo que tenemos como principios. Como adultos, conseguimos realizar las debidas distinciones, pero, y ¿las criaturas en proceso de “desarrollo”?

Una investigación realizada por Intel Security,1 que entrevistó a 507 niños entre 8 y 16 años de edad, reveló que el 83% de aquellos que tienen entre 8 y 12 años de edad poseen un perfil en las redes sociales. La edad mínima para entrar en Facebook o en Instagram, por ejemplo, es de trece años. ¿Cuál es el objetivo de exponer a las criaturas a ciertos programas que oficialmente no son compatibles con sus edades? Nuestro papel, como padres, es propiciar un ambiente seguro para el uso de Internet, y evitar que nuestros hijos se coloquen en situaciones de peligro. Pero, ¿cómo hacerlo?

Estimular a los hijos para que nos hablen acerca de todo lo que sucedió mientras estuvieron en Internet. El diálogo es la mejor manera de MONITOREARLOS, principalmente en los casos de niños mayores y adolescentes. Los padres deben dialogar acerca de los contenidos apropiados, de los contenidos que deben ser evitados, y hasta de los prohibidos. En caso de que existiera una edad mínima, debe ser respetada. “Mi hijo no puede conducir un automóvil porque tiene menos de 18 años”; “Aquel programa es únicamente para ser usado a partir de los X años”. Conversa claramente acerca de estos asuntos, y mantente firme en la decisión. La elección de los sitios debe ser apropiada para la banda etaria de los hijos y deben estar de acuerdo con los intereses de la familia. También, existen programas de control y bloqueo, afin de facilitar el monitoreo.

La ubicación donde será usada Internet deberá ser un LLUGAR de paso, en el cual todos tengan acceso y puedan dar un vistazo en cualquier momento. Específicamente cuando se trata de criaturas que no cuentan más de diez años de edad que están en Internet, los padres, o algún adulto, deben permanecer a su lado hasta la finalización de la utilización. Y, como ya fue dicho, Internet es un mundo y, a partir del momento en que el niño tiene acceso a este, puede tener acceso a todo lo que es apropiado, o no. ¿Qué padre, en su sano juicio, dejaría a su propio hijo en la China, sin estar observando adonde está yendo?

El TIEMPO de uso diario de Internet debe ser claro, y las excepciones deben darse solamente en ocasiones puntuales. La investigación que fuera citada anteriormente había sido realizada en catorce países, y señaló que las criaturas brasileñas invierten, en promedio, 18,3 horas semanales en Internet, y son quienes consumen más cantidades de horas, comparadas con los otros países investigados. La Sociedad Americana de Pediatría2 recomienda que el tiempo diario que invierta en tecnología un niño (incluyendo computadora, juegos electrónicos, televisión y otros más) debiera estar alrededor de las dos horas. Si el tiempo fuera superior a las tres horas de exposición (sumadas todas las actividades electrónicas en un solo día), tendrá grandes oportunidades de ver comprometido su desarrollo físico, cognitivo y social.

Si el adolescente está inscripto en algún programa de una red social, será necesario tomar algunos recaudos afin de protegerlo de depredadores que existen online. Tales recaudos serían, por ejemplo, que los padres ejerzan un monitoreo de todas las salas (chats) de conversación. Los hijos deberán recibir orientación con respecto a nunca salir de las salas de conversación públicas (grupos). Aprovecha el momento para dialogar acerca del concepto de público y privado. A partir del momento en que algo se publica (fotos, frases), por más que se esté aparen- temente protegido, difícilmente permanecerá en lo privado. Surge, entonces, la necesidad del establecimiento de las REGLAS DE USO.

El perfil deberá estar cerrado, sin ninguna información del adolescente; todo lo que se postee (tanto sea escrito o en imágenes) deben contener esta misma idea (no identicar dónde vive, la escuela en la cual estudia ni los datos personales), y deben ser restrictas a los familiares, y a los amigos de la misma edad del adolescente. Los padres deben conocer a todos los amigos virtuales de los hijos.

Y en lo que se refere a participaciones personales, nunca deberá escribirse el nombre completo, tanto del adolescente como de ningún amigo, ni tampoco tratar sobre ningún asunto que pueda ser negativo con relación a los otros. Aprovechar y conversar acerca de cyber bullying, y orientar al adolescente para que, si percibe que está siendo víctima de bullying virtual, inmediatamente cuente a los padres o a algún adulto al cual le tenga confianza.

Si existiera algún pedido de solicitud de parte de alguien desconocido, este momento deberá ser aprovechado afin de tratar abiertamente acerca de los riesgos de Internet y posibilitar al adolescente un ambiente favorable para que decida mantenerse lejos del peligro. Resultará importante que los adolescentes tengan la conciencia de que este comportamiento es perjudicial para sí mismos. Si solamente se les prohibiera, es posible que lleven a cabo ese comportamiento en otro lugar, distante de los ojos de los adultos.

Los hijos son la herencia del Señor, son regalos de Dios. Como padres, hemos recibido la obligación de instruirlos en los caminos del Señor; es decir, estamos participando con ellos. Nuestra manera de vivir sirve como modelo para que ellos puedan adoptar patrones de comportamiento. Será importante re exionar acerca de nuestra postura personal frente al mundo virtual, frente a las redes sociales. Es verdad, estas facilitan nuestra vida, sin embargo, algunas veces terminamos ocupándonos demasiado en ellas, como, por ejemplo, por motivos de trabajo, y entonces acabamos desperdiciando un precioso tiempo que podríamos haber aprovechado con los regalos que Dios tiene para nosotros. Cuando estemos en casa, será importante que prioricemos a nuestros hijos; las redes sociales tendrán que ocupar la última posición. Ser un amigo para el hijo, participar de su rutina, involucrarse en su universo, exige tiempo, y esta es la mayor forma de prevención y protección.

1 Realidad Cibernética: lo que los preadolescentes están haciendo online. Investigación realizada en mayo del 2015 por Intel Security.

2 https://www.aap.org/en-us/advocacy-and-policy/aap-health-initia-tives/Pages/Media-and-Children.aspx