Planificación Pastoral Inteligente

Planificación Pastoral Inteligente

Planificación Pastoral Inteligente

Michael Orellana

 

 

Las Escrituras enseñan que “los pensamientos con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace la guerra.” (Prov 20.18). La palabra hebrea traducida como pensamientos es relacionado con la actividad del tejedor de ropas. El enlazar las ideas unas con otras de una manera coherente, es esencial para obtener éxito en la batalla. La segunda frase importante en este versículo es “dirección sabia”. El termino hebreo asociado a esta traducción conlleva la idea atar o amarrar sogas. La dirección sabia implica el hecho de sumar diferentes ideas y unificar criterios y objetivos.

Entre los pueblos del Antiguo Cercano Oriente que estaban muy acostumbrados a la guerra podemos mencionar a los asirios. La organización de una guerra implicaba un arduo esfuerzo coordinado. Generalmente este esfuerzo comenzaba mucho antes de la batalla. Los asirios empleaban propaganda de terror para que los pueblos que se atrevían a hacerles frente se espantaran y desmayaran incluso antes de la batalla. Esto es una lección muy importante en relación a nuestro estado mental al momento de enfrentar desafíos. Como decía Christian Barnard: “Si piensas que estas vencido, lo estas.” La Biblia enseña que esta actitud mental puede ser mejorada por el consejo sabio.

Una táctica importante que los Asirios consideraban al momento de la guerra era la de encontrar una brecha o punto débil en la muralla de la ciudad a la cual atacaban. Era en este lugar donde a veces se construían rampas altas para entrar dentro de la ciudad. Con frecuencia los habitantes de la ciudad empezaban a levantar sus muros y mejorar sus defensas durante la batalla. Ganaba quien era más rápido en levantar su propio ataque o defensa. Esto engloba muchas lecciones practicas para nuestra planificación personal y grupal. Se necesita priorizar nuestro ataque a puntos estratégicos y no malgastar nuestras energías en puntos irrelevantes o de poco impacto. Siendo que generalmente nuestros recursos son limitados se necesita ser muy cuidadoso en la administración de estos recursos. Esto implica definitivamente la identificación de una escala de prioridades. Cada persona debe tener una serie de objetivos, principios, y valores que serán el centro de su atención. Sin una definición clara de estos elementos, no existe forma de ordenar la existencia de una manera coherente. A la cabeza de estos principios y valores se encuentra el temor a Jehová. Tal como el sabio Salomón reflexionó al final de su existencia: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Ecl. 12.13). Es interesante notar que Salomón llegó a esta conclusión después de darse cuenta de la futilidad de la vida humana aparte de Dios. “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.” (Pro 1.2).

La segunda lección importante es la de mejorar continuamente nuestras defensas y esto implica previsión. Generalmente las ciudades con pocas defensas no ofrecían ninguna resistencia y se sometían inmediatamente antes de pelear una guerra. Esto ocurre también en la vida cotidiana. Las personas con poca preparación espiritual, emocional, mental y física se doblegan fácilmente frente a las demandas y amenazas de la vida.

Hablando de la planificación, Jesucristo dijo: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.

(Lc 14:28-30). Un elemento muy importante antes de comenzar una actividad es la tomar tiempo para la reflexión. Sentarse y calcular los gastos, dijo Jesús, es lo primero que se tiene que hacer. Este calculo de los gastos puede incluir el inventario personal que cada uno tiene de sus recursos tangibles e intangibles. Los recursos intangibles incluyen nuestros dones, talentos y habilidades aprendidas. Tal como el apóstol Pedro dijo: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. (1 P 4.10).

Ahora bien, ¿cómo descubrir nuestro ministerio? El apostol Pablo dice: “Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1Co 12:5-7). La multiforme gracia de Dios ha provisto diversas avenidas de servicio. Nosotros necesitamos “abrir los ojos” muy bien a las necesidades que nos rodean.  Cuando abrimos los ojos nos daremos cuenta que alrededor nuestro existe “un pueblo que nos espera”.  Personas que están necesitando nuestra capacidad de servicio.

Cuando una persona logra descubrir una NECESIDAD y cómo utilizar su capacidad de servir para cubrir esa necesidad, entonces ha surgido un MINISTERIO.

Ese ministerio es como una llama dentro de nuestro de nuestro corazón,  para servir de por vida al mundo. Hace algunos años la empresa de exploración Marina Odyssey encontró un tesoro recuperado del fondo del mar y que estaba valorizado por cerca de 500 millones de dólares.  Este tesoro estuvo perdido muchísimos años desde 1694. ¿Cómo es posible que se hayan perdido tanto tiempo? De la misma manera, todos lo seres humanos encerramos tesoros de un potencial escondido. El potencial de un individuo es tan profundo que para descubrirlo es necesario comenzar una verdadera búsqueda dirigida por el Espíritu Santo.

Finalmente, es muy importante planificar con previsión de circunstancias adversas. Las Escrituras ofrecen múltiples lecciones sobre la importancia de hacer previsión. Entre una de ellas se encuentra el ejemplo de la hormiga, que se encuentra en las criaturas más sabia que los sabios (Pro. 30.24). “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual, no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.” (Pro. 6.6-8). Parte esencial de la planificación es la identificación de necesidades futuras. Planificar con inteligencia involucra un razonamiento de cause a efecto. Este tipo de razonamiento ayudará a que nuestra vida sea ordenada. Únicamente una persona con objetivos, principios y valores claros podrá tener éxito. El éxito jamás es resultado del descuido y la indolencia. Sabemos que solo aquellos que estén preparados para la venida de Cristo podrán disfrutar del reino. En la parábola de las vírgenes insensatas y prudentes podemos ver claramente los resultados de una preparación inadecuada. “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.” (Mateo 25.3-4).

 

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