¿Por qué Dios creó a Lucifer?

Si Dios sabía que Lucifer se rebelaría, ¿por qué lo creó?

Esta es una pregunta a la que es prácticamente imposible darle una respuesta definitiva. Este tema no es abordado explícitamente en la Biblia. Por lo tanto, todo intento de respuesta será incompleto y en algún sentido incluirá elementos de la especulación. Preguntas como estas cargan en su interior el temor a que Dios, de alguna manera, pueda estar implicado en el origen del pecado en el universo. Permítame compartir algunos pensamientos.

1. La conexión de Dios con el pecado y el mal. Cuando se refiere al origen del pecado y del mal, la Biblia rechaza el monismo (Dios es el originador tanto del bien como del mal) y el dualismo (el bien y el mal son dos principios eternos que han estado peleando eternamente entre sí). La Biblia ofrece un dualismo modificado que niega la naturaleza eterna del pecado y el mal, al afirmar que este fenómeno tuvo un comienzo y también tendrá un final. Dado que Dios es eterno y el pecado y el mal no, podemos llegar a la conclusión de que no pertenecen a la esencia divina. Pero ¿podrían formar parte de la actividad creativa de Dios? ¿Los creó Dios? La respuesta bíblica es clara: todo lo que Dios creó «era bueno en gran manera» (Gén. 1:31). Esto afirma la virtud esencial de lo que vino a la existencia por medio del poder creativo de Dios.

2. La conexión de Dios con Lucifer. ¿Y con respecto a Lucifer? Fue creado por Dios. La Biblia declara tres cosas importantes acerca de él. Primero, es una criatura; segundo, cuando Dios lo creó, era «perfecto»; y tercero, posteriormente «se halló en [él] maldad» (Eze. 28:15). El texto afirma la virtud de la creación de Dios, al mismo tiempo que reconoce que algo horrible le ocurrió a esta criatura («se halló en ti maldad»). Pero la última frase, ¿sugiere algo intrínsecamente malo en Lucifer que, en algún momento, se hizo manifiesto?

Aquí enfrentamos el misterio del origen del pecado: su irracionalidad. Si bien el querubín perfecto se puede explicar claramente como el producto de la creación divina, la maldad es un fenómeno inesperado que «se halló» (del hebreo matsá) en él. El uso pasivo del verbo en otros contextos legales nos lleva a concluir que aquí también tiene un sentido legal (ver Ester 2:23; Sal. 17:3; 1 Sam. 25:28). La conducta extraña del querubín fue examinada legalmente y resultó ser malvada. El procedimiento legal era necesario porque la conducta del querubín no correspondía con lo que se esperaba de él. La corte llegó a la conclusión de que había «maldad» en él.

3. Explorando la mente divina. El hecho de que Dios sea omnisciente significa que sabía por anticipado que Lucifer, el portador de luz, se convertiría en Satanás, el acusador. Dado que Dios es omnipotente, el pecado y el mal existen porque Dios permitió que existieran. ¿Por qué Dios lo permitió? Esta es la pregunta básica. Algunos teólogos han establecido una distinción entre la naturaleza de Lucifer y su voluntad. Su naturaleza, tal como fue creada por Dios, era buena; pero su voluntad, tal como fue utilizada por él, lo condujo al pecado y al mal. Dios es responsable de lo primero, pero no de lo segundo. El mal uso de la voluntad está basado en la libertad que Dios le otorgó a sus criaturas inteligentes, pero no estuvo predeterminado por Dios.

Pero ¿Dios no podría haber evitado todo esto al no crear a Satanás? El costo que tendría que haber pagado hubiera sido demasiado alto; de hecho, inconcebible. Tenemos que utilizar analogías humanas al especular acerca de por qué Dios actuó de esta manera. En algún momento de la eternidad, Dios decidió crear criaturas inteligentes y libres. En su omnisciencia, supo que una de ellas se rebelaría contra él. En ese momento, ¿no debería haber cambiado de plan? La respuesta natural humana sería: «¡Sí!» Abandonaríamos nuestro plan porque tememos enfrentar un terrible problema. Al hacerlo, el problema nos derrota por anticipado al forzarnos a cambiar nuestros planes.

¡Pero Dios no es como nosotros! Una vez que decidió crear, ninguna fuerza real o potencial lo forzaría a alterar sus planes. De otra manera, el temor al pecado lo hubiera derrotado antes de crear algo. Dios es el Valiente que, sin cambiar su plan, decidió enfrentar el problema del pecado y del mal, y resolverlo de una vez por todas por medio de su Hijo. ¡Y lo hizo!

Quizá esto es lo que sucedió, aunque no lo puedo demostrar en forma categórica.