QUIÉNES SOMOS COMO IGLESIA Y HACIA DÓNDE VAMOS?
por Robert Costa
¿Nuestra iglesia es solo una iglesia más? ¿Qué nos distingue del resto del cristianismo? ¿Dónde estamos ahora y hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué justifica nuestra existencia?
Dios contesta todas estas preguntas. Nos ve en el contexto de la Gran Controversia que se desata en el planeta Tierra: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» 1 Ped. 2:9.
Esta declaración define nuestra identidad y propósito. Pero ¿no puede el resto del mundo cristiano afirmar lo mismo? Sí, en parte, pero no en su totalidad, y ese pequeño margen es lo que marca la diferencia.
PRESENTANDO TODA LA VERDAD
Muchas iglesias hacen un excelente trabajo al guiar a las personas a Jesús. Pero si se excluyen las grandes verdades para esta hora, es un evangelio incompleto y diluido. La Biblia siempre debe presentarse como un todo; solo estudiando el Antiguo Testamento podemos entender el Nuevo. Y engañar no es simplemente mentir, sino también mezclar la verdad con el error y, más sutilmente, no decir toda la verdad. Podemos protegernos de esto refrescando nuestros orígenes, identidad, mensaje, compromiso y misión desde nuestros hogares, púlpitos y aulas.
NO TAN SÓLO UNA IGLESIA MÁS
Somos más que una iglesia: somos el movimiento final que Dios levantó en el momento profético, con un mensaje profético centrado en Jesús y su gracia, para restaurar toda la verdad y preparar al mundo para su regreso.
La mensajera de Dios nos recuerda: «Los adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo especial, separado del mundo. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos representantes suyos, y los ha llamado a ser sus embajadores durante esta última fase de la obra de salvación.
Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres» (7T 135). O como dijo Pablo, la iglesia es «columna y baluarte de la verdad» (1 Tim. 3:15). Para ese propósito, Dios llamó a Israel (Deut. 7: 6-9; 14: 2; Isa. 60: 1-3), no para ser solo un grupo de personas más, sino su pueblo especial. Los colocó en la encrucijada de las civilizaciones con un propósito sagrado. Les reveló a través del santuario terrenal cómo actúa en este plan de rescate, y no les dejó elegir cómo vivir, cómo adorar y evangelizar, sino que dio instrucciones específicas.
Desafortunadamente, fallaron, pero el plan de Dios no terminó. En el preciso momento profético, cuando en algún lugar más allá de las estrellas y fuera del alcance de la visión humana, algo grande estaba por suceder en el Cielo que afectaría a todo ser humano, algo «tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz” (CS 543), Dios abrió los libros. ¡El mundo tenía que saberlo!
EL CERTIFICADO DE NACIMIENTO PROFÉTICO
Para eso, Dios levantó a un pueblo de un chasco, profetizado por Jesús en su visión a
Juan hace siglos (Apoc. 10:5-11), para una tarea sagrada, restaurar toda la luz de su verdad «a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo», proclamando «a gran voz» los últimos tres mensajes de amor más solemnes jamás dados a los mortales (Apoc. 14: 6-12).
Este chasco fue en realidad el certificado de nacimiento del verdadero pueblo de Dios. Es más, si la última iglesia no hubiera surgido de un chasco durante el momento profético por estudiar las profecías de Daniel, no podría ser la verdadera iglesia, aún sería parte de Babilonia. Cuando nuestros pioneros entendieron, después del chasco, al estudiar diligentemente las Escrituras para discernir lo que había sucedido el 22 de octubre de 1844, se ubicaron por fe donde Jesús estaba ministrando. De allí comenzaron a predicar todas las verdades del plan de salvación reveladas en los servicios del santuario terrenal.
Poco después, Dios mismo otorgó el don de profecía a este pueblo, definiendo así las dos características sobresalientes del remanente al final: guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús, que es el espíritu de profecía (Apoc. 12:17; 19:10). Estos dos componentes siempre aparecen juntos en las Escrituras, y definen al verdadero pueblo de Dios (Isaías 8:19, 20).
En la primera visión dada Elena de White, Dios estableció claramente el surgimiento, el derrotero y el destino de este movimiento que más tarde se llamaría la Iglesia Adventista del Séptimo Día. «Un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo» (PE 14). El mundo evangélico no tiene esta luz que hemos recibido. Y si la verdad del Santuario celestial no se comprende, entonces el plan de salvación no se podrá entender completamente. Termina en la cruz. Pero hay una Verdad Presente para esta hora, y nos llega desde el Lugar Santísimo del Santuario Celestial.
CUIDADO CON LAS DISTRACCIONES
Hay ciertas distracciones y peligros que pueden socavar nuestra identidad, propósito y misión como remanente.
Distracción No. 1: Dejar de presentar la Verdad Presente. El evangelio eterno fue el plan de salvación presentado a Adán y Eva desde el principio. Pero también está la Verdad Presente, un mensaje específico que a cada generación se le ha conferido presentar, todo dentro del contexto del evangelio eterno. Elena de White enfatiza que lo que necesitamos predicar en la Iglesia Adventista hoy es la Verdad Presente. ¿Y cuál es la verdad presente para esta hora? Las verdades que se centran en el Lugar Santísimo, donde Jesús ministra. Si quieres predicar la Verdad Presente hoy, simplemente averigua dónde está Jesús ahora, qué está haciendo hoy, y luego predícala. Lamentablemente, hay vientos de cambio en este enfoque que nos han distraído de nuestro mensaje peculiar y nuestra misión distintiva.
Distracción No. 2: Enfocarse solo en la justicia social y la ayuda humanitaria, sin llevar a las personas a Jesús y al mensaje completo del evangelio. Muchas entidades seculares realizan un excelente trabajo social para ayudar a las comunidades. Pero la ayuda social y la justicia social no son nuestra misión final como iglesia. Los pasajes en Miqueas 6, Isaías 58 y Santiago enfatizan que debemos ayudar a otros, pero eso se trata más de la vida cristiana. Jesús mismo hizo buenas obras, pero su misión no fue solo aliviar el sufrimiento, sino salvar a la raza humana. Y, sin embargo, vivió su religión, mostrando amor y compasión dentro del contexto de su misión. Enfatizamos «sólo el método de Cristo…» (MC 102), y esto es bueno. Es muy importante ayudar a las personas en sus necesidades temporales, pero no podemos detenernos allí. Debemos avanzar aún más, a través de la dirección del Espíritu Santo, guiar a las personas al pie de la cruz y al todo el mensaje adventista enfocado en los mensajes de los tres ángeles. Debemos instar a las personas a dar los pasos a seguirlo y obedecerlo.
Distracción No. 3: Imitar otras denominaciones en su liturgia, música y métodos de crecimiento. Para Israel, fue con resultados catastróficos (Núm. 22-24). Algunos buscan ideas de fuentes contaminadas, que niegan las grandes verdades bíblicas, y luego aplican esos métodos en nuestras iglesias. Aunque no todo lo que otros hacen está mal, la pregunta sigue en pie: ¿alguna de estas iglesias protestantes ha aceptado los mensajes de los tres ángeles y la verdad sobre el Santuario Celestial que es el fundamento de nuestra fe? ¿Suena esto como un lugar donde debemos adquirir nuestro estilo de vida, estilo musical, métodos de adoración y métodos de evangelización? ¡Creo que la respuesta es obvia!
Más desconcertante es que con la abundancia de luz que tenemos, ¿que nos motiva como adventistas a adoptar el estilo de adoración y métodos de crecimiento de las iglesias que la Biblia describe como «Babilonia» o la «sinagoga de Satanás», cuando estas iglesias desprecian el mensaje de la verdad presente? ¿Por qué querríamos regresar del Lugar Santísimo, al Lugar Santo o al atrio en nuestro enfoque de presentar el mensaje al mundo? Dios nunca sugirió que Israel adoptara los métodos o el estilo de adoración de las naciones vecinas para alcanzarlos.
Distracción No. 4: Enfatizar un adventismo existencialista donde el discipulado está separado de la doctrina. Si hablamos solo sobre el Maestro y sus virtudes y no enseñamos lo que el Maestro nos pide que enseñemos, ¿qué tan buenos discípulos estamos siendo realmente?
¿Cómo pueden los nuevos creyentes enseñar a otros la verdad que ellos mismos no han aprendido?
Se escuchan algunas medias verdades que a veces confunden: «Debemos ser inclusivos», «debemos apelar a lo que le gusta a la gente», «debemos darle a las personas lo que sienten que necesitan», «debemos ser pluralistas», «no debemos juzgar a los demás»,» debemos amar y aceptar a las personas incondicionalmente» y «lo que importa es el amor «.
Este cambio de enfoque ha hecho que algunos se vuelvan antropocéntricos en lugar de teocéntricos. Parece que la preocupación en algunas iglesias es que las personas seculares se sientan cómodas en la adoración, y un «así dice el Señor» ha sido reemplazado por mensajes de motivación, conveniencia y contextualización cultural. Y las revelaciones de Dios y Elena de White son reemplazadas por citas de especialistas.
Cuando la predicación deja de ser profética, doctrinal, centrada en Cristo, y se basa solo en la gracia sin compromiso, conduce a la conformidad personal y la satisfacción, donde el avivamiento genuino es imposible. Un evangelio de gracia produce liberalismo, y un evangelio de advertencia produce fanatismo. No somos fanáticos ni liberales. Somos discípulos que recibimos y aceptamos la gracia para vivir en compromiso.
En algunos púlpitos e instituciones, hemos pasado de un extremo a otro, del formalismo doctrinal a un existencialismo subjetivo. Algunas personas han comenzado a asumir una postura anti-doctrinal, en la cual los pilares básicos de la fe adventista son vistos como simples requisitos de una religión legalista obsoleta. ¿El resultado? Apostasía masiva. Esto bien podría clasificarse como mala praxis ministerial y docente. Millones están en el secularismo de Babilonia, esperando ser invitados a salir, pero no podemos ayudarlos si repetimos el error de la iglesia cristiana que perdió su identidad cuando fue inundada por el mundo no convertido y adoptó sus costumbres paganas.
NUESTRA RESPONSABILIDAD CONFERIDA POR DIOS
¿Nos damos cuenta de la responsabilidad que Dios nos asignó a usted y a mí en estos últimos días de la Gran Controversia entre Cristo y Satanás? «En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con ésta y nada debe desviar nuestra atención de ella. Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales. Nuestra tarea consiste en proclamarlas. El mundo debe ser amonestado, y el pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido» (9T 17).
¡Qué privilegio y qué responsabilidad! Sabemos cómo han de terminar las cosas. Habrá una última generación que se mantendrá firme y amará tanto al Señor que lo obedecerán. Serán sellados por la eternidad, establecidos en toda la verdad bíblica de tal manera que no podrán ser movidos. Esa generación participará en cosas maravillosas, la lluvia tardía y la terminación de la obra de Dios, y la tierra será iluminada con la gloria de Dios (Apoc 18:1). Mi oración es que nosotros seamos esa última generación. Maranatha