Los padres y la iglesia deben estar unidos en la formación de los niños y los adolescentes.
En cierta ocasión, una joven oriental fue invitada a pasar la Navidad en la casa de una familia cristiana, en un país occidental. Esta joven tenía un gran deseo de conocer la cultura, las personas y la comida de Occidente.
Al final de su estadía, la dueña de casa preguntó a la joven japonesa si le había gustado estar en un país un poco diferente del suyo. La visitante le respondió: “¡Sí, me gustó este país! La comida, los lugares turísticos, las personas, las fiestas, la Navidad… todo. Sin embargo, sentí la falta de una cosa solamente. Me gustó mucho ir a la iglesia con ustedes y ver cómo adoran a su Dios. Pero faltó adorar a Dios en su casa. En Oriente, tenemos un lugar para nuestros dioses en casa. Ustedes ¿no adoran a Dios en sus casas?”
Esta joven pagana quería conocer a los cristianos, pero quedó decepcionada. ¿Qué está ocurriendo en nuestras familias? ¿Adoramos a Dios en nuestros hogares?
Como iglesia, estamos perdiendo a una buena cantidad de adolescentes y de jóvenes. ¿Qué es lo que está contribuyendo a esta triste realidad?
Podríamos mencionar varios aspectos, pero no es esa la finalidad de este artículo; simplemente, deseo animar a nuestras iglesias a que cuiden de esta generación, para que no la perdamos. Es necesario que se preste más atención a los niños y a los adolescentes en nuestras iglesias. Necesitamos hacer discípulos ya desde la más tierna edad, por medio de la Comunión, la Relación y la Misión.
Muchas veces, los padres entregan a sus hijos a la Escuela Sabática, al Club de Aventureros o de Conquistadores, a la escuela, esperando que los profesores y los líderes los conduzcan por el camino correcto. Estas actividades son muy importantes; los responsables por estos ministerios pueden realizar una gran obra. Pero, si los padres no se unen a ellos y no cumplen su responsabilidad en casa, los hijos no tendrán una base espiritual sólida. ¡Las familias necesitan adorar a Dios cada día, en su hogar! Siendo así, es necesario que haya un binomio fundamental: padres e iglesia.
Se hace necesario que la iglesia demande la participación directa de los niños y los adolescentes en sus actividades y cultos. De esta manera, ellos podrán desarrollarse y crecer firmes en la iglesia, en la medida en que les proporcionemos apoyo y oportunidades. Si actuamos así, se sentirán parte activa de la iglesia, integrados y amados.
De acuerdo con la orientación registrada en Deuteronomio 6:5 al 9, necesitamos apelar a los padres con amor, a fin de que amen al Señor Dios de todo corazón, para que tengan la Palabra de Dios en sus corazones, para que la expongan frente a sus hijos y que les hablen de ella en la casa, en el camino, al acostarse y al levantarse. En síntesis: las orientaciones divinas deben formar parte del vivir cotidiano en el hogar cristiano. Cuando actúan de esa manera,
los padres podrán preparar a los hijos para el Reino eterno.
Elena de White escribió: “Cuando se desarrollen las escenas finales de la historia del mundo, muchos […] niños y jóvenes asombrarán a la gente mediante el testimonio que den de la verdad con sencillez, aunque con vigor y poder” (Promesas de Dios, p. 25).
¡Cuidemos de esta generación!
Sugerencias de apoyo para los niños y los adolescentes en la iglesia:
» Integración en la visión del discipulado (Comunión–Relación–Misión).
» EscuelaSabática (Proyecto“Maná”).
» Adoración: mayordomía (Proyecto “Guardianes de los tesoros”).
» Inclusión en los Grupos pequeños.
» Realización de los proyectos “Huellas” y “Grande como David”.
» Planificación y realización de la Escuela Cristiana de Vacaciones (Plan evangelizador por excelencia).
» Implementación del Ciclo del Discipulado para los recién bautizados, estudiando la revista Conexión.
» Promoción e incentivo del Bautismo de Primavera, junto con los padres.
» Encuentros de Princesas y Campeones, llevándolos a tomar la decisión de ser fieles a Dios.