Aprecié mucho el artículo escrito por el pastor Erton Köhler (p. 18) que nos desafía a no concentrarnos en la crisis, sino en las oportunidades. En cierta ocasión, el pastor Arnaldo Cruz escribió: “A veces, pedimos a Dios que nos cambie de situación; sin saber que él nos colocó allí para que podamos ser transformados. Lo que hoy es una prueba, mañana será un testimonio”.
Al dirigirse a un joven pastor, el apóstol Pablo escribió: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes…” (1 Tim. 4:12). El apóstol no sofocó su celo juvenil, sino que lo estimuló, para que se transformara en un merecedor del respeto de las personas con más experiencia. El apóstol Pablo también habló a los adultos, advirtiéndoles que no fomentaran poca con- sideración por los jóvenes que se esfuerzan en busca de superación.
La carta escrita hace dos mil años conti- núa diciendo: “No descuides el don que hay en ti […]” (vers.14). Todos nosotros fuimos agraciados por Dios con dones o talentos. Algunos han recibido cinco talentos; otros, dos; otros, un talento solamente. Algunos talentos son heredados y otros son adquiri- dos. Algunos son naturales, otros son espirituales. Algunos son ofrecidos directamente, mediante la recepción del Espíritu Santo. Otros son, simplemente, activados por ese agente divino.
Recuerdo haber leído, años atrás, en un libro de meditaciones matinales, que en Nuevo México, en un campamento in- dígena, fueron descubiertas cien semillas de cereales. De acuerdo con el arqueólogo que las encontró, tenían millares de años de antigüedad. Durante todo ese lapso, perma- necieron como si estuvieran durmiendo, sin cumplir el propósito para el que habían sido creadas por el Señor. Podrían haber servido como alimento para saciar el hambre de algún niño, o plantadas para generar nuevas vidas. Sin embargo, nada de eso ocurrió.
Puedes estar preguntándote por qué estoy escribiendo sobre la juventud y los dones. La respuesta es muy simple: en este nuevo quinquenio, la División Sudamericana se propuso continuar enfatizando, en su plan de trabajo, el tema “Discipulado”, por medio de la comunión, la relación y la misión. Pero, ante todo, daremos un énfasis especial a cuatro aspectos: 1) Nuevas generaciones; 2) Dones espirituales; 3) Comunicación; y 4) Formación teológica, o preparación de pastores a la altura de las exigencias de los tiempos actuales.
Queridísimo colega, tú y yo podemos hacer mucho en estos cuatro aspectos. Quiero animarte a cuidar con esmero de las nuevas generaciones, sin desconsiderarlas jamás. Para ti, mi incentivo para que desarrolles los dones existentes en tus congregaciones. Te animo a que uses con sabiduría los medios de comunicación y las redes sociales, a n de compartir el evangelio. Finalmente, te exhorto a que busques entre los niños, los adolescentes y los jóvenes a aquellos que serán los futuros pastores que guiarán al rebaño en los momentos nales de la historia de este mundo.
Recuerda: No es su ciente con ser un buen pastor u obrero. Más importante aún es que tú y yo seamos ejemplo “para los eles”. Te invito a seguir, durante el transcurso del año, el consejo transmitido por c Charles Spurgeon: “No manche sus dedos, n que después tocarán las cuerdas celestiales. No permita que sus ojos, que en breve e verán al Rey, lleguen a ser ventanas de la d concupiscencia. No deje que sus pies, que p en breve andarán por las calles de oro, se c ensucien en lugares barrosos. No permita que su corazón, que dentro de poco tiempo o se llenará del cielo y transbordará de júbilo, se llene de orgullo y amargura”.