La marca de la Bestia
Ronald Rojas
Apesar de las muchas interpretaciones que se han esgrimido tratando de identificar qué es la marca de la bestia, los estudiosos del Apocalipsis no parecen rendirse y siguen presentando nuevas explicaciones. Muchos, incluso, prefieren dar una interpretación equivocada antes que ignorarla. Recientemente, muchos se han alarmado ante el supuesto microchip del seguro de salud de los Estados Unidos, que será usado para guardar el historial médico del individuo, y han asegurado que dicha medida constituye el cumplimiento de la marca de la bestia predicha en el capítulo 13 del último libro de la Biblia.
Sin embargo, aquellos que así creen ignoran completamente lo que Apocalipsis enseña respecto a dicha marca, y cometen un error que se ha repetido a lo largo de la historia, a saber, la obsesión de ver «la marca de la bestia» en su propio contexto sociopolítico.1 En este sentido la profecía ha servido para alimentar el deseo de muchos de quedar libres de cualquier opresión. Pero aunque bienintencionado, quienes hacen esto pierden de vista la perspectiva global de la marca de la bestia.
Marco temporal, jurisdicción y naturaleza de la marca
Un detalle comúnmente ignorado al interpretar la marca de la bestia es el tiempo de su apari- ción. Debe ser observado que la primera mención de esta se hace en Apocalipsis 13: 16. Antes se había hecho mención de varios acontecimientos estrechamente relacionados con la marca. Tomar estos acontecimientos en consideración nos ayudará a establecer una cronología profética del capítulo 13 y enmarcar el periodo en que la marca será impuesta. Según Apocalipsis 13 y 14 la marca entrará en vigencia:
- Después de que la herida mortal de la bestia del mar sea sanada (13: 3).
- Después del surgimiento de la bestia con apariencia de cordero (13: 11ss).
- Después de que la imagen de la bestia haya sido erigi- da por la segunda bestia (13: 14, 15).
- Después de que los tres ángeles hayan anunciado la lle- gada del juicio final y se haya dado la amonestación de no recibir la marca de la bestia (Apoc. 14: 9, 10).
- Antes de la venida del Hijo de Hombre (14: 14-20).
Además, el hecho de que las siete copas serán derrama- das sobre «los hombres que tienen la marca de la bestia» (Apoc. 16: 2), y estas caerán al final de la historia humana, sugiere que la marca de la bestia es un fenómeno del tiem- po del fin.2
A la luz de Apocalipsis 13, la marca de la bestia es el últi- mo acto de la bestia con apariencia de cordero. Por tanto, no se puede hablar de un cumplimiento de esta marca hasta que se pueda asegurar que dicha bestia:
- Tenga todo el poder de la primera bestia (13: 12a)
- Haya ordenado adorar a la primera bestia (13: 12b)
- Haya hecho grandes señales, entre ellos hacer descen- der fuego del cielo (13: 13)
- Haya hecho la imagen de la bestia (13: 14)
La bestia que implanta la marca «ejerce toda la autori- dad de la primera bestia» (13: 12), la cual a su vez la recibió del dragón (13: 2). Únicamente de la bestia que sale del mar se especifica la esfera de su jurisdicción, esto es, «toda tribu, pueblo, lengua y nación» (13: 7). Inequívocamente, esta frase hace referencia a un poder cuyo dominio es mundial. Ahora bien, si la bestia con apariencia de cordero ejerce toda la autoridad de la primera bestia, entonces su poder también abarca a todo el planeta.
Esta universalidad puede ser también percibida al mirar los grupos sociales sobre quienes la segunda bestia ejerce su autoridad, a saber, «a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos» (13: 16). Estos mismos grupos aparecen en relación con la venida universal de Cristo (6: 15; 19: 18). Así, pues, el Apocalipsis advierte a sus lectores que los eventos finales, incluyendo la marca de la bestia, no serán de un alcance provincial o nacional, sino de propor- ción universal.
Si bien es cierto que se ha puesto mucho énfasis en iden- tificar la marca de la bestia, también es cierto que se ha mos- trado poco interés en identificar el sello de Dios. Sin embar- go, un vistazo rápido al libro de Apocalipsis muestra que la marca de la bestia es la contraparte del sello de Dios.3 Am- bos son puesto en la frente (7: 3; 13: 16); ambos son defini-
dos con el nombre de sus respectivos líderes (14: 1; 13: 17). Mientras el sello de Dios protege de la ira divina (16: 2), la marca de la bestia protege de la ira de la bestia (13: 15-17). Ambos garantizan al portador los privilegios y derechos de su benefactor. Así, pues, el papel básico de ambos, el sello y la marca, es simbolizar un compromiso religioso con Cristo o con el anticristo.4 De ahí que tema central de la controver- sia es la adoración a Dios (14: 7) o la adoración a la bestia (13: 12, 15; 14: 9).
Como Apocalipsis describe el final de la controversia, se- ría una necedad de nuestra parte hacer de la bestia nuestro benefactor, pues los que reciban su marca sufrirán las siete postreras plagas, las cuales consuman la ira de Dios (14: 9-11; 16: 2), y lamentablemente no irán al cielo (15: 2; 20: 4)
Por otro lado, los que no recibirán la marca de la bestia son dos veces identificados como los guardadores de los mandamientos de Dios (12: 17; 14: 12). Esto sugiere que los que no tienen el sello de Dios son transgresores de la ley de Dios. Por tanto, la marca de la bestia es una señal de rebelión contra Dios al desobedecer su ley. En otras palabras, es reco- nocer la autoridad de la bestia antes que la autoridad de Dios.
¿Qué es la marca de la bestia?
El lugar donde la marca y el sello son colocados resulta significativo. Tanto la frente como la mano son menciona- dos en el Pentateuco en conexión con los mandamientos de Dios: «Y la ataras como una señal en tu mano, y estarán como frontales en tus ojos» (Deut. 6: 8). El contexto de Deu- teronomio 6: 8 indica que esto significa la respuesta total de la mente, emociones y comportamiento. «Y amarás a Jehová tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma, y con toda tus fuerzas». Basado en esto algunos han sugerido que la frente simboliza la mente, y la mano derecha alude a la acción. De esta manera aquellos que reciben la marca de la bestia lo hacen por decisión propia (frente) o por imposición (mano).
Dentro de este marco no debe pasar por alto que un ju- dío usaba filacterias sobre el brazo izquierdo y sobre la fren- te (Deut. 6: 8). Las filacterias eran pequeñas cajas de cuero con rollos de pergaminos que contenían pasajes de la ley. Quien usaba estas filacterias demostraba ser un judío devo- to. Los rabinos afirmaban que poner otra cosa en la frente o en la mano constituía una herejía.5 Desde este punto de vista, la marca de la bestia, entonces, constituye una burla espantosa a esta costumbre sagrada de los judíos.
En Éxodo también aparece el concepto de una marca en la mano o en la frente. Fíjese en el siguiente diagrama:
Considerando estas semejanzas, el carácter de señal mencionado en Éxodo 13: 9, 16 puede ayudarnos a enten- der el significado de la marca de la bestia. En Éxodo no significa una marca visible, sino un memorial de la expe- riencia milagrosa del éxodo. Esta misma intención se puede notar en la marca que tiene la ramera de Apocalipsis 17. Ella tiene en su frente nombre de blasfemias (13: 1), cuya ins- cripción dice: «Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra» (17: 5). Su señal no es externa; antes bien, representa su carácter. Por consiguien- te, los que reciban la marca en la mano y en la frente, son aquellos que entregarán su lealtad a un poder que supues- tamente traerá la solución a la crisis del mundo. No se trata de una relación profunda entre el hombre y su Creador, sino de una relación espiritual muy íntima entre el hombre y los poderes del mal que operan milagros engañosos. Por tanto, más que un simple estigma exterior, la marca de la bestia implica una sumisión religiosa, espiritual, a un poder de naturaleza espiritual.
Otro detalle es que el uso repetitivo de los conceptos adorar y recibir una marca, presentados juntos, reflejan in- terdependencia. De hecho, la marca está relacionada con la adoración: «Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y reci– be la marca de la bestia» (Apoc. 14: 9, 11; 20: 4). Este orden
solo es invertido en contexto de juicio (16: 2; 19: 20). Sien- do esto así, la marca es ante todo el resultado de una rela- ción personal de sumisión a un poder espiritual rebelde a Dios, y no un simple gesto de acatamiento por puro interés material o por obligación. Se recibe la marca como resulta- do de la adoración a la bestia y no viceversa. La marca de la bestia es, pues, más que recibir una marca, es un acto volun- tario de adorar a la bestia. Por tanto, nadie debe tener dudas de si ha recibido la marca de la bestia a menos que esté adorando a la bestia.6
Basado en esto último, es mejor entender el significado de la mano y de la frente de una manera distinta a lo tradicional- mente dicho. La «frente» podría referirse a un compromiso ideológico; mientras que la «mano» al funcionamiento prác- tico de ese compromiso.7
El anterior análisis nos revela que la marca de la bestia es todavía un asunto futuro, pues no podemos afirmar que la imagen de la bestia ya haya sido erigida. Toda insinua- ción a algún cumplimiento de esta marca en el presente es resultado de una comprensión incorrecta del marco temporal de la profecía. Es ignorar el reloj profético. Elena G. White afirma, «solo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a es- coger entre los mandamientos de Dios y los mandamien- tos de los hombres, será cuando los que perseveren en la transgresión recibirán la marca de la bestia» (El conflicto de
los siglos, p. 503). Por tanto, podemos afirmar que «nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia» (Evangelismo, p. 174).
En otro tenor, pretender que la marca de la bestia es lite- ral conllevaría a suponer que el sello de Dios también es li- teral. Ya vimos que la marca de la bestia es una parodia del sello de Dios. Si el sello de Dios es simbólico, entonces tam- bién ha de serlo la marca de la bestia. No podemos otorgar un cumplimiento simbólico para uno mientras le damos un cumplimiento literal al otro.8 Hacerlo así, es ser inconse- cuente con el método de interpretación, y únicamente pone de manifiesto el interés personal de justificar una agenda preconcebida en la interpretación de la marca de la bestia.
Finalmente, fíjese que el mensaje de los tres ángeles con- trarresta la influencia de la bestia y su marca. Ellos deben predicar en los mismos lugares donde la bestia ejerce su autoridad. «Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo» (14: 6). Este mensaje incluye un llamamiento a ser fiel a Dios, sin impor- tar cuán adversas sean las circunstancias (14: 9-11), porque la recompensa es grande (15: 2; 20: 4). Por tanto, en lugar de preocuparnos por la marca de la bestia hemos de fijar todo nuestro interés en recibir el sello de Dios y trabajar para que otros también lo reciban. La marca de la bestia es una continua advertencia para que perseveremos en la fe mientras cumplimos con nuestra misión de evangelizar a todo el mundo, porque el enemigo no se cansará de buscar adeptos en todos los rincones del planeta (ver Apoc. 16: 13-14). Si recibimos el sello de Dios estaremos «en pie sobre el mar de vidrio» (15: 2) que está en el cielo (4: 6) y reinaremos con Cristo (20: 4). ¡Amén!
- Para una historia de la popular imaginación de esta profecía, particularmente entre los americanos véase Robert Fuller, Naming the Antichrist: The History of an American Obsession [Identificando al Anticristo: La historia de una obseción americana] (New York: Oxford University Press, 1995).
- Mervyn Maxwell, «La marca de la bestia» en Simposio sobre Apocalipsis II (Do- ral: Fl: APIA, 2011), p. 69.
- William Johnsson, «Victoria escatológica de los santos sobre las fuerzas del mal» en Simposio sobre Apocalipsis II (Doral: Fl: APIA, 2011), pp. 37, 38.
- Hans LaRondelle, Las profecías del fin (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1999), p.
- Jacob Neusner, The Babylonian Talmud [El Talmud babilónico] (Peabody, MA: Hendrickson, 2011), 7b, p. 128.
- Uriah Smith, The Prophecies of Daniel and the Revelation (Nashville, TN: Southern, 1944), 615.
- K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text [El libro de Apocalipsis: Comentario al texto griego] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999), p. 717.
- B. Caird, The Revelation of St. John the Divine [El Apocalipsis de San Juan el divino] (New York: Harper and Row, 1966), p. 173; Beale, p. 716.