¿CÓMO DAR ESTUDIOS BÍBLICOS A QUIEN NO DESEA ESTUDIAR LA BIBLIA?
Pr. Adolfo Suárez
En el territorio de la DSA, hemos hablado y enfatizado dar estudios bíblicos. Y dar estudios bíblicos es maravilloso; lo he comprobado personalmente a lo largo de mi vida de adventista. Y lo sigo experimentando.
Pero, el hermano y hermana sin experiencia, que nunca dieron estudios bíblicos, pueden preguntar: “¿Cómo dar un estudio bíblico?” Y, “¿cómo dar estudios bíblicos a quien no desea estudiar la Biblia?”.
EL AMOR DE JESÚS POR LAS PERSONAS “SIN INTERÉS”
Todos tenemos una agenda ajustada, con muchos compromisos. Jesús también tenía una agenda ajustada. Pero Jesús nunca demostró prisa enfermiza. Y aunque tenía un horario, no se dejaba presionar por el tiempo. Y aunque tuviera una agenda muy ocupada, estaba por encima de la agenda. Cuando se trataba de impactar en la vida de alguien, no había ningún factor que lo precipitara más de lo necesario. Cuando había una vida en juego, sus decisiones se tomaban con mucha calma. Para él la gente era más importante que la agenda.
En Juan 4, Jesucristo dedica un tiempo precioso a una sola persona, una mujer aparentemente sin interés, pero con profundas necesidades. Después del estudio bíblico dado por el Maestro, la mujer y su pueblo nunca más fueron los mismos. Sí, cuando Jesús encuentra con la gente, y ellos se encuentran con él, la vida toma otra dirección: la dirección de la Vida.
LOS PASOS SEGUIDOS POR JESUCRISTO
Jesucristo siguió siete pasos prácticos y eficaces en su manera de dar estudios bíblicos. Explorémoslos.
1. Busquemos un punto común de contacto
Jesucristo le dijo a la mujer: “Dame de beber” (v.7). Jesús quería agua, y la mujer fue a buscar agua. Hablar sobre cosas que nos interesan hace la conversación más significativa y agradable para ambas partes. Por eso, antes de abrir la Biblia ante un posible interesado, crea un clima positivo promoviendo una conversación interesante:
– Para algunas personas hablar sobre la educación de hijos puede ser motivador, necesario y útil.
– Para otras personas el tema financiero puede ser la “carnada” para una conversación amigable y relajada.
– Para otras, tal vez sea mejor conversar sobre salud, alimentación, cuidado con el cuerpo.
– Otras personas pueden preferir hablar sobre estudios, lecturas, artículos.
Estemos atentos para descubrir el tema que le guste hablar al posible estudiante de la Biblia; de esta forma podremos empezar un diálogo amigo que se transformará en un estudio bíblico apasionante.
2. Despertemos la confianza de la persona
Al decir “dame de beber” (v. 7), Jesús “se fragilizó”, mostrando que también necesitaba algo. Mostrar a la persona que somos “normales”, necesitados, nos hace simpáticos delante de ella, y eso produce confianza. Por otro lado, mostrar que estamos completos y no necesitamos nada puede producir desconfianza, y eso puede distanciarnos de ella.
En su trato con la mujer samaritana, observa que Jesucristo le pide un favor. Y al pedir el favor, se pone en la posición de necesitado. Y al asumir esta postura, sorprende a la mujer. Elena G. White dice que “ningún oriental negaría un favor tal”.[1] Ella sigue escribiendo: “El ofrecer de beber al viajero sediento era considerado un deber tan sagrado que los árabes del desierto se tomaban molestias especiales para cumplirlo. El odio que reinaba entre los judíos y los samaritanos impidió a la mujer ofrecer un favor a Jesús; pero el Salvador estaba tratando de hallar la llave de su corazón, y con el tacto nacido del amor divino, él no ofreció un favor, sino que lo pidió. El ofrecimiento de un favor podría haber sido rechazado; pero la confianza despierta confianza. [Por eso] El Rey del cielo se presentó a esta paria de la sociedad, pidiendo un servicio de sus manos”.[2]
¡Qué tremenda psicología la de Jesucristo!
A fin de ganar la confianza, él pide un favor. A fin de abrir el corazón de la desconocida, él toma la iniciativa.
Estemos atentos para despertar y fortalecer la confianza en el posible estudiante de la Biblia; de esta forma podremos establecer un diálogo amigo que llegará a ser un apasionante estudio bíblico.
3. Huyamos inicialmente de temas controvertidos, y enfoquémonos en una conversación más personal
La mujer quiso entrar en un debate racial, nacionalista, religioso (v. 9), pero Jesús condujo la conversación a un nivel espiritual, mostrando que Dios estaba por encima de estas divergencias (v. 10).
Al comenzar a estudiar la Biblia con una persona, la mejor estrategia es ignorar los temas que nos diferencian y enfatizar los temas que nos acercan; no necesitamos debatir, discutir, ganar en la argumentación. Posteriormente, cuando la persona tenga base y madurez, deben ser abordados los temas más desafiantes. A esta altura, el conocimiento ya adquirido servirá de base para aceptar los temas y conceptos que incomodan.
4. Ofrezcamos lo mejor que tenemos para ofrecer: Jesucristo
“Respondió Jesús y le dijo: —Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le pedirías, y él te daría agua viva” (v. 10).
Las personas son carentes, y lo son de Jesucristo. Por lo tanto, ¡ofrezcamos a Jesucristo! Ilustraciones, anécdotas, frases de impacto, tan solo son instrumentos para llegar al objetivo principal: ¡ofrecer el Agua que sacia nuestra sed!
Y ¿por qué presentar a Cristo es tan importante? ¿Cómo debería suceder esto?
[Los estudiantes de la Biblia] necesitan comprender el plan de salvación, y se les debe insistir en que acepten a Cristo como su Salvador personal. Para que esto ocurra, es necesario que sean confrontados con la cruz de Cristo y que comprendan el gran sacrificio hecho por su salvación. Menciones esporádicas y alusiones indirectas no son suficientes. Debemos hacer invitaciones personales y directas a que acepten a Cristo, pues este era el método del propio Cristo y de la iglesia primitiva.[3]
5. Si la persona cambia de tema, desconfía (v. 11, 12) de nuestra oferta, insistamos de otra manera (v. 13, 14)
La mujer samaritana argumentó (1) que el pozo era hondo, (2) Jesucristo no tenía balde para sacar el agua, y (3) Jacob era más importante que Jesús.
¿Y qué hizo Jesús? Insistió: (1) Él tenía un agua especial para ofrecer, (2) quien bebiera de esa agua nunca más tendría sed, (3) beber de esa agua producirá vida eterna.
Argumentar y contra argumentar forma parte de la estrategia de un estudio bíblico. Es necesario que expliquemos de un modo, tratemos de otra manera, busquemos nuevos caminos, hasta que la persona diga finalmente: “Por favor, ¡dame de esa agua!”.
6. Cuando la persona demuestra interés sincero, es hora de confrontarla con las cosas serias de la vida.
Jesucristo tocó la herida: “Ve a llamar a tu esposo y regresa aquí con él” (v. 16, TLA).
Jesucristo manipuló los recuerdos. Jesucristo habló de un tema desagradable. Jesucristo habló de cosas muy personales e íntimas. Jesucristo habló de comportamiento. Mejor dicho, de mal comportamiento. Jesucristo habló de carácter. No pudo haber sido fácil.
Esto me enseña que el estudio bíblico debe dejar a un lado las charlas triviales y profundizarse en los temas personales por una razón muy simple: el desarrollo del carácter es necesario. Y si es así, entonces tenemos que curar los recuerdos, enfrentarnos a las historias que nos incomodan, resolver los temas que nos asustan. No fortalecemos el carácter hablando sólo de lo que nos gusta; no crecemos cuando sólo tratamos temas que nos alegran. El crecimiento es más completo cuando lidiamos con el dolor, la tristeza, y cuando reconocemos nuestras debilidades.
En el proceso de descubrimiento de la Verdad, llegará el momento en que el estudiante de la Biblia deberá estar cara a cara con su propia vida: sus errores y sus arrebatos (v. 15-18). Confrontar a las personas es fundamental para el proceso de cambio que debe tener lugar. Nadie cambia realmente si no encara el pasado y presente para arrepentirse y seguir otro camino, para un futuro prometedor.
Por lo tanto, cuando haya suficiente confianza, desafía al estudiante de la Biblia a enfrentar la historia de su vida, llevándolo a reconocer que necesita cambiar su curso, para andar según la voluntad de Dios de ahora en adelante.
7. Presentemos a Cristo como la única solución para los dilemas de nuestra vida (v. 26)
Los debates teológicos y las curiosidades bíblicas pueden ser interesantes, pero lo que realmente cambia es el encuentro personal con el Mesías. Así que, llevemos a la gente a Jesús, y llevemos Jesús a la gente.
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El estudio bíblico de Jesús a la mujer samaritana fue terriblemente simple. Pero funcionó: ella fue transformada, y llegó a ser instrumento de transformación de mucha gente (v. 28-30).
Comentando esta historia, Elena G. White escribió que “Los fariseos despreciaban la sencillez de Jesús”.[4] Querían cosas espectaculares, señales, milagros para probar su divinidad. A su vez, los samaritanos no pidieron nada extraordinario, y Dios los alcanzó.
Nuestro tiempo está hipnotizado por el paradigma del espectáculo. Presionados por lo nuevo y la novedad, a menudo tratamos de hacer cosas diferentes, creativas, innovadoras: nuevos enfoques, nuevos intentos, nuevos métodos, nuevos lenguajes. Queremos ser innovadores, salir de la rutina, presentar nuevas estrategias, sugerir nuevos escenarios, crear empresas actuales…
Está bien querer ser innovador y que le gusten las cosas espectaculares. Pero Jesucristo dándole el estudio bíblico a la mujer samaritana de modo tan sencillo me muestra que Dios busca personas, no métodos; Dios busca personas, no procesos absurdos. Podemos dar estudios bíblicos ojo a ojo, sin necesidad de recursos absurdos o estructuras complejas.
Sí, dar estudios bíblicos puede ser algo sencillo y común, ¡con resultados espectaculares! Así que, ¡sigamos el ejemplo de Jesucristo!
[1] El Deseado de todas las gentes, p. 155.
[2] El Deseado de todas las gentes, p. 155.
[3] Alberto R. Timm. Cristo en los estudios bíblicos. Revista del Anciano, abril-junio de 2019, p. 32.
[4] El Deseado de todas las gentes, p. 163.