La autoridad de la Escritura
Ekkehardt Mueller
La Biblia, la revelación, la inspiración, la confiabilidad y autoridad de la Biblia son fuertemente debatidas hoy, con repercusiones para los adventistas. En algunos casos, incluso la posibilidad de revelación e inspiración divina es totalmente rechazada. En otros, la revelación e inspiración son reinterpretadas.[i]
Estos temas son candentes porque son los temas más fundamentales en la teología, y tienen un fuerte impacto en las creencias y la vida diaria de los cristianos. Aunque Jesús y la salvación a través de él forman el centro de nuestra teología y experiencia, es en última instancia solo a través de las Escrituras que recibimos la información necesaria acerca de él y de la redención. Allí conocemos a Jesús en su ministerio multifacético a nuestro favor. La forma como comprendemos la Escritura definirá nuestra percepción de él y nuestra comprensión de discipulado.
Este artículo se enfoca en los métodos de estudiar la revelación, inspiración y autoridad de la Escritura. No discutirá estas doctrinas per se, pero proporcionará definiciones breves.
- Definiciones
Según el testimonio bíblico, la revelación especial[ii] es un acto de Dios en el cual revela a personas específicas (1) a él mismo, (2) revela verdades de varias naturalezas, y/o (3) revela su voluntad. Como resultado de la iniciativa y acción de Dios, estos humanos, llamados profetas, tienen acceso a una experiencia que de otra manera no estaría abierta a los humanos, reciben conocimiento que de otra manera no estaría disponible.
Según la Escritura, la inspiración es un acto de Dios en el cual él le permite al profeta comprender y comunicar el mensaje recibido. A través de este proceso, el mensaje proclamado se vuelve la Palabra de Dios y no simplemente palabra humana. Para comunicar la revelación de forma confiable, se necesita la inspiración. Sin embargo, la revelación y la inspiración no pueden ser separadas tajantemente.
Hablando de la autoridad de la Escritura, creemos que la Escritura es “la infalible revelación de su voluntad”[iii]. Es el estándar de la vida cristiana. Todo debe ser probado por ella. Cada doctrina debe tener su base en ella. La Escritura, entonces, tiene prioridad sobre todo emoción, estudio y pensamiento humano.
- Metodología
Ningún estudioso o científico trabaja sin ciertas presuposiciones. En este tema, algunos abiertamente negarán cosas como la revelación e inspiración divina. Otros afirmarán lo contrario. Algunos sostendrán que tal vez pueda haber inspiración divina. Basados en estas presuposiciones, algunos estudiosos consideran que la Biblia es meramente un libro humano, o un libro divino, una mezcla de ambos, o un libro con ambas características al mismo tiempo. Tales ideas preconcebidas influencian el estudio.
Se presentan varios enfoques. No son excluyentes, pueden combinarse unos con otros. Una opción es proceder de forma inductiva. Otra es trabajar de forma deductiva. En primera instancia, el investigador puede elegir estudiar la inspiración por medio de fuentes extrabíblicas y sacar conclusiones que luego se aplicarán a la Biblia. Otra posibilidad es crear analogías para demostrar cómo funciona la inspiración y hacer deducciones. Nuevamente, el enfoque seleccionado, dará forma al resultado.
- Inductivo vs. Deductivo
La elección principal es si proceder de forma inductiva o deductiva. Normalmente, un enfoque inductivo comienza con el estudio del fenómeno bíblico. Uno lee, por ejemplo, a través de los evangelios, los compara entre sí, y detecta diferencias y las supuestas discrepancias. Uno estudia Crónicas y Reyes y nota divergencias y falta de datos. Una comparación de la experiencia de Pablo como se registra en Hechos y en Gálatas parece revelar diferencias. Supuestamente, incluso su relato de conversión en Hechos no tiene correspondencia. Un enfoque inductivo con frecuencia no permite la armonización incluso cuando esta parece ser posible y aconsejable. Se preocupa por encontrar diferencias más que en la concordancia y la unidad. Y siempre trabaja solo con partes del rompecabezas. Sin embargo, con base en este tipo de datos recolectados e interpretados, se formula una doctrina de inspiración. El problema con este enfoque es que ignora en gran medida el autotestimonio de la Escritura. El punto de partida no es lo que la Escritura dice que es, sino el fenómeno de los textos bíblicos como los ve e interpreta un ser humano racional del siglo XX o XXI.
Un enfoque deductivo comienza con el autotestimonio de la Escritura, es decir, los textos que directa o indirectamente se refieren a la revelación, inspiración y autoridad de la Escritura. La doctrina de la inspiración, por ejemplo, está formulada con base en las afirmaciones de la Escritura y sus numerosas referencias a este tema.
Probablemente, el problema de inductivo vs. deductivo no es simplemente una cuestión de uno u otro. Ambos enfoques son necesarios. Al formular una doctrina de inspiración, uno no puede ignorar el fenómeno textual y no debería descartar el autotestimonio de la Escritura. Se debe permitir que la Biblia hable por sí misma. Así, la pregunta es ¿cómo empezamos? O ¿qué enfoque va primero? En un juicio, solo es justo escuchar primero al testigo y tomarlo en serio antes de cuestionar sus afirmaciones. Hasta cierto punto, Heinrich Schliemann tomó los escritos de Homero al pie de la letra y excavó Troya, una ciudad que previamente se creía ficticia.[iv] Debido a que la Biblia afirma la revelación y la inspiración, es justo empezar desde allí y preguntarse cómo se pueden reconciliar los fenómenos con esta afirmación.[v]
- Uso de fuentes extrabíblicas
Entre otros, la escuela de la historia de la religión ha utilizado fuentes extrabíblicas para interpretar la Escritura, como mitos babilónicos, cultos helenísticos de misterio, e ideas del culto romano al emperador.[vi] Se ha leído nuevamente la Biblia desde estas perspectivas. Nosotros dudaríamos mucho en usar tal procedimiento, ya que los adventistas aceptan el principio de que la Escritura es su propio intérprete.
Sin embargo, debemos ir más allá. Estudiar la inspiración en un profeta inspirado no canónico, a saber, Elena G. White, y leer los datos recopilados en la Biblia, sobre la base del principio de sola Scriptura, tampoco es aceptable. La Biblia tiene peso en sí misma. Los profetas genuinos y no canónicos pueden proporcionar información útil, pero ver la Biblia a través del proceso involucrado en la inspiración de un profeta no canónico es tener un razonamiento circular.[vii] Además, debemos preguntarnos si al permitir ese enfoque, algún tipo de principio de uniformidad está en funcionamiento. Aunque la Biblia no proporciona evidencias de niveles de inspiración, es decir, que un profeta sea más inspirado que otro, permanece la pregunta si la inspiración realmente obra de la misma forma en todos los profetas o no. El resultado es igual en el sentido de que lo revelado, el mensaje de Dios, sea pasado fielmente, pero que los procesos no sean necesariamente idénticos. La experiencia de Jeremías al dictarle el mensaje de Dios a Baruc mientras estaba bajo la inspiración divina (Jer. 36) es muy diferente a la experiencia de Lucas al buscar información y bajo inspiración juntarla en su evangelio.
- Uso de analogías
Las analogías pueden ser extremamente útiles. Son como imágenes que dejan en claro el punto a la audiencia. Pero las analogías, como las parábolas, tienen limitaciones. No deberían prolongarse demasiado. Crear una analogía y hacer deducciones desde esa analogía podría ya no corresponderse con la realidad.[viii] Por lo tanto, debemos ser cuidadosos.
Una de las analogías más comunes es el llamado modelo encarnacional. En este caso, la Escritura se compara con Jesucristo. Hay teólogos que niegan el carácter divino de la Escritura. Hay otros que omiten o subestiman el factor humano. El modelo encarnacional enfatiza tanto lo humano como lo divino. Sin embargo, incluso luego de haber aceptado la última opción, algunas preguntas permanecen. ¿Son complementarios y, aun así, separables los lados humanos y divinos? ¿O hay una unidad inseparable entre lo humano y lo divino?
En el caso de Jesús, los cristianos afirman que él era verdaderamente Dios y se volvió verdaderamente hombre. Lo humano y lo divino no pueden separarse en Jesús. Esto parece también ser cierto al hablar de la Escritura. 2 Pedro 1:21 señala una cooperación entre el Espíritu Santo y los agentes humanos, reconociendo lo divino y lo humano. Sin embargo, la Escritura no fue creada por humanos. A través de Dios, los profetas hablaron acerca de Dios. Dios es el origen y el autor final de la Escritura. Gerhard Maier resume esto en tres puntos:
“1) ‘los hombres hablaron’; es decir, representantes de personas ‘normales’ en un lugar y tiempo específico, no ‘instrumentos’, ‘elementos de escritura’, o similares; y usaron un lenguaje humano ‘normal’… #2) ninguno de ellos, curiosamente, habló desde el punto de vista humano, sino ‘de Dios’; que es enviado de él, empoderado, proveniente de su visión panorámica y transmitiendo un mensaje de él que no es otra cosa que un mensaje ‘divino’. #3) El que provocó este peculiar estado de cosas es el ‘Espíritu Santo’.”.[ix]
Los mensajes y los escritos proféticos son las palabras del Señor y son aceptadas por Dios como tales.[x] Los libros de la Biblia son la Palabra del Señor.[xi] Así, lo humano y lo divino en la Escritura no son complementarios. Están integrados. Como consecuencia, usar diferentes herramientas para estudiar el lado humano y el lado divino de la Biblia no puede hacerle justicia a su naturaleza unificada, el verdadero carácter encarnacional de la Escritura. Y de paso, muchas de las herramientas de los estudiosos no son simplemente neutrales. Están tan ligadas a presuposiciones que, al eliminar estas presuposiciones, las herramientas mismas se han evaporado.[xii]
En todas estas preguntas, los cristianos son llevados nuevamente a Jesucristo, su Señor y Salvador y su ejemplo. ¿Cómo trató Jesús con las Escrituras, en su tiempo, con cuestiones como la revelación, la inspiración y la autoridad? Jesús hizo afirmaciones sobre la Escritura, y usó a la Escritura de manera profusa. Con seguridad, no era ingenuo ni ignorante con respecto a los temas que tratamos. Esta es la posición de Jesús con respecto a la Escritura:
Jesús confiaba en la Escritura. Para él, el AT, su Biblia, es la palabra de Dios. Dios ha hablado a través de agentes humanos.
Jesús consideraba a los profetas como comunicadores confiables de las palabras de Dios, y la inspiración aceptada por parte de los escritores del Antiguo Testamento, contiene profecías predictivas genuinas. Él sabía que muchas de estas profecías se habían cumplido en él mismo.
Jesús aceptaba la confiabilidad histórica de la Escritura, incluso todos los eventos importantes en la historia de Israel, así como también la creación y el Diluvio.
Jesús consideraba como autor de un libro a la persona que era identificada como tal en el respectivo libro bíblico.
Las intervenciones divinas en la historia, como los milagros, no presentaban un problema para Jesús.
Jesús interpretaba a la Escritura literal y tipológicamente. Los métodos críticos para exponer la Biblia eran extraños para él. Aunque debía conocer las supuestas discrepancias en la Escritura, nunca se enfocaba en eso, y ni siquiera las mencionaba.
Jesús consideraba que la Escritura no solo era para los lectores y oidores originales, sino también para los de su generación. La Escritura trasciende la cultura.
La comprensión de Jesús de la voluntad de Dios y sus acciones en la historia tienen su fundamento en la Escritura. Las doctrinas bíblicas pueden derivar del AT. Al mismo tiempo, el AT era el estándar para su vida, así como también era la justificación para su comportamiento.
La Escritura tiene valor práctico. Fomenta la fe. Puede ser utilizada como la autoridad y como un arma contra la tentación.
Jesús esperaba que sus contemporáneos conocieran la Escritura.[xiii]
- Sugerencias
¿Cómo podemos manejar estos temas de revelación, inspiración y autoridad de la Escritura? Aquí hay algunas sugerencias:
Comencemos con una actitud de confianza en lugar de una posición de duda. Esto no excluye ser abierto.
Tomemos en serio el autotestimonio de la Escritura.
No neguemos o subestimemos los problemas en el texto bíblico. Tengamos cuidado, sin embargo, de no sobreestimarlos. Tengamos cuidado con las posiciones extremas sobre la inspiración personalizada, así como la inspiración mecánica.
Busquemos soluciones con respecto al fenómeno bíblico sin tratar de hacerlo encajar artificialmente y seamos capaces de evitar emitir un juicio. Si no podemos encontrar una solución, eso no quiere decir que no exista una.[xiv]
Usemos un método de interpretación apropiado y herramientas exegéticas adecuadas que se ajusten al carácter de la Palabra de Dios.
Vivamos la Palabra de Dios.
Proclamémosla, empoderados por el Espíritu Santo.
[i] Cf. Wolfhart Pannenberg, «The Revelation of God in Jesus of Nazareth», J. M. Robinson und J. B. Cobb, Jr., Hrsg., in Theology as History, New Frontiers in Theology, Bd. 3 (New York: Harper and Row, 1967), 101-133; Gabriel Moran, The Present Revelation: The Search for Religious Foundations (New York: Herder and Herder, 1972), 38-40, 130, 227, 299, 341; Gerhard Maier, Biblical Hermeneutics (Wheaton, IL: Crossway Books, 1994), 97.
[ii] Los teólogos distinguen entre revelación general, la que, por ejemplo, se encuentra en la naturaleza, y la revelación especial.
[iii] Ver Fundamental Beliefs of Seventh-day Adventists, no. 1, in Seventh-day Adventist Church Manual,@ (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1995), 7.
[iv]Cf. Encyclopaedia Britannica: Micropaedia (Chicago: Encyclopaedia Britannica, 1981), VIII: 965.
[v] Cf. Peter M. van Bemmelen, Issues in Biblical Inspiration : Sanday and Warfield (Berrien Springs, MI : Andrews University Press, 1987), 377-378.
[vi] Estos fueron propuestos por Gunkel, Reitzenstein y Bousset
[vii] Por medio de criterios bíblicos, un profeta se declara genuino e inspirado. Entonces, este mismo profeta se usa para formular una doctrina de inspiración de la Biblia.
[viii] Puede ser útil comparar la naturaleza de la Escritura con la naturaleza de la luz. Sin embargo, concluir que para estos diferentes aspectos de la luz se deben usar diferentes herramientas, y aplicar esto a la Escritura, parece que es ir muy lejos. La Escritura puede ser similar a la luz, pero no es la luz en sentido literal. Cf. Richard W. Coffen, «A Fresh Look at the Dynamics of Inspiration: Part 2,» Ministry February 2000, 20-23.
[ix] Maier, 102.
[x] Ver Jer.36:1-6 y Jer 25:2-8.
[xi] Ver. Miq. 1:1; Ose. 1:1; Sof. 1:1.
[xii] Ver, por ejemplo, forma crítica que investiga la etapa oral del material, las unidades más pequeñas que fueron creadas, por ejemplo, en una fogata o en una procesión fúnebre. No tuvo lugar ninguna revelación. Textos desarrollados a lo largo de líneas evolutivas.
[xiii] Se pueden encontrar las referencias en Ekkehardt Mueller, «Jesus and Scripture in the Gospels,» manuscrito no publicado, marzo de 1999.
[xiv] Ver Edwin R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1951).
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