NINGUNO TENGA EN POCO TU JUVENTUD
Texto Base: 1 Timoteo 4:12
INTRODUCCIÓN
Leer 1 Timoteo 4:12 – “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”.
Timoteo era un joven pastor cuando recibió la primera carta de Pablo. El apóstol lo había encontrado en Listra cuando visitó la ciudad por segunda vez, y en seguida se dio cuenta que era un joven promisorio. Entonces decidió tomarlo y capacitarlo para el servicio de Cristo. Pero Timoteo estaba enfrentando problemas de aceptación y autoridad en su liderazgo, porque todavía era joven y ocupaba una posición de responsabilidad en la iglesia.
La edad real de Timoteo en esa época no la conocemos hoy. Algunos estudiosos creen que tenía unos 25 años, mientras otros dicen que podía estar entre los 30 y 40 años. La realidad era que “en la sinagoga y en el sistema judío en general, un hombre de menos de treinta años no era considerado elegible para alguna posición de autoridad. Hasta un hombre de treinta años era considerado como demasiado joven por los miembros más ancianos de la comunidad religiosa”.
Es interesante notar, además, que el término juventud empleado por Pablo es “neotes”, que en griego se refiere a la juventud sin definición de edad. El apóstol le aconsejó al líder Timoteo que no permitiera el desprecio, las burlas o el ser subestimado por parte de los de mayor edad y experiencia con relación a su capacidad para el liderazgo espiritual. Pero, la autoridad y el respeto deben ser conquistados y no impuestos por líderes autocráticos y arrogantes. La orientación de Pablo es ideal para todas las épocas.
EJEMPLO A LOS CREYENTES
La exhortación a Timoteo era que fuera ejemplo a los creyentes. La palabra que usó Pablo es “Tupos”, que en griego significa impresión visible, copia, imagen, ejemplo, modelo.
La sociedad y la iglesia necesitan paradigmas. El consejo bíblico orienta a los jóvenes a que sean ejemplos vivos para los creyentes. Ese consejo está dirigido a los de dentro de la comunidad religiosa. Es una exhortación para que seamos la copia y la impresión de Cristo dentro de la comunidad de los fieles. Ser ejemplo de Cristo solo será posible si él está en nosotros.
Como dijo Pablo en Gálatas 2:20 “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, o sea, mis palabras deben ser las palabras de Cristo, en amor. Mi fe y mi pureza deben ser manifestaciones del amor, la fe y la pureza de Cristo.
Albert Osborn expresó esta verdad cuando escribió el siguiente poema: “Que la belleza de Cristo se vea en mí… toda su pasión y pureza, en fin; oh tú, Espíritu divino refina mi naturaleza, hasta que la belleza de Cristo se vea en mí”.
El CARÁCTER DEL JOVEN CRISTIANO
En palabra: O sea, en la manera de hablar, en la conversación diaria, y no solo en la predicación. ¿Cómo están siendo nuestras conversaciones? ¿Las charlas entre los jóvenes son sin frivolidades? ¿De qué nos gusta hablar? De quién. ¿Hablamos más de Jesús o de nosotros mismos?
Hay conversaciones que Dios condena: mentiras, palabras torpes, obscenas e impuras, blasfemias (Efesios 4:25, 29, 31). Debemos recordar que nuestras palabras tienen fuerza para el bien o para el mal. Con ellas podemos edificar o destruir, salvar o llevar a la perdición, incluso a nosotros mismos. Jesús dijo: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mat. 12:37).
Ser ejemplo a los creyentes involucra la consagración de nuestro corazón a Dios, “porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Luc. 6:45). Si exaltamos a Jesús en nuestro corazón, también lo exaltaremos con nuestra manera de hablar.
En conducta: Esto tiene que ver con nuestra vida dentro y fuera de la iglesia. La palabra griega para conducta es “anastrophe” y significa modo de vida, comportamiento en general. Nuestra vida será un reflejo de nuestra comunión personal con Jesús. Si tenemos una relación viva con “la Vid verdadera”, produciremos en nuestra vida todas las virtudes: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gál. 5:22, 23).
En amor: Significa tener un espíritu altruista, cuidar de nuestros semejantes como cuidamos de nosotros mismos. El amor debe ser el resorte que dé impulso a todas las acciones. Ser un modelo en el amor es dedicar tiempo y gastar energías en favor de otros, sin ningún interés egoísta. Significa testificar de Cristo. Es más fácil de entender si colocamos nuestro nombre donde aparece la palabra amor en 1 Corintios 13:4-7: “[su nombre] es sufrido, es benigno; [su nombre] no tiene envidia, [su nombre] no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Eso significa ser un modelo a los fieles en amor, materializándolo en nuestra propia vida.
En fe: Todo joven cristiano debe ser un ejemplo de fe, en medio de un mundo incrédulo. Tenemos ante nosotros dos tipos de fe: objetiva y subjetiva. La fe objetiva está basada en el sistema doctrinario de la Iglesia. Como cristianos es la fe la que nos lleva a predicar el evangelio a un mundo pagano e idólatra. Podemos afirmar que vivir por la fe, es una extensión de la confianza personal en Jesús como nuestro Salvador y Señor.
En pureza. La palabra griega traducida por pureza es “agneia”, y puede significar también castidad, tanto de la mente como también, con más frecuencia, del cuerpo. Es un llamado y una orientación para que la juventud no dé lugar a los vicios y pecados sexuales condenados por la Palabra de Dios. Es deber de todo joven adventista guardar las entradas del alma: lo que se ve, lo que se escucha, lo que se dice, dónde se va, todo debe ser medido por el modelo absoluto de pureza, que es Cristo.
Elena de White dice: “Los que no quieren ser víctimas de las trampas de Satanás deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar el leer, mirar u oír lo que puede sugerir pensamientos impuros. No debe permitirse que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de nuestras almas. El corazón debe ser fielmente vigilado, o males de afuera despertarán males de adentro, y el alma vagará en tinieblas” (Los hechos de los apóstoles, p. 413).
A la sociedad moderna no le gusta escuchar la palabra “pecado”. Los valores están cambiando, el liberalismo está predicando la homosexualidad, la prostitución y la fornicación como prácticas aceptables, como opciones de vida, no como prácticas pecaminosas. Sin embargo, la orientación bíblica es:
Romanos 12:1, 2: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amale, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Jesús dice que primero debemos limpiar el interior para que también el exterior quede limpio: Mateo 23:26. Significa que primero debemos consagrar nuestra mente a Dios por la oración, por la lectura, el estudio de su Palabra y por el testimonio, después consagrar a Dios nuestro cuerpo, observando los principios de higiene, alimentación y ejercicio físico, de acuerdo con las orientaciones del Espíritu de Profecía.
En 2 Timoteo 2:22, Pablo aconseja: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. Mientras por un lado debemos huir de la inmoralidad, por el otro, encontramos el poder para seguir la justicia, lo que significa consagración y santificación al “Señor, justicia nuestra”.
CONCLUSIÓN
La Biblia está repleta de ejemplos de personas que fueron llamadas por Dios cuando todavía eran jóvenes: David, Jonás, Daniel, Timoteo y tantos otros.
En la historia de la Iglesia Adventista encontramos una líder joven que servía de ejemplo a los creyentes. Los pioneros de este movimiento eran todos jóvenes cuando iniciaron su trabajo. Elena de White tenía 17 años cuando recibió su primera visión y el llamado para ser la mensajera del Señor. J. N. Andrews tenía 15 años cuando aceptó el mensaje, y a los 21 ya era un evangelista.
El mundo, y más específicamente la iglesia, serían indescriptiblemente más pobres si no fuera por la inteligencia y la productividad de los jóvenes.
Hoy, más que nunca, necesitamos jóvenes paradigmas para ayudar, dar esperanza a un mundo turbado y sin esperanza. Dios necesita hoy, más que nunca, jóvenes que sean “ejemplo en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza; para los creyentes”.
Dediquemos hoy nuestros talentos al servicio del Maestro.
Llamado
Me gustaría invitar a ponerse en pie a cada joven que quiere ser un paradigma, un ejemplo, un modelo a los que los rodean; que con la gracia de Dios quieren vencer la tentación y el pecado y ser un ejemplo de la victoria que él puede dar.
Pr. Moisés Carvalho Junior
Ministerio Joven
Asociaión Espíritu Santense – Brasil