¿QUÉ HACES AQUÍ? EL SILENCIO DE DIOS

¿QUÉ HACES AQUÍ? EL SILENCIO DE DIOS

 ¿Qué haces aquí? El silencio de Dios

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Felipe Alves Masotti

 

  1. Introducción:

Vivimos en una sociedad que enfatiza mucho la juventud y llama la atención a la importancia de la fuerza, la belleza y la sagacidad propias de esta fase de la vida. Como resultado, la complejidad natural de nuestros tiempos parece no tener mucho sentido.

Sin embargo, la vida vivida más allá de la juventud está llena de complejidades propias de diversos eventos inesperados. Situaciones naturalmente provocadas por el envejecimiento, por las fases nuevas de la existencia de nuestros amados, por cambios bruscos de foco, en fin, por tantos otros cambios posibles, hacen de ella en muchos momentos un lugar de silencio.

No es raro vernos en el silencio del envejecimiento de ideas y perspectivas antiguas, cuando nuestra profesión de fe, nuestros ideales, nuestros principios, y nuestro llamado envejecen con nosotros. Esta situación inevitable ha llevado a innumerables pensadores a preguntarse sobre la presencia divina en nuestro medio. 

Ante tales cuestiones, la inquietud moderna parece incansablemente apartarnos del proceso tan importante de la autoevaluación de nuestras vidas delante de Dios a lo largo del camino. Así, el mensaje de la Palabra de Dios hoy es sobre cómo el texto nos llama a la autoevaluación de caminos y cuál es la importancia de esta actividad para nuestra salud espiritual.

Lectura del texto: Leamos 1 Reyes 19:1–14.

 

  1. Cuerpo del sermón:
  2. ¿Qué haces aquí? Antídoto para el desánimo.

Exploración del texto: Generalmente se predican más sermones referidos al texto de 1 Reyes 18 que del capítulo 19. La razón parece ser nuestra pronta identificación con el Dios fuerte, poderoso y audible que desbarata a los profetas de Baal en el monte Carmelo.

Sin embargo, la narración de 1 Reyes 19:1–14 parece haber sido compuesta con el objetivo específico de ser leída en conjunto con el capítulo anterior que describe el evento del monte Carmelo.

La relación más obvia entre los dos capítulos está en la forma opuesta con la que el profeta está presentado en ambos. En 1 Reyes 18 vemos el probable punto más elevado del ministerio de Elías. Esta es probablemente la mayor aparición de Dios a este profeta hasta entonces.

Por lo tanto, la idea de que el profeta teme la ira de Jezabel en 1 Reyes 18 es como mínimo irónica, porque parece indicar un miedo injustificable. En otras palabras, ¿cómo podría Elías huir de algo después de todo lo que vio?

Dios se presenta a Elías en su huida a través de una presentación magnánima de su poder sobre la naturaleza. En 1 Reyes 19 se nos informa que Elías ve el fuego, siente un terremoto y experimenta un gran viento que destruye parte del monte Horeb. Junto con esas características, el uso del número 40 para representar la ida de Elías hasta la montaña, parece indicar que la experiencia del profeta se describe como un segundo Éxodo. 

Sin embargo, ahora Elías transita el camino contrario al Éxodo. Así, parece querer deshacer su pacto profético con Dios. Este es un contraste poderoso entre la vida de un miembro de la comunidad de Israel y la vida del pueblo como un todo. 

En ese momento se le hace la pregunta “¿qué haces aquí Elías?”. No se trata de una pregunta airada, de una cuestión desconfiada, o de una interrogación irónica. Esta es una expresión cariñosa de Dios que anteriormente se le había aparecido al pueblo y ahora se le aparece al profeta.

 

Aplicación: La pregunta de Dios a Elías es un llamado a la autorreflexión. Dios se le aparece al profeta y le hace una pregunta para que este pueda expresar sus angustias, exteriorizar sus preocupaciones.  

En el momento de su gran desánimo, el Señor está al lado de su profeta. Esta presencia divina cuidadosamente descrita en las acciones de Dios es un énfasis en el cuidado que tiene por nuestros dolores y desánimos, por más irracionales que sean. Elena de White comenta este episodio a través de un énfasis poderoso:

Si, en circunstancias penosas, hombres de poder espiritual, apremiados más de lo que pueden soportar, se desalientan y abaten; si a veces no ven nada deseable en la vida, esto no es cosa extraña o nueva. Recuerden los tales que uno de los profetas más poderosos huyó por su vida ante la ira de una mujer enfurecida. Fugitivo, cansado y agobiado por el viaje, con el ánimo abatido por la cruel desilusión, solicitó que se le dejase morir. Pero fue cuando su esperanza había desaparecido y la obra de su vida se veía amenazada por la derrota, cuando aprendió una de las lecciones más preciosas de su vida. En la hora de su mayor flaqueza conoció la necesidad y la posibilidad de confiar en Dios en las circunstancias más severas” (PR, p. 127). 

“Los que, mientras dedican las energías de su vida a una labor abnegada, se sienten tentados a ceder al abatimiento y la desconfianza, pueden cobrar valor de lo que experimentó Elías. El cuidado vigilante de Dios, su amor y su poder se manifiestan en forma especial para favorecer a sus siervos cuyo celo no es comprendido ni apreciado, cuyos consejos y reprensiones se desprecian y cuyos esfuerzos por las reformas se retribuyen con odio y oposición” (PR, p. 128).

 

Ante el desánimo de esta vida, nuestro texto nos hace reflexionar en lo que estamos haciendo.  ¿Qué hace aquí, mi hermano?  ¿Qué hace aquí, mi hermana? ¿Cómo anda su caminar con el Maestro?

¿Qué hace aquí en sus luchas para criar a sus hijos?

¿Qué hace aquí en su búsqueda profesional?

¿Qué hace aquí en su deseo de construir una vida en una tierra extranjera?

¿Qué hace aquí en sus estudios y en las luchas que naturalmente los acompañan?

¿Qué hace aquí en su ministerio a veces destituido de propósito para su propia vida? 

¿Qué hace aquí en su nido vacío, con los hijos fuera de casa?

¿Qué hace aquí en su jubilación?

¿Qué hace aquí en su caminar con el Señor?

 

  1. ¿Qué hace aquí? El Dios del silencio.

Exploración del texto: Ya vimos que 1 Reyes 19 debe ser entendido en relación directa con el capítulo anterior. El paralelismo es especialmente preeminente cuando se consideran características comunes de ambos capítulos.

Los dos capítulos ocurren en un monte, porque en 1 Reyes 18 Elías está en el monte Carmelo y en 1 Reyes 19 está en el monte Horeb.

Los dos capítulos describen la aparición de Dios. Dios se revela en ambos montes, es un Dios presente en ambas apariciones.

Los dos capítulos contrastan la debilidad humana con el poder divino porque, así como en 1 Reyes 18 los profetas de Baal se demuestran desamparados, en 1 Reyes 19, Elías es el que teme y huye.

Sin embargo, el punto de contacto más impresionante es el hecho de que ambos capítulos describen el silencio divino. Mientras en lo alto del Carmelo Dios se revela poderosamente ante el silencio de Baal, en 1 Reyes 19:12 él se manifiesta a través de “un silbo apacible y delicado”.

En otras palabras, mientras en el monte Carmelo Dios se revela a través del poder del fuego que desciende del Cielo, en el monte Horeb él “no estaba en el fuego”, “no estaba en el terremoto” y “no estaba en el viento”.

El contraste es todavía más fuerte cuando se considera la frase “silbo apacible y delicado”, pues una traducción posible y más acorde al original hebreo sería “la voz suave del silencio”. Así, en 1 Reyes 19, Dios está en el silencio que sucede a su gran demostración de poder. Dios está en la voz suave del silencio y es precisamente este detalle que lo evidencia como Dios. 

Aplicación: Querido hermano, querida hermana, el contraste entre los capítulos parece indicar un mensaje muy claro: Dios también está en el silencio. Así como Dios acompañó a Elías en el punto más elevado de su ministerio en la cumbre del Carmelo, él también se llegó al profeta en el momento de su desesperación. De manera similar. así como el Señor le pareció muy presente en grandes momentos de liberación en su vida, también está presente en el silencio de nuestras dudas y problemas. Aun cuando el vacío del silencio se nota a nuestro alrededor, Dios también está allí.   

 – Dios está en el silencio de sus luchas para criar a sus hijos.

– Dios está en el silencio de su búsqueda profesional.

– Dios está en el silencio de su deseo de construir una vida en una tierra extranjera.

– Dios está en el silencio de sus estudios y en las luchas que naturalmente los acompañan.

– Dios está en el silencio de su ministerio a veces destituido de propósito para su propia vida.

– Dios está en el silencio de su nido vacío, con los hijos fuera de casa.

– Dios está en el silencio de su jubilación.

– Dios está en el silencio de su caminar con el Señor.

  1. Conclusión

Recapitulación

1) ¿Qué hace aquí, mi hermano?  ¿Qué hace aquí, mi hermana? La pregunta amorosa de Dios a Elías demuestra su cuidado hacia nosotros en concedernos ocasiones para evaluar nuestros caminos. ¿Cómo va en su caminar con el Señor? ¿Logra usted comprender su voz cuando suena en su vida? ¿Cómo demuestran sus elecciones y modelos de pensamiento diario la naturaleza del camino que usted ha elegido? Las dudas ¿han turbado su visión espiritual? Acérquese al Señor y exponga su realidad delante de él.  

2) La voz suave del silencio que recubre la presencia de Dios en 1 Reyes 19 demuestra que el Señor también está en el silencio, que a él le importan nuestras luchas y dificultades diarias. ¡Él está ahora listo para escucharlo si usted lo necesita!

 

Llamado

Curiosamente, después de que Elías escuchó la voz de Dios, él le responde al profeta diciéndole que vuelva por el camino que había venido y continúe su misión profética. En 1 Reyes 19:15-18, la orden de Dios nos muestra la importancia de perseverar y continuar en el camino del Señor para que él finalmente pueda mostrarnos toda la extensión de su obra de salvación por nosotros. 

Querido hermano, querida hermana, las limitaciones del hombre abren las puertas de la sala del trono de Dios. Regrese por el camino que el Señor un día le mostró. Vaya de regreso por el camino en el que él inicialmente lo colocó. Vaya, mire el último lugar en el que usted vio la luz y no se olvide que no hay silencio absoluto suficiente para borrar la presencia del Señor de su vida.