Recursos de Esperanza
Pr. Bruno Raso
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida… estos son los imprescindibles” (Bertold Brecht).
No podemos conformarnos con luchar un año, o muchos años, tenemos que luchar toda una vida con el fin de ser parte de la gloriosa eternidad.
¿Como fortalecernos? ¿Como luchar y vencer? Luego de buscar la orientación divina, analicemos juntos Colosenses 3:12-17 para descubrir recursos fortalecedores y restauradores, recursos de esperanza
Escogidos de Dios, consagrados y amados (Col. 3:12)
Estas tres palabras eran las preferidas del pueblo judío. Ellos se consideraban el pueblo escogido, la nación consagrada y los amados de Dios. Pero Pablo toma estas tres palabras y las aplica a todos los seres humanos.
La elección es siempre una iniciativa divina. El punto de partida de la elección es la soberanía de Dios, la esencia es su amor y el propósito es la santidad, la separación del elegido para vivir una vida diferente. Separados por él y para él como hijos y pueblo peculiar.
La santidad es la manifestación de una vida en perfecta concordancia con Dios. Dice Elena de White: “Así como Dios es santo en su esfera, el hombre caído, por medio de la fe en Cristo, debe ser santo en la suya” (Los hechos de los apóstoles, págs. 461, 462).
Revestidos de afectos de misericordia (Col. 3:12)
La base del cristianismo es interrelación. La religión es comunión con Dios y comunión con nuestro prójimo; interrelación movida por elementos de gracia esenciales:
* Un corazón de piedad. Cuando Pablo escribió esto, el sufrimiento de los animales no era tenido en cuenta. A los enfermos y heridos se los dejaba morir, los dementes o minusválidos eran discriminados y abandonados. La mujer era simplemente un objeto. Los ancianos no tenían cabida en la sociedad. El apóstol desafía a tener un corazón de piedad, de consideración, de afecto entrañable, de amor en acción.
* Amabilidad, bondad. La virtud de la persona para la cual el bien de su prójimo le es tan deseable como el suyo propio. Josefo utiliza esta palabra cuando describe la actitud de Isaac (Gen. 26:16-25), quien hacía pozos y buscaba agua y luego se los daba a otros para que los aprovecharan y disfrutasen.
* Humildad. No es servilismo. El ser humano es una criatura humana. Dios es el Creador. Somos todos sus hijos necesitados y dependientes por igual. No hay lugar para la arrogancia.
* Mansedumbre, cortesía. Combina la firmeza con la dulzura. La persona se controla porque Dios la controla. Nuestro Comentario bíblico adventista lo expresa acertadamente: “Mansedumbre es la ausencia de justificación propia, lo opuesto a agresividad. Es una ecuanimidad dulce y bondadosa. Nuestro Salvador fue el ejemplo perfecto de verdadera mansedumbre… [DTG 682]. El verdadero cristiano debe esforzarse por imitar ese Modelo en su vida diaria [DTG 320]” (t. 7, pág. 220).
* Paciencia. Solo pensar la forma paciente como Dios nos ha tratado, nos compromete a ser más pacientes con los demás. Elena de White nos dice: “El Señor requiere que tratemos a nuestros prójimos como él nos trata. Hemos de ser pacientes, bondadosos, aun cuando no lleguen a lo que esperamos en todo… Los últimos seis mandamientos especifican los deberes del hombre hacia el hombre. Cristo no dijo: ‘Tolera a tu prójimo’, sino ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ ” (A fin de conocerle, 23 de junio).
Y en el mismo libro: “Por lo tanto, recordando [Pedro] sus propias debilidades y fracasos, podía ser paciente con sus hermanos en sus faltas y errores; recordando el paciente amor de Cristo hacia él, que le proporcionó otra oportunidad de dar frutos de buenas obras, podía ser más conciliador con los que erraban…” (A fin de conocerle, 23 de junio).
Soportándose unos a otros (Col. 3:13)
Soportando en el sentido de soporte, de ser un apoyo, una base sobre la que los demás puedan construir y crecer. Así lo expresa el Espíritu de Profecía:
“La tarea de edificación mutua en la santísima fe es una obra bendita… Cada corazón tiene sus propios dolores y desengaños, y debemos procurar aliviarnos mutuamente las cargas manifestando el amor de Jesús a los que nos rodean… Entronícese a Jesús en el alma. Cristo es nuestro ejemplo. Él fue haciendo bienes. Vivió para bendecir a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones, y se nos ordena que sigamos sus pisadas” (A fin de conocerle, 30 de junio).
Perdonándose mutuamente (Col. 3:13)
El perdón de Dios para con nosotros nos inspira y compromete para perdonar a los demás. Hemos recibido un perdón tan grande. ¿Cómo no perdonar a quienes nos ofenden? La manera, la cantidad, la profundidad con que perdonamos establece la sinceridad de nuestra petición al Señor: “Perdónanos como perdonamos a nuestros deudores”. Perdonar es el puente que nosotros mismos tenemos que atravesar para alcanzar el perdón de Dios.
Siguiendo en el mismo libro inspirado: “[Dios] está lleno de compasión y perdón, y nos perdona gratuitamente si realmente nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados… Cuando fue puesto a prueba, Pedro pecó grandemente… Pero su Señor no lo desdeñó; lo perdonó generosamente… Debemos hacer que el amor de Jesús domine nuestra vida. Tendrá una influencia que suavice y subyugue nuestro corazón y carácter. Nos moverá a perdonar a nuestros hermanos aunque nos hayan injuriado…” (A fin de conocerle, 23 de junio).
Ligados perfectamente por el amor (Col. 3:14)
El amor es la gracia que corona todo; es como un lindo vestido que cubre y da brillo y valor a todas las demás virtudes. Es el ligamento o vínculo que une, liga, cohesiona.
Veamos al respecto un par de pensamientos de escritores cristianos:
“Sin el cinturón del amor todas las demás virtudes son inútiles; es decir, penden del cuerpo peligrosamente aflojadas, a punto de caerse” (E. F. Scott).
“El amor es el poder motivador de la fe, es la suprema gracia cristiana” (F. F. Bruce).
Es este amor que une, que liga, que realza, que valoriza todas las virtudes en una sola persona, el mismo amor que nos liga con las otras personas en un mismo cuerpo de creyentes.
Gobernados por la paz (Col. 3:15)
En Filipenses y Corintios, Pablo se refiere a la paz como un custodio, una protección. Cuando el amor y la amargura contienden por la supremacía, la paz es el árbitro para definir la lucha y resolver la contienda, tanto en los conflictos interiores como en los exteriores, en el individuo consigo mismo o en su relación con los demás.
Estar en paz con uno mismo, es el fruto de la relación vertical con Dios, vivir en Dios y con Dios. Estar en paz con los demás, es el fruto de la relación horizontal. Gobernados por la paz, para vivir y convivir.
Siendo agradecidos (Col. 3:15)
Filón, filósofo judío, al escribir acerca de los primeros cristianos, dice que a menudo pasaban toda la noche cantando himnos y salmos de gratitud. Plinio, el gobernador romano de Bitinia, al enviar un informe de los primeros cristianos al emperador Trajano le decía “Se reúnen al alba para cantar himnos a Cristo como Dios”.
Qué bueno que nos conozcan e identifiquen como personas agradecidas. La gratitud nace en el reconocimiento de quién soy yo y quién es el otro, ya sea Jesús o cualquier persona con la que nos vinculamos. Veamos este consejo personal de la pluma inspirada:
“A Dios le agradaría que usted hiciera un esfuerzo para olvidarse de sí misma. Comience por agradecer al Señor por su hogar, por el agradable ambiente que la rodea y por las muchas bendiciones temporales que le concede. Al corresponder con gratitud al Señor por su bondad, puede hacer algo por Aquel que lo hizo todo por usted. Considere la profundidad de la compasión que el Salvador manifestó hacia usted. Por usted dio su vida y sufrió cruel muerte de cruz. ¿No puede alabar a Dios por esto?” (Cada día con Dios, 6 de febrero).
Después de ir a Australia Elena de White sufrió de reumatismo durante once meses. No podía dar un paso sin experimentar mucho dolor. Durante esos once meses de sufrimiento su brazo derecho estaba sano a partir del codo, de manera que pudo usar la pluma y escribió 2.500 páginas en papel tamaño carta para su publicación. Durante ese periodo experimentó los dolores más terribles de su vida. Ella misma escribió:
“Pero todo esto tiene su lado feliz. Me parecía que mi Salvador estaba a mi lado, muy cerca de mí. Sentía su sagrada presencia en mi corazón y estaba tan agradecida. Esos meses de sufrimiento fueron los más felices de mi vida, debido a la compañía de mi Salvador… Su amor llenaba mi corazón. Durante toda mi enfermedad, su amor, su tierna compasión, eran mi consuelo” (Cada día con Dios, 6 de febrero).
Y desde su propia experiencia nos desafía: “Contemple a Jesús, su piadoso y amante Salvador. Si le entrega a Cristo su alma desamparada, él le proporcionara gozo y paz. Será su corona de regocijo, su recompensa inestimable” (Cada día con Dios, 6 de febrero).
Instruidos y aconsejados por la Palabra de Cristo (Col. 3:16)
En Efesios Pablo dice que el Espíritu habite, y en Colosenses dice que la Palabra habite ricamente, abundantemente. La Palabra de Cristo es lo que Cristo predicó, el evangelio y todo lo que, basado en la palabra escrita, se predica acerca de Cristo.
Los judíos tenían unas 10.000 palabras en su vocabulario. Para ellos la palabra era algo más que un sonido. Era algo vivo. Una unidad de energía cargada de poder. Una bala volando hacia su blanco. Un poder que hace cosas. Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos. El habló y existió. El mandó y fue hecho.
Los griegos tenían unas 200.000 palabras. Para ellos, la palabra, el logos, era la razón, la sabiduría, el flujo, el principio, el orden, la perfección y el poder. LA PALABRA ya existía, no fue creada, Jesús era Dios, estaba con Dios, estaba desde siempre, todo fue creado por El. Con este Jesús poderoso y creador y con su palabra podemos y debemos tener hoy una relación especial.
Haciendo todo en nombre del Señor (Col. 3:17)
El mismo apóstol diría: “Si pues coméis, bebéis o hacéis cualquier otra cosa hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Y Elena de White cerraría:
“Fuimos comprados por precio. La fe y las obras han de hacemos completos en Cristo. Así nos mantendremos en el camino del Señor. Cuando el corazón es manso y humilde, Dios puede impresionar el alma. Su Palabra es nuestra consejera. Obedezcamos sus enseñanzas. En todo nuestro accionar necesitamos mantener en vista la gloria de Dios” (Alza tus ojos, 23 de agosto).
Conclusión
Hemos analizados estos recursos fortalecedores y restauradores. Somos elegidos, consagrados y amados por Dios, revestidos de afectos de misericordia, para soportarnos y perdonarnos unos a otros, ligarnos perfectamente en el amor, ser gobernados en paz, agradecidos, guiados por la Palabra de Dios, para hacer todo en nombre del Señor.
En lejanas tierras africanas nació y creció K’naan, que en su idioma original somalí significa “viajero”. Creció entre las guerras y el hambre. Hoy es un productor, músico y poeta. Ya no sufre en su Somalia natal, disfruta de las “seguras” tierras norteamericanas (Estados Unidos y Canada ) y su mayor éxito ha sido producir el himno oficial del mundial de futbol de Sudáfrica 2010, titulado “Waving Flag”, Bandera flameante. Himno que ya ha sido adoptado por muchos países como un himno de esperanza.
En su mensaje se destacan estas frases: Cuando sea grande seré más fuerte, me llamarán libertad. Por ahora sufro la violencia, vivo en lugares remotos, oscuros y pobres, de dura sobrevivencia. No se aceptan derrotas, imposible rendirse, como soldados seguimos luchando, peleando y preguntándonos cuándo seremos libres. Pacientemente esperamos por otros días. Como una bandera que flamea.
Queridos, como K’naan, somos viajeros, sufriendo en un mundo malogrado por nuestra propia y caprichosa elección de pecado. Gracias a Dios que Jesús levantó con su propia vida la bandera manchada con su sangre y pagó el precio de nuestra redención. Hoy, en medio de las dificultades, tenemos que levantar la bandera de la esperanza, fortalecer el vínculo del perfecto amor en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra comunidad, para que en breve, cuando termine la guerra y la pobreza, cuando seamos grandes y fuertes, flamee definitivamente la bandera de la libertad, del fin del pecado, de una vida nueva y para siempre.
No se aceptan derrotas; imposible rendirse. Luchando y peleando pronto llegaremos al final del viaje, a la Canaán prometida, nuestro nuevo y definitivo hogar. Un lugar donde juntos cantaremos el himno oficial inaugural del universo purificado y compartiremos el mismo trono con Dios. No se aceptan derrotas; imposible rendirse. Luchando y peleando, porque esos días no están tan lejos.
“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter… El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto que Dios es amor” (El conflicto de los siglos, págs. 736, 737).
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